Antena Matriota

La trampa del coaching

Ilus­tración por Fran­cis­co Galárraga

— Entre­vista a Vanes­sa Pérez Gordillo —

Man­i­fi­esta­lo. Asanas. Temas­cal. Té de Ceylán. Xanax. Es tuyo si lo quieres. Bak­thi. Congregad@s alrede­dor de este telar mediáti­co. Sesión a las 17h00. Visu­alíza­lo. Med­itación en línea. La for­ma­ción com­ple­ta empieza con un aporte de 250 euros. En este retiro, abri­ga­dos por el fuego del equinoc­cio, entraremos en con­tac­to con el ser inma­te­r­i­al. Tres far­ma­cias en cada esquina. Taller de dan­za. La infusión tiene un gus­to a car­damo­mo. Proyec­to colab­o­ra­ti­vo. La app dejó de fun­cionar y no acep­ta más pedi­dos. 7 de cada 10 ecu­a­to­ri­anos está desem­plea­do.  Zoloft. Será tuyo si lo quieres. Solo míralo den­tro de ti. Cog­ni­tari­a­do del mun­do, enca­de­na­dos cada uno en su cubil, no ten­emos nada que perder, y las entre­gas ya no son necesarias. 

Vanes­sa Pérez Gordil­lo, filó­so­fa, comu­ni­cado­ra y edu­cado­ra españo­la, auto­ra de La dic­tadu­ra del Coach­ing (Madrid, Akal, 2019), edi­to­ra de Voce­sen­lucha, platafor­ma por la lib­eración de la ima­gen. Matri­o­ta invir­tió la polar­i­dad del flu­jo y se encon­tró con Vanes­sa para con­ver­sar sobre su libro, la estafa pirami­dal del coach­ing, el mind­fulnes, y toda la autoayu­da que se dis­fraza de filosofía. 

Rendir para rendirse 

Matri­o­ta: ¿Es el coach­ing un instru­men­to de la fun­cional­i­dad y del rendimiento?

Vanes­sa Pérez Gordil­lo: Para mí el coach­ing es una her­ramien­ta del sis­tema neolib­er­al que con­tribuye a la con­struc­ción de un tipo de sub­je­tivi­dad afín a los intere­ses del mer­ca­do. ¿Qué quiere el neolib­er­al­is­mo?,  per­sonas renta­bles, sum­isas, que se auto­ex­ploten y sean felices, o al menos, se auto­ex­ploten con una son­risa. Aparte de esto, no sabría cómo explicar el coach­ing, porque no se entiende más allá de ser un instru­men­to de fun­cional­i­dad y rendimien­to. Son los coach­es pro­fe­sion­ales quienes hablan de clientes, de con­seguir obje­tivos, de ser más feliz; están nutrien­do un mod­e­lo de aseso­ramien­to que viene a homo­geneizar el camino y dar solu­ciones que siem­pre optan por el bien­es­tar y la sal­vación per­son­al. Ningún coach habla de la estruc­tura social. Ellos “acom­pañan” al cliente a que auto des­cubra cuáles son los “par­al­izadores” que no le per­miten pros­per­ar, y en el pro­ce­so es posi­ble que éste, el coachee, acabe aban­do­nan­do a la pare­ja, cam­bian­do de casa, tra­ba­jo o look porque ha sucumbido a la idea de que el secre­to del éxi­to está en uno mis­mo. Los pro­ce­sos de coach­ing no se hacen car­go de una estruc­tura y un tipo de relación social que rie­ga y nutre la semi­l­la de la acu­mu­lación, el empo­brec­imien­to y la desigual­dad. De modo que sí, es una her­ramien­ta al ser­vi­cio de la ide­ología de los mercados.

¿Cuál es tu expe­ri­en­cia con el coaching?

Cuan­do ter­miné la car­rera, tra­ba­jé en un cen­tro de crec­imien­to per­son­al; en real­i­dad, iba a encar­garme de los con­tenidos de la pági­na web porque lo que me gusta­ba era escribir, pero acabé meti­da en el embrol­lo de los crec­imien­tos per­son­ales. Tiem­po después, el cen­tro donde tra­ba­ja­ba fir­mó un acuer­do con la Uni­ver­si­dad Alcalá de Henares y ofer­ta­mos un mas­ter de comu­ni­cación donde se impartía antropología, his­to­ria y filosofía, pero tam­bién inteligen­cia emo­cional, comu­ni­cación no ver­bal, lid­er­az­go y coach­ing. Esta temáti­ca ofre­ci­da des­de la acad­e­mia fue una novedad y gustó muchísi­mo. Solo en el primer año la for­ma­ción com­ple­ta la cur­saron más de cien per­sonas, que son muchísi­mas si con­sid­er­amos que el cur­so tenía un coste de seis mil euros. Esta­mos hablan­do de prin­ci­p­ios de los 2000, lo que sig­nifi­ca que a par­tir de esta fecha la acad­e­mia le abrió las puer­tas a la indus­tria del auto­conocimien­to prove­niente de Esta­dos Unidos, y que en Europa llev­a­ba tiem­po imple­men­tán­dose en el ámbito empre­sar­i­al en los depar­ta­men­tos de recur­sos humanos. Observé que mucha gente de nego­cios y bien posi­ciona­da real­iz­a­ba los cur­sos para for­marse en gestión de equipos, y con­seguir moti­var a sus tra­ba­jadores para aumen­tar los rendimien­tos. Pero tam­bién había per­sonas que querían mejo­rar o encon­trar su proyec­to de vida. De aquel tiem­po a esta parte lo que se lla­ma coach­ing ha ido per­filán­dose y acotán­dose, pero no siem­pre ha sido así. Por eso digo que for­ma parte de la cor­ri­ente de auto­conocimien­to, auto­su­peración, crec­imien­to per­son­al y autoayu­da. Soy con­sciente de que esta afir­ma­ción moles­ta un poco y me llueven críti­cas por ello. Pero a la vista está que el coach­ing, igual que cualquier obje­to de con­sumo, ha tenido que encon­trar su mar­ca personal. 

Esta cor­ri­ente es muy embria­gado­ra, y gen­era depen­den­cia. Tuve que dis­tan­cia­rme para “desin­toxi­carme” y enten­der su lóg­i­ca. El coach­ing pasó del deporte a las empre­sas. Tim­o­thy Gall­wey, capitán del equipo de tenis de la Uni­ver­si­dad de Har­vard ideó un entre­namien­to inte­gral para que el cuer­po no fuera fre­na­do por la mente de los deportis­tas. Este des­cubrim­ien­to “deporti­vo” tuvo su apli­cación tan­to en el ámbito de las humanidades como en el de los nego­cios, y se fue regan­do por el mun­do en sus difer­entes ver­siones. Y si en Europa arraigó más fuerte­mente el coach­ing empre­sar­i­al, en Améri­ca Lati­na lo haría el coach­ing human­ista u ontológi­co. Pero actual­mente ambos for­man parte de esa dinámi­ca mundi­al del empre­sario de sí o el emprend­e­duris­mo que lo que quiere es que nos respon­s­abil­ice­mos 100% del fra­ca­so has­ta el pun­to de ocul­tar­lo y social­ice­mos el éxito. 

El coach­ing está hacien­do mucho daño. Me encan­taría decir que en bue­nas manos esta her­ramien­ta serviría para otra cosa, pero creo que no. No obstante, si alguien cree que puede uti­lizar­lo de otra man­era podemos con­ver­sar. En prin­ci­pio con­sidero que for­ma parte de todo ese saco cul­tur­al gen­er­ador de unos sen­ti­dos comunes afines a una estruc­tura que nos está lle­van­do al desas­tre, y al colap­so. Los índices de sufrim­ien­to men­tal, depre­sión, ansiedad, estrés están dis­para­dos con la pan­demia, pero eso es una infor­ma­ción a medias, antes de la Covid-19 ya había mucho estrés, mucha ansiedad, mucha depre­sión e inclu­so sui­cidios en población joven. Esto es sín­toma de algo. ¿De qué? En el libro inten­to pon­er nom­bre a la angus­tia, la ansiedad, el vaci­amien­to, y esa zozo­bra que sen­ti­mos en el pecho, en el estó­ma­go, en la cabeza, en el corazón y en las manos, lo llamo “con­go­ja históri­ca”. Y sospe­cho que tiene que ver con el silen­cio aplas­tante que de man­era may­ori­taria ten­emos ante las injus­ti­cias que se viv­en en el mun­do. Un silen­cio que nos está enfer­man­do, porque ante las injus­ti­cias lo salud­able es rebe­larse.  Existe un quer­er ayu­dar al otro ante una situación de peli­gro o injus­ti­cia. Esa empatía que car­ac­ter­i­za a la humanidad, la ten­emos que nutrir, la ten­emos que cuidar porque somos muy frágiles. Estas her­ramien­tas que for­man parte del pen­samien­to pos­i­ti­vo y la autoayu­da, neu­tral­izan, jus­ta­mente, esa capaci­dad de empa­ti­zar con los dolores y los amores ajenos. No ayu­dan a con­stru­ir una sociedad mejor, más bien todo lo con­trario pues ali­men­tan el indi­vid­u­al­is­mo, y las injus­ti­cias, ante el sálvese quien pue­da, aumen­tan. Tra­ba­jo pre­cario, difi­cul­tad de acce­so a la vivien­da, aumen­to de la edad de jubi­lación, pen­siones irriso­rias o inex­is­tentes, suel­dos que no per­miten cubrir las necesi­dades bási­cas, pri­va­ti­zación de la edu­cación y la sanidad, despo­jo del cam­po a favor de las transna­cionales, ali­men­tos de mala cal­i­dad, per­se­cu­ción y crim­i­nal­ización del pen­samien­to críti­co y la lucha pop­u­lar, asesina­to de los lid­er­az­gos sociales, … la lista es enorme.

 El “Conócete a ti mis­mo” ¿es posi­ble, es real?

Gram­sci recuer­da en su artícu­lo Utopía un tex­to de Vico donde ofrece una inter­pretación políti­ca del “conócete a ti mis­mo”. No es Sócrates propi­a­mente, sino Solón quien pone en la palestra la sen­ten­cia invi­tan­do a los esclavos  — a los cuales les hacían pen­sar que eran ani­males — a saber, que su nat­u­raleza es la mis­ma que la de los hom­bres con dinero y poder, y que solo por condi­ción son difer­entes. Es una frase que invi­ta a la lucha, develán­donos el dere­cho a la rebeldía. Es un can­to a no per­mi­tir que nos esclav­i­cen, a procla­mar que todos somos iguales. En este sen­ti­do cono­cerse a una mis­ma es posi­ble y real, lo que pasa es que esta frase tan boni­ta se ha con­ver­tido en eslo­gan de la sat­is­fac­ción per­son­al y cae en con­tradic­ción. No lo digo yo, lo dijo Platón en el libro primero de La Repúbli­ca: “bus­car la sat­is­fac­ción per­son­al es una injus­ti­cia en sí mis­ma”, pero sólo en esta sociedad es legí­ti­mo. No está bien uti­liza­da la frase por parte de todas estas her­ramien­tas de auto­conocimien­to. Una frase rev­olu­cionar­ia no debiera ser uti­liza­da para gener­ar “yoes”, indi­vid­u­al­is­mos férre­os y enormes, que no son capaces de empa­ti­zar con los demás en un sen­ti­do amplio.

Por­ta­da de La dic­tadu­ra del Coach­ing, ensayo de Vanes­sa Pérez Gordillo. 

Este des­cubrim­ien­to “deporti­vo” tuvo su apli­cación tan­to en el ámbito de las humanidades como en el de los nego­cios, y se fue regan­do por el mun­do en sus difer­entes ver­siones. Y si en Europa arraigó más fuerte­mente el coach­ing empre­sar­i­al, en Améri­ca Lati­na lo haría el coach­ing human­ista u ontológi­co. Pero actual­mente ambos for­man parte de esa dinámi­ca mundi­al del empre­sario de sí o el emprend­e­duris­mo que lo que quiere es que nos respon­s­abil­ice­mos 100% del fra­ca­so has­ta el pun­to de ocul­tar­lo y social­ice­mos el éxito.

¿Sal­vación o Rebelión? 

La imposi­ción de coach­ing se pro­duce a través de dos pro­ce­sos: la destruc­ción del tra­ba­jo asalari­a­do por la finan­cia­rización de la economía, para­le­lo a la prédi­ca por el emprendimien­to en una economía en desin­dus­tri­al­ización. Tal es la pre­carización que los tra­ba­jadores ya no nos percibi­mos como tales, cada uno de nosotros es un empre­sario de sí mis­mo; con­ven­ci­dos de que nada es imposi­ble al chocar con las bar­reras de lo real, la deba­cle nos hace recaer en las mis­mas recetas.

El sis­tema ha con­segui­do que sin­ta­mos que esta­mos solos. ¿Para qué? porque la soledad no puede orga­ni­zarse, solo puede optar por la sal­vación. ¿Cómo nos sal­va­mos? Una de las man­eras es acud­ir a un asesor. Un asesor que se lla­ma coach porque que­da muy pro­fe­sion­al. ¿Qué hacen los coach­es con el indi­vid­uo? Le ofre­cen un entre­namien­to en el que va habituán­dose a acep­tar lo que ven­ga. Nótese que dec­i­mos entre­namien­to y no enseñan­za. Este sis­tema ha con­segui­do debil­i­tar, des­made­jar el teji­do comu­ni­tario, has­ta hac­er­nos olvi­dar que pertenece­mos a la comu­nidad. Ya no nos sen­ti­mos parte de la clase obr­era o tra­ba­jado­ra, porque se han encar­ga­do de que la denos­te­mos. Cuan­do uno se reconoce como tra­ba­jador hace piña, se orga­ni­za y se vin­cu­la a otras y otros tra­ba­jadores, con­sti­tuyen una aso­ciación, for­man un sindi­ca­to y luchan por sus dere­chos y su dig­nidad. En Europa, ya con la lle­ga­da del famoso Esta­do de bien­es­tar esto se fue diluyen­do, nos indi­vid­u­al­izamos, creí­mos que los dere­chos ya eran nue­stros y que no teníamos que luchar por ellos, que la lucha en todo caso tenía que lle­var­la a cabo quienes estu­vier­an en peor situación. Luego llegó el neolib­er­al­is­mo y todo lo que ya cono­ce­mos con la agre­sión bru­tal al mun­do del tra­ba­jo y las for­mas históri­c­as de lucha y orga­ni­zación lig­adas al cap­i­tal­is­mo pro­duc­ti­vo. Hoy, aún a pesar de las condi­ciones de pre­cariedad lab­o­ral con­se­cuen­cia de décadas de imple­mentación de medi­das neolib­erales, uno ya no se siente obrero ni se siente pre­cariza­do.  Hay un dis­cur­so salví­fi­co que retum­ba sin cesar: si te esfuerzas lo sufi­ciente lo con­seguirás; vamos, ¡tú sí puedes!; con­fía en ti; etc. Este dis­cur­so for­ma parte de una indus­tria cul­tur­al y el coach­ing ayu­da a posi­cionarlo. Tam­bién el tan de moda mind­ful­ness, y el crec­imien­to per­son­al en gen­er­al. Son todas estas frasecitas de “hoy puede ser un buen día” que vemos has­ta en las tazas de café. Es un dis­cur­so que, aunque no enten­damos su propósi­to, con­struye un sen­ti­do común que da for­ma a nue­stro mun­do. Des­de la estéti­ca de los escaparates, la pub­li­ci­dad, pasan­do por los libros que leemos, las redes sociales, has­ta lle­gar a los ali­men­tos que con­sum­i­mos. Aho­ra te haces una infusión y en el sobre encuen­tras una cita moti­va­cional. Estos men­sajes con­cre­tos tienen un meta­men­saje que nos cue­lan de modo sub­lim­i­nal para con­seguir que creamos que las cosas depen­den de nosotros mis­mos, y no del teji­do común en el que te vin­cu­las, orga­ni­zas y par­tic­i­pas. ¿Qué hubiera pasa­do con esas cien­tos de famil­ias de la población de San­ti­a­go de Chile si no se hubier­an orga­ni­za­do en Uka­mau? ¿Hubier­an con­segui­do un pre­dio en el que con­stru­ir sus casas en la zona cen­tro de la ciu­dad de San­ti­a­go de Chile? Eso en ningu­na parte del mun­do es posi­ble sin organización. 

Todavía no dimen­sion­amos el peli­gro de que esta indus­tria se haya intro­duci­do en la edu­cación. Des­de las primeras edades las futuras gen­era­ciones son pre­sas de la sal­vación. A nues­tras niñas y niños los están entre­nan­do para que al lle­gar al puesto de tra­ba­jo se auto exploten feliz­mente bajo la dinámi­ca del “tú sí puedes”, que además encier­ra el despóti­co sen­timien­to de cul­pa. Si no puedes la cul­pa es tuya, y en tu mano está iden­ti­ficar por qué y abrirte al cam­bio. Visi­ta a tu coach de con­fi­an­za y resuelve la anomalía. 

La uti­lización de her­ramien­tas del bud­is­mo zen, del hin­duis­mo brah­máni­co, del cris­tian­is­mo apli­cadas al cam­po de la empre­sa, hacen indis­tin­guible la manip­u­lación. ¿Cuál es la difer­en­cia entre entre­namien­to y enseñanza? 

En la segun­da parte del libro hay un pun­to que tit­ulé “Inteligentes, emo­cionales, autén­ti­cos y abur­ri­dos” en el que se tra­ta de mostrar cómo el coach­ing se sirve de muchas de las inves­ti­ga­ciones de la psi­cología, y cómo además la psi­cología se ha pre­dis­puesto para favore­cer la prác­ti­ca del coach­ing más allá del ámbito empre­sar­i­al uti­lizan­do vari­antes nuevas entre las cuales está el sen­timien­to de tran­scen­den­cia que ten­emos la humanidad en tan­to que “humana demasi­a­do humana”.  En ese aparta­do real­icé un ejer­ci­cio de difer­en­ciar entre­namien­to de enseñan­za. La enseñan­za de pen­sar por sí mis­mo y el entre­namien­to de apren­der por sí solo que nos impo­nen las nuevas políti­cas educa­ti­vas de man­era glob­al. Es un inten­to de adver­tir que ten­emos que ser sen­si­bles a la domes­ti­cación en un mun­do que se esfuerza diari­a­mente por “enseñarnos” a ges­tionar emo­ciones. Este enseñarnos hay que leer­lo como entre­namien­to, porque lo que hace el sis­tema es entre­narnos a ges­tionar emo­ciones con la final­i­dad que apun­ta­mos al prin­ci­pio de la entre­vista, tol­er­ar el abu­so y auto­ex­plotarnos con una son­risa. Lo cier­to es que en este lío de sociedad en el que habita­mos ten­emos que iden­ti­ficar algu­nas cosas, y saber si esta­mos apren­di­en­do o si esta­mos sien­do domes­ti­ca­dos. Cuan­do apren­demos somos capaces de inte­ri­orizar el conocimien­to y uti­lizar­lo en pos de una vida digna con todo lo que eso con­ll­e­va, la rebe­lión ante la injus­ti­cia. Esta­mos sien­do domes­ti­ca­dos cuan­do no ten­emos los instru­men­tos nece­sar­ios para argu­men­tar, ni defend­er nues­tra posi­ción, cuan­do se anu­la el pen­samien­to críti­co y nos inhab­il­i­tan para hac­er piña con otros y otras. Entonces el instin­to pri­mario de super­viven­cia se desa­ta y opta­mos por la sal­vación. Este pro­ce­so de domes­ti­cación — o el entre­namien­to de apren­der por sí solos — está bien nutri­do y cuen­ta con her­ramien­tas var­i­opin­tas que resue­nan en nue­stro inte­ri­or y muchas veces nos atra­pan como es el caso de las her­ramien­tas por las que me pre­gun­tas. No soy espe­cial­ista en ellas, acon­se­jaría leer al filó­so­fo y mist­a­gogo mex­i­cano Elías González Gómez que tra­ta de man­era clara y pro­fun­da la relación entre lo que podemos lla­mar mís­ti­ca o sen­timien­to reli­gioso y las luchas sociales. 

Los espa­cios que deberían neu­tralizar al coach­ing, como la uni­ver­si­dad públi­ca o la salud públi­ca, tam­bién fueron arrasa­dos por los coach­es. ¿Cómo volver­los hab­it­a­bles de nuevo?

Mucho me temo que va a ser difí­cil, los direc­tores que lle­van esos espa­cios han acogi­do con los bra­zos abier­tos este tipo de for­ma­ciones, no sola­mente el coach­ing, tam­bién la inteligen­cia emo­cional y diver­sas ter­apias, que per­miten la con­fusión de un sen­timien­to muy humano que nos lle­va a hac­er­nos pre­gun­tas, dudar, ten­er momen­tos mejores y peo­res, etc. con otras cor­ri­entes tipo new age donde un grupo de per­sonas se encuen­tra para coop­er­ar o med­i­tar depen­di­en­do del per­fil de estas. La cuestión es que, en esos espa­cios que deberían cuidar nues­tra edu­cación y salud para evi­tar que acabe­mos con­ver­tidos en mecan­is­mos deprim­i­dos al ser­vi­cio del cap­i­tal, se mez­cla y con­funde todo. Hay un mon­tón de pro­fes que quieren ser for­ma­dos como coach; mien­tras aseso­ran al alum­na­do, estos no les difi­cul­tan la tarea de dar clase. El real­i­ty show se pro­lon­ga de la tele­visión a la escuela. Y algo pare­ci­do pasa tam­bién en los hos­pi­tales, donde des­de hace tiem­po el sec­tor san­i­tario está sien­do for­ma­do en cur­sos de inteligen­cia emo­cional, lid­er­az­go, coach­ing… Creo que deberíamos recu­per­ar esos espa­cios para la vida digna, para el buen vivir como dicen ust­edes. No sé cómo se hace, pero un buen comien­zo es orga­ni­zarse y nutrir el conocimien­to. Cuan­do una sale a la calle a luchar o se orga­ni­za en un sindi­ca­to de clase, en una asam­blea bar­ri­al o hace parte de un movimien­to bar­ri­al de algu­na man­era bus­ca con­stru­ir un nosotros y deja de cebar al yo. Hay que recu­per­ar la comu­nidad, y ten­emos ejem­p­los vivos de resisten­cias y pro­ce­sos orga­ni­za­dos que no han olvi­da­do el nosotros, hacia allí ten­emos que mirar. 

La hipertec­nol­o­gización de las grandes cor­po­ra­ciones no ocul­ta su final­i­dad de susti­tuir a la políti­ca. El coach­ing es solo el prin­ci­pio de su ofen­si­va.  Entonces, ¿cómo encen­der la calle?

En Europa, uno de los mod­os de com­bat­ir al fan­tas­ma del comu­nis­mo fue imple­men­tar la sociedad del bien­es­tar. La gente empezó a con­seguir cosas por las que ya no tenía que luchar. Y aunque una minoría sigu­ió luchan­do, las her­ramien­tas de lucha dig­amos se fueron acar­to­nan­do y adap­tan­do al sis­tema.  La gen­eración de mis padres fue la gen­eración estrel­la en mi país, una gen­eración que, si bien es cier­to tra­ba­jó muchísi­mo, en rarísi­mas oca­siones sal­ió a la calle. Esa gen­eración ha podi­do com­prar una casa y algunos has­ta ahor­rar para una segun­da res­i­den­cia en la playa; hoy tienen su pen­sión que más menos — cada vez menos — les per­mite man­ten­er el modo de vida que tenían. Mi gen­eración eso no puede ni soñar­lo. Nosotros nos hipote­camos has­ta los 70 años y está por ver qué pasará con las pen­siones. El sis­tema públi­co hoy se desmorona. La desin­te­gración del esta­do de bien­es­tar pasó sin haber cla­ma­do al cielo debido a todo un peri­o­do de despoli­ti­zación del que fuimos pre­sas. Sal­imos a la calle tarde y pocas. Posi­ble­mente muchas per­sonas habríamos per­di­do la vida como la perdieron nue­stros ante­cesores, y ocurre hoy en el Sur glob­al  — veamos el caso de Colom­bia o Chile — luchan­do en favor de ese ide­al de una sociedad difer­ente, jus­ta, res­pirable. En Europa no se hizo, se acep­tó lo que vino, y hoy somos el refle­jo de eso: la imple­mentación del indi­vid­u­al­is­mo. Un indi­vid­u­al­is­mo que se engrue­sa con la hipertec­nol­o­gización de la vida en gen­er­al, y la polis donde se pro­ducía el encuen­tro  — y des­en­cuen­tro — es susti­tu­i­da por un lugar donde reina el éter. La tec­nología ha suplan­ta­do a la vida y la comu­ni­cación se ha hecho añi­cos porque la relación es humano—máquina. Una relación que impone de man­era implíci­ta la pro­hibi­ción del inter­cam­bio a la vez que gen­era una fal­sa sen­sación de participación. 

Quienes habita­mos la tier­ra sen­ti­mos de man­era acu­sa­da esa insat­is­fac­ción de la que habla­ba al prin­ci­pio, ese vacío, esa con­go­ja. El cap­i­tal­is­mo des­de su nacimien­to lle­va despo­jan­do a los pueb­los de sus riquezas e iden­ti­dades. Pero aún a pesar del expo­lio los pueb­los con­ser­van algo, que cada cual le pon­ga el nom­bre que quiera, yo lo llamo Humanidad. Y ese algo aho­ra es lo que está en peli­gro. Y no es un peli­gro super­fluo, porque sin ese algo no podremos rebe­larnos con­tra las injus­ti­cias. Sin ese algo solo podremos sal­varnos indi­vid­ual­mente, que es lo que quieren las grandes corporaciones.

Entonces podemos encen­der la calle, miles de per­sonas neu­tral­izadas para la rebeldía que sin embar­go quieren sal­varse ¿adónde nos lle­va eso?  Quizás a equiv­o­car la lucha. La calle tiene que con­stru­ir comu­nidad, teji­do orga­ni­za­ti­vo, tiene que tejer esa Humanidad en peli­gro de extin­ción. Debe­mos enten­der que nadie se va a sal­var solo si no nos sal­va­mos todas. Por eso la invitación a sospechar de una sociedad que abraza el dis­cur­so de la auto­su­peración para hac­er­nos digerir el malestar.  Porque eso va a destrozar nue­stro apara­to excre­tor. La digestión del actu­al niv­el de injus­ti­cia es insostenible e insoportable. 

La vul­ga­ta lib­er­taria usa a los coach­es para encubrir que se le ha expropi­a­do a la gente su dere­cho al tra­ba­jo, no poder vivir de su pro­fe­sión, o ejercer­la en la pre­cariedad, es la vio­len­cia que el cap­i­tal financiero quiere ocul­tar ¿Cómo pon­er en esce­na esto otra vez?

El otro día escuché en la radio a una mujer que había tenido que cer­rar su nego­cio durante la pan­demia y que esta­ba pen­san­do lle­var a cabo otro emprendimien­to que nada tenía que ver con su for­ma­ción. Habla­ba de super­ar el fra­ca­so y de no dejarse vencer por las cir­cun­stan­cias, que tenía que sacar su cre­ativi­dad y adap­tarse a los nuevos tiem­pos. Lo que hace esta mujer es muy dig­no, adap­tarse a tiem­pos de cri­sis para sobre­vivir, sin embar­go, esconde una tram­pa, ya que ani­ma a la audi­en­cia a seguir ade­lante ante un sis­tema fal­li­do. Nos invi­ta a rein­ven­tarnos. Este dis­cur­so que nace de la sobre­viven­cia se vende como auto­su­fi­cien­cia y ali­men­ta los sen­ti­dos comunes, y como apun­táis encubre una vio­len­cia sistémica. 

Creo que esta­mos en peli­gro de extin­ción, pero no mate­rial­mente. La belleza de ser humano rad­i­ca en la capaci­dad de hac­er de sí algo mejor de lo que hace de él un sis­tema que explota y expo­lia. Cuan­do perdemos el dere­cho al tra­ba­jo, a la pro­fe­sión, a la esta­bil­i­dad lab­o­ral y nos adap­ta­mos a los nuevos tiem­pos, muta­mos en una especie de fábri­ca com­pet­i­ti­va de todos con­tra todos, pero el dis­cur­so hegemóni­co habla de colab­o­ración, coop­eración, gran famil­ia, emprendimien­to. Hay que atre­verse a sospechar de ese dis­cur­so, y pon­er en esce­na cosas tales como que cuan­do se entra en el juego del emprend­e­duris­mo perdemos el dere­cho colec­ti­vo al tra­ba­jo, a la pro­fe­sión, a la esta­bil­i­dad lab­o­ral, a la vida ple­na. Y una vez per­di­dos estos dere­chos ¿cómo volver a tenerlos?

Tam­bién hay que dejar de com­pe­tir, y para eso nece­si­ta­mos otro sis­tema educa­ti­vo. Ten­emos que revis­ar como padres y madres la for­ma en la que nos rela­cionamos con nues­tras hijas e hijos. Inter­rog­ar a una sociedad cada día más tec­nol­o­giza­da. ¡Sal­g­amos de la bur­bu­ja y mire­mos fuera!, a la otredad, aban­donemos el paraí­so del yo, porque todo parece indicar que el infier­no de los otros al que se refer­ía Sartre es en real­i­dad divino.

Retra­to por Fran­cis­co Galárraga

Este sis­tema ha con­segui­do debil­i­tar, des­made­jar el teji­do comu­ni­tario, has­ta hac­er­nos olvi­dar que pertenece­mos a la comu­nidad. Ya no nos sen­ti­mos parte de la clase obr­era o tra­ba­jado­ra, porque se han encar­ga­do de que la denos­te­mos. Cuan­do uno se reconoce como tra­ba­jador hace piña, se orga­ni­za y se vin­cu­la a otras y otros tra­ba­jadores, con­sti­tuyen una aso­ciación, for­man un sindi­ca­to y luchan por sus dere­chos y su dignidad.

¿Es el coach­ing un dis­pos­i­ti­vo de despoli­ti­zación colec­ti­va del mer­ca­do de iden­ti­dades del capitalismo?

Claro, pero no solo el coach­ing. El coach­ing es una opción más al ser­vi­cio de un con­sum­i­dor insa­cia­ble. Una opción bien pub­lic­i­ta­da en un mer­ca­do dis­eña­do para per­pet­u­ar el ciclo con­sum­ista, pues la ingente ofer­ta hace que la acción de con­sumir no se agote en la obten­ción de la mer­cancía, sino que la rebase. Es decir, la mer­cancía no nos sat­is­face y ten­emos que volver a con­sumir, y así suce­si­va­mente, ali­men­tan­do una dinámi­ca que la med­i­c­i­na lla­ma adic­ción. La adic­ción debili­ta la vol­un­tad y sin vol­un­tad no hay pen­samien­to críti­co. Como expresó Aristóte­les, cuan­do decidi­mos algo des­de la clar­i­dad después de val­o­rar pros y con­tras, ten­emos que aplicar la vol­un­tad, porque sin vol­un­tad al día sigu­iente es posi­ble que piens­es otra cosa y cam­bies de opción, una y otra vez, sin con­seguir con­stru­ir pen­samien­to ni artic­u­lar los conocimientos. 

No debe extrañarnos que el cap­i­tal­is­mo haya cosi­fi­ca­do, como tan­tas otras cosas, el tema de las iden­ti­dades y lo haya con­ver­tido en nego­cio o en for­mas de lucha frag­men­tadas, despro­vis­tas de con­tenido de clase. Eso da mucho juego, cabe destacar la tram­pa de la diver­si­dad como lo lla­ma Daniel Bern­abé, una for­ma sub­lim­i­nal de evi­tar el estal­li­do, que además ejerce la dom­i­nación. Porque en una sociedad donde la vol­un­tad está hecha pol­vo, cam­i­namos sin hor­i­zonte, esta­mos como hue­cos, vaci­a­dos y cuan­do tomamos con­cien­cia de ello, recur­rir al mod­e­lo de aseso­ramien­to, que es lo que ten­emos más a mano, no nos sal­va, sino que nos con­de­na colec­ti­va­mente ya que nos entre­na para abrazar la lóg­i­ca de la auto­ex­plotación feliz  — de la que ya hemos habla­do — donde no que­da tiem­po para mirar la otredad, y menos para un dis­cur­so políti­co que tra­scien­da la opinión hegemóni­ca y con­struya políti­ca en el ágo­ra, es decir, en ese espa­cio públi­co donde exista la posi­bil­i­dad de encon­trarnos, con­ver­sar y con­stru­ir jun­tos una real­i­dad que no nece­site con­denar a una gran parte de la población a la mis­e­ria. Y si antes de la pan­demia era difí­cil con­stru­ir otros hor­i­zontes, esta­mos vien­do que después de ella va a ser­lo mucho más, porque con la dig­i­tal­ización se han for­t­ale­ci­do todos los dis­pos­i­tivos a favor del bloque hegemónico. 

Está muy bien pen­sa­do todo, son muchas her­ramien­tas al ser­vi­cio de una estruc­tura que se está expan­di­en­do con­stan­te­mente, las 24 horas del día, los 365 días del año para seguir aca­paran­do riqueza en un momen­to de cri­sis sistémi­ca que evi­den­cia que ésta es limitada. 

¿A qué coach­es o agru­pa­ciones estu­di­aste para tu libro?

Me interesé mucho por encon­trar acuer­dos sobre el nacimien­to o la prác­ti­ca del coach­ing. Tras revis­ar var­ios man­uales observé que coin­cidían en líneas gen­erales, y difer­ían en otros aspec­tos. Tim­o­thy Gall­wey, John Whit­more siem­pre apare­cen, son padres. Otros nom­bres por los que pasé fueron Robert Dilts, Lidia Muradep, Miguel Ángel León, Vega Karen, Enrique Jura­do, Vik­ki Brock. Estos últi­mos me impactaron. Jura­do con un títu­lo que habla por sí mis­mo Quiero darte coach­ing, la mejor pro­fe­sión del siglo XXI y Brock con un libro de con­sul­ta sobre la his­to­ria del coach­ing que con­cluye que el futuro es que el coach­ing sea cul­tura glob­al. No me cen­tré en ningu­na agru­pación porque en el libro no tra­to de analizar en pro­fun­di­dad las difer­entes ten­den­cias, sino adver­tir para qué se uti­liza esa her­ramien­ta en un mun­do que se va al carajo. 

Advertí tam­bién que se habían habil­i­ta­do una serie de insti­tu­ciones para avalar la “pro­fe­sión” del siglo y cer­ti­ficar al coach, como la Fed­eración Inter­na­cional de Coach­ing (ICF) y su Mas­ter de Cer­ti­fi­ca­do en Coach (MCC) que avala al buen coach. O las difer­entes aso­cia­ciones regadas por los cin­co con­ti­nentes que dan un cer­ti­fi­ca­do ofi­cial de la for­ma­ción sin el cual ejercer de coach puede traer prob­le­mas. ASESCO en España, la Société Française de Coach­ing en Fran­cia, etc. Empre­sas que cuidan de que el coach­ing sea recono­ci­do y extien­da su cred­i­bil­i­dad por el plan­e­ta, denun­cian­do prác­ti­cas equívo­cas y fal­sos pro­fe­sion­ales, que además estable­cen alian­zas con la psi­cología. En España, el Con­se­jo Gen­er­al de Psi­cología (COP) ya ha recono­ci­do el coach­ing como una her­ramien­ta que con­fiere val­or difer­en­cial a aque­l­los psicól­o­gos que ten­gan dicho cer­ti­fi­ca­do. Un vín­cu­lo facil­i­ta­do por las teorías del psicól­o­go esta­dounidense Mar­tin Selig­man, pio­nero de la psi­cología pos­i­ti­va a quien tam­bién estudié para este tra­ba­jo. Pero sin duda este libro bebe de la for­ma­ción de aque­l­los años de mi vida en los que for­mé parte de esta cor­ri­ente. Una cor­ri­ente que además de nutrir el indi­vid­u­al­is­mo pro­pio de la ide­ología neolib­er­al, como hemos dicho, se está for­ran­do a cos­ta de impar­tir cur­sos que cer­ti­f­i­can la pro­fe­sion­al­i­dad en el arte de ser coach. 

¿Qué es Vocesenlucha? 

Voce­sen­lucha es un espa­cio de comu­ni­cación pop­u­lar que encon­tró su nom­bre en San­ti­a­go de Chile en el 2015. Se nutre de un cam­i­nar des­de Améri­ca Lati­na y el Caribe en con­viven­cia con pro­ce­sos de la región. Lo con­struyen y lo artic­u­lan voces que están en lucha por la dig­nidad y la jus­ti­cia social de ahí el nom­bre. Voces del cam­po y la ciu­dad, de la acad­e­mia, estu­di­antes, pueb­los orig­i­nar­ios, niños, niñas y ado­les­centes tra­ba­jadores orga­ni­za­dos como los NATs, voces poblado­ras, comuneras, memo­ri­al­is­tas… Nosotros artic­u­lam­os ese espa­cio, un espa­cio que estaría vacío sin todas ellas, y que después de siete años es tam­bién una especie de baúl donde se pueden encon­trar rebeldías que con­ta­gian pen­samien­to críti­co. Creemos en la comu­ni­cación como her­ramien­ta para for­t­ale­cer pro­ce­sos y hor­i­zontes, para tejer y artic­u­lar ese otro mun­do posible.