El triángulo de Heródoto
Enamorada de tus síntomas asedias al dispositivo. En la madrugada escarbas en tu culpa o en el hastío a la cansada, como quien sacude una alcancía para ver que cae.
Seguir leyendo →Enamorada de tus síntomas asedias al dispositivo. En la madrugada escarbas en tu culpa o en el hastío a la cansada, como quien sacude una alcancía para ver que cae.
Seguir leyendo →— Por eso no te dura ningún novio. Te va a tocar largarte — le dijo Carolina —. ¿Tienes ahorros? Puedes ser mesera y estudiar de noche, cambiar de acento y dar clases de yoga, para escort te va a tocar quitarte precio, aunque ganarías más. Si tienes buen estómago podrías encontrar a alguien de setenta para arriba, que no le importe lo hecha mierda que estás.
Seguir leyendo →Cuando iban a bajar en la estación General Anaya, Maximiliano salió corriendo con el libro. Ramiro trató de seguirlo, pero lo perdió de vista en el puente peatonal. Maximiliano iba arriba de la escalera eléctrica, asustado, dejando pasar a la gente. Al salir, Maximiliano lo esperaba en la calzada, quiso tomarle de la mano, pero Ramiro se hincó para arremangarle la ropa, no sabía cómo acomodarse ese terno que le gustaba tanto, pero que otra vez era muy grande para un niño.
Seguir leyendo →— ¡Despejar la variable antes del amanecer, señor corchete! — fue lo que escuchó antes de quedar en blanco.
Seguir leyendo →El viento sopla desde el borde de lo alto de la terraza, activaste la tela vibracional; todas esperamos tu señal.
Seguir leyendo →Solo pensaba en liberar la potencia nutricia apenas llegar al lugar del entierro de la trabazón de las palabras.
Seguir leyendo →— Mi nombre fue registrado en el libro de blancos cuando nací y en el libro de indios después de mi muerte,— nos confesaste casi al despedirnos.
Seguir leyendo →Al cruzar por el patio no entiendes tanta prisa, los corredores llenos. “No, no serás pintora”, te dices mientras pasas a su lado, “sino cajera del Banco Global. No, no eres biólogo, eres cajero del Banco Global. No, no serás periodista, sino cajero del Banco Global. No, no eres académico, eres cajero del Banco Global”.
Seguir leyendo →— Somos Lutita atravesando las porosidades coloniales en camino a la ciudad. Un viento imperceptible que cruza el granito del subsuelo. Arriba, la piedra pómez alcanza el cenit, iluminando nuestro rumbo.
Seguir leyendo →Cuando subías por la Av. Simón Bolívar, tu moto empezó a echar aceite y a patinar bajo la lluvia. Calculas y no sabes cuándo podrás sacarla de la mecánica. Tu visa de trabajo se venció y no te alcanzó para renovarla. “O te largas o te bajo el sueldo”, dijo el supervisor sin mirarte. No hubo aguinaldo en diciembre. En el recibo de la quincena hay un descuento por unos uniformes que nunca te dieron y una nota con negrilla al final: “Cualquier reclamo significará la separación del puesto sin liquidación”. De tanto hablar sobre cómo trajeron a sus hermanos o a sus primos, de los giros que envían a su madre, dejaste de ver a tus compatriotas.
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