Antena Matriota

Sexuada, hablante y mortal 

Ilus­tración Dig­i­tal por Fran­cis­co Galár­ra­ga con dibu­jo de Sonia Casares

—Entre­vista a Jorge Alemán—

Lacan encon­tró la defini­ción de sinthoma en la obra de Marx, Jorge Alemán (Buenos Aires, 1951), poeta, psi­coanal­ista, ex diplomáti­co, exil­i­a­do en Madrid des­de el golpe cívi­co mil­i­tar de 1976, hal­ló en la obra de Lacan “que en el dis­cur­so cap­i­tal­ista se real­iz­a­ba un rec­ha­zo del amor”. Con la pub­li­cación de Para una izquier­da Laca­ni­ana (2009), Alemán ahondó en la polémi­ca sobre la ide­ología en la prác­ti­ca del psi­coanáli­sis, que no es úni­ca­mente una  ter­apéu­ti­ca exclu­si­va de las élites, es ante todo filosofía políti­ca hacia un hor­i­zonte de eman­ci­pación, de allí su vin­di­cación del pop­ulis­mo, del proyec­to nacional pop­u­lar. “Por últi­mo, la izquier­da laca­ni­ana debe sub­ver­tir la semán­ti­ca de la rev­olu­ción. Una izquier­da laca­ni­ana es siem­pre una ree­scrit­u­ra de un lega­do y una heren­cia, un desciframien­to que establez­ca y pruebe suerte con un nue­vo tipo de alian­za con la pul­sión de muerte inscri­ta en el modo en que la civ­i­lización acon­tece en el país” (2009).

La trilogía de ensayos, Cap­i­tal­is­mo. Crimen per­fec­to o eman­ci­pación (2018), Pan­de­mo­ni­un. Notas sobre el desas­tre (2020), Ide­ología. Nosotros en la época. La época en nosotros (2021), tocan a los nuevos suje­tos que se incubaron durante el neolib­er­al­is­mo y la pan­demia; suc­ciona­dos por la deu­da, anu­la­dos por el rendimien­to, sin pre­sente ni mañana. 

“.(..)agár­rame bien que este rayo viene jus­to sobre mi frente/ sál­vame que esta ola ha destru­i­do todos los puentes /cubrime que estas balas vienen de todos lados(…)” escribe Alemán en Río incur­able (2018), para quien la poesía ha sido el tor­rente que irri­ga la prác­ti­ca psi­coanalíti­ca. Prosigu­ien­do con nues­tra serie de entre­vis­tas a grandes escritores lati­noamer­i­canos, antes de la lle­ga­da de la hor­da anar­co cap­i­tal­ista, Matri­o­ta con­ver­só con Jorge Alemán sobre lo inapropi­able, a propósi­to de su Bre­viario políti­co de psi­coanáli­sis (2023) y de la reed­i­ción de Soledad: Común (2023), antic­i­pan­do así que la lucha antifacista lib­era de la neu­ro­sis. 

Matri­o­ta: Ultra­derecha, lumpen­bur­guesía, plu­toc­ra­cia, apolíti­ca, no futuro, necrop­olíti­ca ¿Cómo resuci­tar del crimen per­fec­to? ¿Qué escapa al capitalismo?

Jorge Alemán: Esa es una pre­gun­ta cru­cial. Últi­ma­mente, des­de dis­tin­tos lugares del pen­samien­to con­tem­porá­neo se esclare­cen mejor cómo son los dis­pos­i­tivos de poder pro­pios del cap­i­tal­is­mo, sus diver­sos mod­os de cap­tura de la real­i­dad, inclu­so sus man­eras de atra­par, con­sti­tuir, fun­dar, pro­mover la sub­je­tivi­dad, con lo cual se ha vuel­to urgente pen­sar en qué sería lo inapropi­able. Has pre­sen­ta­do un lis­ta­do de tér­mi­nos que pre­cisa­mente hablan de esta capaci­dad que ha tenido el neolib­er­al­is­mo, que es el nom­bre del cap­i­tal­is­mo en esta eta­pa, para pro­ducir estos dis­pos­i­tivos: la no políti­ca, las ultra­dere­chas, en fin, todo aque­l­lo que ha pro­duci­do blo­queos en los proyec­tos de eman­ci­pación. Des­de mi pun­to de vista, com­bi­no cua­tro pen­sadores, a los que encon­tré des­de mi juven­tud: Freud, Marx, Hei­deg­ger y Lacan. Para mí el primer pun­to es difer­en­ciar, estable­cer un hia­to, una dis­tan­cia entre aque­l­lo que está pro­duci­do por las rela­ciones de poder, y lo que ven­dría a ser la causa mate­r­i­al del suje­to. Hay muchos autores en donde todo se deri­va de las rela­ciones de poder, podríamos decir que es una inspiración fou­caultiana estable­cer cómo se van con­struyen­do dis­tin­tas áreas de la real­i­dad. Tam­bién está, lógi­ca­mente, la tradi­ción marx­ista que nos mues­tra las dis­tin­tas sobre­de­ter­mi­na­ciones que se pro­ducen a raíz del modo de con­stru­ir val­or por las rela­ciones sociales de pro­duc­ción en el cap­i­tal­is­mo. Sin embar­go, aunque vaya a ser apropi­a­do en un segun­do tiem­po, lo que orig­i­nar­i­a­mente me parece inapropi­able es el modo en que el suje­to se con­sti­tuye en lalen­gua. Para decir­lo en mis tér­mi­nos, como la exis­ten­cia hablante, sex­u­a­da y mor­tal surge siem­pre pre­ce­di­da, nun­ca unifi­ca­da, nun­ca a par­tir de sí mis­ma, nun­ca de un modo reflex­i­vo, surge siem­pre frac­tura­da, en el cam­po de lalen­gua, val­ién­dome de este neol­o­gis­mo que en cier­ta ocasión empleó Lacan. No se puede estable­cer una cronología con respec­to a esto, pero creo que ese surgimien­to lle­ga siem­pre antes que la cap­tura del poder; sin ese instante en donde surge una exis­ten­cia sex­u­a­da, hablante y mor­tal, no podríamos jamás dis­tin­guir lo que ha sido pro­duci­do por el poder, de lo que ha sido cau­sa­do por la lengua. Para mí no son equiv­a­lentes. No niego en abso­lu­to los dos vec­tores que inter­vienen aquí, tra­to de dis­tin­guir­los metodológi­ca­mente. Por ejem­p­lo, esto ya comen­zó des­de los ini­cios de Freud, la dis­tin­ción entre la repre­sión del incon­sciente y la repre­sión social, no par­tic­i­pan de la mis­ma lóg­i­ca, ni son pro­ced­imien­tos que se puedan recubrir. No es lo mis­mo la man­era en que el poder puede tratar la sex­u­al­i­dad, la muerte o el lengua­je, de hecho, en todos los tiem­pos históri­cos, siem­pre la exis­ten­cia estu­vo cap­tura­da, pre­ce­di­da y con­sti­tu­i­da por lalen­gua, por el sexo y por la muerte. Sin negar la his­to­ri­ci­dad de estos tres tér­mi­nos, man­ten­go siem­pre la difer­en­cia para pen­sar eso que el cap­i­tal­is­mo no podría apropi­ar, eso que el cap­i­tal­is­mo no podría cap­turar, man­ten­go siem­pre la dis­tan­cia entre los mod­os de surgimien­to de estas exis­ten­cias y lo que las rela­ciones de poder tra­man. Me parece que sin esa difer­en­cia se vuelve muy com­ple­jo, dado cómo se van exten­di­en­do los poderes del cap­i­tal­is­mo en su pre­sente eta­pa de finan­cia­rización, de vir­tu­al­ización, donde su exten­sión atraviesa plan­e­tari­a­mente todas las geografías, sería muy difí­cil de dis­tin­guir o situ­ar qué es lo inapropi­able. Des­de mi pun­to de vista, eso no quiere decir que se ahor­ren los prob­le­mas, más bien se suman; la con­sti­tu­ción de la exis­ten­cia hablante, sex­u­a­da y mor­tal lle­ga una milési­ma de segun­do —esto es una metá­fo­ra, no hay una cronología— antes que la cap­tura del poder. Es la úni­ca man­era en que la sin­gu­lar­i­dad de cada exis­ten­cia es irre­ductible, inclu­so es el úni­co modo en que puedo pen­sar el común de la igual­dad a través de estas sin­gu­lar­i­dades irre­ductibles. Para mí, el común de la igual­dad no es la homo­genei­dad que se puede estable­cer a par­tir de las masas que describió Freud en Psi­cología de las masas (1921), ni tam­poco el carác­ter equiv­a­len­cial de la mer­cancía. Me parece que la difer­en­cia abso­lu­ta está en la igual­dad, pero está en la igual­dad en la medi­da en que no tiene ningún atrib­u­to, surge como un vacío que el poder todavía no ha col­o­niza­do, no ha logra­do inter­venir en él, aunque inmedi­ata­mente lo haga. Pero me parece muy impor­tante señalar ese hia­to, esa distancia.

Si la ide­ología es eter­na ¿cuál es la batal­la de sen­ti­do en el seno del neolib­er­al­is­mo latinoamericano?

Vamos a ver, la expre­sión “la ide­ología es eter­na” pertenece a Louis Althuss­er, que se inspiró en Freud, quien nos dijo que “el incon­sciente es eter­no”, alude exac­ta­mente al prob­le­ma que esta­ba descri­bi­en­do. Eter­na quiere decir que no es que está con­sti­tu­i­da siem­pre de la mis­ma man­era, sino que inevitable­mente está siem­pre pre­sente, par­tic­i­pa con­sti­tu­ti­va­mente del modo en que el suje­to se rela­ciona con lo real. Hay ide­ología en Gre­cia, en Roma, en Bizan­cio, en la mod­ernidad y en la con­tem­po­ranei­dad, pero no va a ser nun­ca la mis­ma ide­ología, hay muta­ciones, espe­cial­mente en la época actu­al de acel­eración del cap­i­tal­is­mo, en lo que se conoce como el antropoceno o el tec­noseno o el homo eco­nom­i­cus, según los autores, hay varia­ciones de dis­tin­to tipo. Pero la ide­ología, al igual que la cat­e­goría de fan­tas­ma en Lacan, es un modo ontológi­co, podríamos decir, o estruc­tur­al, que deter­mi­na cómo el ser hablante, sex­u­a­do y mor­tal se rela­ciona con lo real, o sea, la real­i­dad es siem­pre ide­ológ­i­ca, siem­pre se con­struye de man­era ide­ológ­i­ca y fan­tas­máti­ca. Entre ide­ología y el fan­tas­ma hay una relación de fron­tera porosa, es difí­cil, hay que deter­mi­nar en cada caso has­ta dónde está operan­do la ide­ología, has­ta dónde está operan­do lo que podemos lla­mar el fan­tas­ma en psi­coanáli­sis. Althuss­er direc­ta­mente esquivó este prob­le­ma hablan­do de ide­ología incon­sciente, cap­tó, por sus primeras lec­turas de Lacan, que la ide­ología no podía ser sólo reduci­da al cam­po de la con­cien­cia, que la ide­ología no era un ejer­ci­cio reflex­i­vo, ni tam­poco era lo que la tradi­ción más canóni­ca del marx­is­mo decía: uno la puede atrav­es­ar a través de la prax­is cien­tí­fi­ca o de la prax­is mil­i­tante y quitarse de enci­ma la ide­ología. Althuss­er cap­tó que la ide­ología par­tic­i­pa­ba de un modo estruc­tur­al en la con­sti­tu­ción del suje­to, del mis­mo modo en que Freud cap­tó que el fan­tas­ma no es un defec­to psíquico, sino algo que orga­ni­za pri­mari­a­mente las rela­ciones del suje­to con su real­i­dad. Entonces, la ide­ología es tran­shistóri­ca, no es que ten­ga con­stantes históri­c­as que con­fir­men o desar­rollen su con­tenido, no hay nada de eso, sim­ple­mente, lo que lla­mamos la for­ma ide­ología, o la estruc­tura de la ide­ología, es tran­shistóri­ca en el sen­ti­do en que no hay ningu­na his­to­ria que pue­da ser habita­da o atrav­es­a­da sin ide­ología. Es decir, es una idea muy difer­ente creer que la ide­ología es nada más que una fal­sa real­i­dad, una fal­sa con­cien­cia que se puede, a través de la críti­ca o a través de algún otro tipo de pro­ce­so cog­ni­ti­vo, desmon­tar. Cuan­do era joven tuve la opor­tu­nidad de leer Ide­ología y los aparatos ide­ológi­cos del Esta­do (1970) de Louis Althuss­er. Uno de los últi­mos libros que escribí jus­ta­mente se lla­ma Ide­ología. Nosotros en la época. La época en nosotros (2021), fue una refor­mu­lación de un tema que a mí me parece que había queda­do soslaya­do, porque Althuss­er, como dije antes, habló direc­ta­mente de ide­ología incon­sciente, entonces, suprim­ió el prob­le­ma; lo impor­tante sería qué pertenece al incon­sciente, qué pertenece a la ide­ología. La escuela eslove­na tam­bién tiene la ten­den­cia de hablar de una ide­ología incon­sciente, las otras cor­ri­entes, más lig­adas a Ernesto Laclau, prác­ti­ca­mente se han desen­ten­di­do del tema porque el con­cep­to de hege­monía ocupó la escena.

Bre­viario políti­co de psi­coanáli­sis (2023)

“En cam­bio, Saer responde a esto de otra man­era: dice, yo lle­vo el lugar en mí, estoy frac­tura­do y divi­di­do por ese lugar, y lo pon­go a tra­ba­jar, es un paisaje lati­noamer­i­cano, es un lugar de llu­vias, de fies­tas pop­u­lares, de ríos; el río es muy impor­tante en Saer, ríos que además arras­tran muchísi­ma locura”.

Cuan­do te referiste a ese hia­to, a ese instante en el que ven­i­mos al mun­do, antes de que nos coopte el poder ¿ahí estaría la veta de la sub­je­tivi­dad que no es domes­ti­ca­ble, ese espa­cio que no es colonizable?

Para mi hay var­ios pen­sadores que podrían estar en ese mis­mo sur­co. Aquí entramos en un mun­do lleno de sutilezas, después sería intere­sante ver cuáles son las difer­en­cias. Cuan­do Agam­ben habló de la comu­nidad de los que no tienen comu­nidad, cuan­do el pro­pio Bataille habló de sober­anía, es decir, todos aque­l­los que han plantea­do una sin­gu­lar­i­dad sin iden­ti­dad, sin un mar­co iden­ti­tario que las defi­na de entra­da, una sin­gu­lar­i­dad que uno no pue­da cir­cun­scribir de inmedi­a­to a una iden­ti­dad. Ese es el pun­to al que has hecho aho­ra ref­er­en­cia, donde esa sin­gu­lar­i­dad, esa exis­ten­cia sex­u­a­da, hablante y mor­tal no puede ser reduci­da a los mar­cos de su identidad.

Cuan­do el chamán en el mun­do andi­no sale de la cotid­i­an­idad con sus­tan­cias cer­e­mo­ni­ales como el San Pedro ¿hay un acce­so a ese espa­cio indomable, donde se rompe esa identidad?

Sí. Mi expe­ri­en­cia fue en la zona de Iqui­tos con la ayahuas­ca. Creo que sí, el prob­le­ma ahí es que se tra­ta de comu­nidades con­sti­tu­idas, o sea, que se ingre­sa o no a una comu­nidad que ya tiene una mar­ca iden­ti­taria. El asun­to sería, si lo pen­samos en la lóg­i­ca del cap­i­tal­is­mo, qué posi­bil­i­dades habría de con­sti­tuir, pero es una con­je­tu­ra muy abier­ta, un espa­cio común de igual­dad, en donde esa sin­gu­lar­i­dad no quede de entra­da clausura­da en las iden­ti­dades que fijan al suje­to a un deter­mi­na­do esta­do de cosas. La ver­dadera difer­en­cia, la difer­en­cia que nos vuelve irre­ductibles a unos con otros, es a la vez el cam­po de la igual­dad, es donde ver­dadera­mente somos iguales. Por eso la igual­dad es tan difí­cil de pen­sar, porque la igual­dad no es que yo for­mo parte de tal tribu o tú for­mas parte de tal otra, la igual­dad no se deduce de la perte­nen­cia a una comu­nidad; con todo el respeto que le ten­go a las comu­nidades, a los pueb­los orig­i­nar­ios, sobre todo a aque­l­las comu­nidades que están oprim­i­das, que resisten a su desapari­ción histórica.

Con los últi­mos suce­sos en Níger y en Burk­i­na Faso en África, vemos otro brote de guer­ra de la dis­pu­ta inter­impe­r­i­al por el orden mundi­al ¿crees posi­ble que Améri­ca Lati­na se con­vier­ta en otro esce­nario de guer­ra sub­sidiaria entre Chi­na y EEUU, entre el bloque Euroasiáti­co y Occidente?

Améri­ca Lati­na tiene con­stantes históri­c­as y tradi­ciones políti­cas que la hacen difer­ente de África, pero no hay que olvi­dar que com­par­ti­mos el mis­mo prob­le­ma del extrac­tivis­mo, el mis­mo prob­le­ma de las mate­rias pri­mas en dis­pu­ta, el mis­mo prob­le­ma de un mun­do que va a actu­alizar de dis­tin­tas man­eras su cap­i­tal­is­mo por despos­esión. Somos can­didatos a que esas mate­rias pri­mas, que han esta­do todo el tiem­po sin ningún con­trol democráti­co por parte de los Esta­dos lati­noamer­i­canos, mejor dicho, la may­or parte del tiem­po hubo inten­tos de estable­cer un con­trol democráti­co de las riquezas, pero nun­ca pudieron ser ver­dadera­mente expropi­adas hacia los bienes comunes. La Argenti­na tiene una de las reser­vas de litio más impor­tantes del mun­do, jun­to con Bolivia, vemos que hay una dis­pu­ta por la hege­monía mundi­al, clarísi­ma­mente, sobre todo entre Chi­na y Esta­dos Unidos, pero Chi­na empieza ya a mostrar que está en condi­ciones, inde­pen­di­en­te­mente de la cor­relación mil­i­tar de fuerzas, en dis­putar ese lugar. Va a depen­der muchísi­mo de la capaci­dad políti­ca que exista en nue­stro con­ti­nente, porque capaci­dad mil­i­tar no vamos a ten­er ningu­na, de gener­ar movimien­tos pop­u­lares que puedan fun­cionar, como decía Wal­ter Ben­jamin, de freno de mano. 

Es como si hubiéramos sido preser­va­dos para que nues­tras mate­rias pri­mas sean repar­tidas por los amos del mun­do. La pre­gun­ta sobre las condi­ciones de posi­bil­i­dad para que Améri­ca Lati­na sea hab­it­able siem­pre está abier­ta. Por tími­dos que hayan sido los proyec­tos nacionales y pop­u­lares de las décadas ante­ri­ores, sin embar­go, fueron inso­porta­bles para la expan­sión per­ma­nente de los Esta­dos Unidos. No hicieron posi­ble que nada de eso se pudiera sosten­er, ni el proyec­to de Evo en Bolivia, ni el proyec­to de Cor­rea en Ecuador, ni el proyec­to de Chávez en Venezuela, ni el proyec­to de los Kirch­n­er en Argenti­na encon­traron vías de sosteni­bil­i­dad. Espero que no ten­ga las dimen­siones trág­i­cas de África, con­fío en que somos un con­ti­nente que siem­pre ha esta­do en la con­tien­da, que tiene una base políti­ca y filosó­fi­ca impor­tante para esa con­tien­da. Pero tam­bién depende de cómo se vayan dan­do las próx­i­mas batal­las culturales.

En Ide­ología. Nosotros en la época. La época en nosotros (2021), afir­mas que hay cosas que el cap­i­tal­is­mo no se puede apropi­ar, como el due­lo, la memo­ria y el deseo ¿es des­de la poesía dónde se podría artic­u­lar una posi­bil­i­dad de emancipación?

Pre­cisa­mente, el due­lo, la memo­ria y el deseo son los que pueden encar­nar lo inapropi­able des­de la poesía. Frente a las dis­tin­tas man­eras de cod­i­ficar que tiene el cap­i­tal­is­mo actu­al, con respec­to a todas las expe­ri­en­cias humanas; las nefas­tas obras de autoayu­da, los con­cep­tos de autoes­ti­ma, resilien­cia, inclu­so la ori­entación de cier­tos ensayos filosó­fi­cos que pare­cerían quer­er dar indi­ca­ciones sobre cómo vivir la bue­na vida, o la vida que se debe vivir. El due­lo es impor­tan­tísi­mo porque no es una operación neg­a­ti­va, sino acti­va, creo que nues­tra gen­eración tiene que hac­er el due­lo por la rev­olu­ción tal como la con­ce­bi­mos, como una ley históri­ca inex­orable, que nadie iba a poder deten­er, que las con­tradic­ciones del cap­i­tal­is­mo llev­a­ban inevitable­mente a la rev­olu­ción. Es el más duro de los due­los, pero hay que hac­er­lo, porque hay que inven­tar otra man­era de pen­sar el proyec­to de eman­ci­pación, dis­tin­ta a esa ley hegeliana de la his­to­ria que nos con­ducía hacia la rev­olu­ción, por lo tan­to, el due­lo por la Rev­olu­ción me parece impor­tan­tísi­mo. En la poesía están los instru­men­tos; la memo­ria, por supuesto, porque después de todo nue­stro tra­ba­jo y aho­ra más que nun­ca, con­siste en inter­pre­tar los lega­dos, las heren­cias; rein­ven­tar­las, dar­les nuevos alcances, nuevas man­eras de emerg­er a través de esos lega­dos. Al comien­zo de esta entre­vista se nom­bró la pal­abra ultra­derecha, la ultra­derecha es una máquina de deshis­tor­izar gente, de deshis­tor­izar a amplios sec­tores de la población. Y en el deseo veo siem­pre la insis­ten­cia, lo que hace que se insista una y otra vez, que no se esté esperan­do el buen resul­ta­do, no se tra­ta de obten­er la fór­mu­la final, el logro, la con­quista defin­i­ti­va; el deseo es siem­pre el resul­ta­do, cuan­do están conec­ta­dos el due­lo, la memo­ria y el deseo, el deseo siem­pre es una insistencia.

¿Qué encon­tramos en el pen­samien­to laca­ni­ano para decod­i­ficar al suje­to escindi­do de hoy?

Uno de los temas más intere­santes de Lacan es adver­tirnos siem­pre sobre las ped­a­gogías que están fun­cio­nan­do de una man­era cada vez más potente en todas partes, acer­ca de cómo se debe ten­er la bue­na vida, cómo se debe amar, cómo se debe ten­er éxi­to, cómo se debe acer­tar en las elec­ciones. Para mí la enseñan­za más impor­tante de Lacan es man­ten­er­nos abier­tos a las con­tin­gen­cias, a lo impre­vis­i­ble, a lo que no esta­ba en el pro­gra­ma y sucede, en todos los ámbitos, en el ámbito políti­co, en el ámbito poéti­co, en el ámbito amoroso. Lacan expli­ca de dis­tin­tas man­eras cómo hay una relación con lo real que nun­ca puede quedar estable­ci­da bajo una for­ma defin­i­ti­va, sino que siem­pre está abier­ta a un juego que va des­de la imposi­bil­i­dad has­ta la contingencia.

Mucho antes de que los neu­ro­cien­tí­fi­cos andaran suel­tos, la salud men­tal se volvió  un priv­i­le­gio de clase, además hay otra ten­den­cia para­lela: reducir al arte a una prác­ti­ca ter­apéu­ti­ca, un arte higi­en­iza­do, sin poten­cia daimóni­ca, que ape­nas es neuromarketing. 

Históri­ca­mente, el arte ha sido un gran refu­gio para muchas per­sonas que estando locas no se des­en­ca­denaron como psicóti­cas, lograron alcan­zar a través de su relación con algún tipo de arte, un asien­to, un ancla­je, un pun­to de amarre en esta vida. Esto cada vez es más difí­cil, porque el arte está cada vez más cap­tura­do por todo ese equipo de galeris­tas, marchands, críti­cos, que han logra­do, sobre todo esto se ve en España, con sus grandes museos y sus grandes exposi­ciones, han hecho ingre­sar defin­i­ti­va­mente al arte en la sociedad del espec­tácu­lo. Después está el aspec­to ter­apéu­ti­co: “escribe que te va a hac­er muy bien a la salud, sé artista”, como si fuera un mecan­is­mo expre­si­vo, como si fuera nada más que una cuestión que com­pete al pro­pio suje­to en su pura expre­sión. No me opon­go a que cada uno quiera expre­sar sus cosas tal como le ven­gan en gana, pero sigo sien­do par­tidario de que el cam­po poéti­co, el cam­po del arte debe ten­er su pro­pio rig­or, debe ten­er su pro­pio orden de com­posi­ción y dar cuen­ta del mis­mo. No me opon­go a que se trans­forme per­ma­nen­te­mente, pero sí me intere­sa ver qué es lo que se pone en juego cada vez. No creo que sea pura expre­sivi­dad, “haz­lo porque te hace bien”. No, no sé si me va a hac­er bien, si uno lo hace es porque no tiene más reme­dio que hac­er­lo, si va a hac­er bien o no, esa una cuestión muy dis­tin­ta. Respec­to la salud men­tal, des­de el momen­to en que la indus­tria far­ma­céu­ti­ca, más las neu­ro­cien­cias, aunque se vayan a pelear los psicól­o­gos, pero las teorías cog­ni­ti­vo con­duc­tuales han real­iza­do una apropiación téc­ni­ca de la sub­je­tivi­dad, de tal man­era que la locu­ra hace rato se dejó de comprender.

¿Por qué la obra de Juan José Saer es clave para enten­der cómo se escribe después de Borges?

A mí lo que me interesó de Saer es que se fue a París, pero no hay casi nada de la cul­tura france­sa en su obra, tiene en su cabeza un lugar, ese lugar es inde­ter­mi­na­do, eso no es nue­vo en la lit­er­atu­ra lati­noamer­i­cana, pero uno lo puede más o menos imag­i­nar. Conoz­co la zona de Saer, está en las provin­cias argenti­nas de San­ta Fe y Entre Ríos, pero Saer explo­ra el lugar, a difer­en­cia de Borges, que se pierde de man­era mag­ní­fi­ca y extra­or­di­nar­ia por una bib­liote­ca uni­ver­sal, donde se deter­mi­na una especie de secuen­cia de autores, de galerías; Borges tiene un gesto sober­a­no, porque viene a decir, (esto no lo puedo decir la izquier­da en su época), que el orig­i­nal no es más impor­tante que la copia, la copia puede ser mejor que el orig­i­nal; a Borges no le intere­sa ser español, tam­poco lo con­vence el canon de la lit­er­atu­ra uni­ver­sal, tomó el mazo de car­tas y repar­tió de nue­vo. Con lo cual el pro­ced­imien­to de Borges se vuelve muy difí­cil de resolver, es como si estu­viera ahí, sin haber sali­do de Argenti­na, luego de haberse ido cuan­do joven por ape­nas un tiem­po, en un bar­rio de Buenos Aires, como emplea­do munic­i­pal de una bib­liote­ca, y decide armar su pro­pio canon; le da igual lo que han dicho sobre Joyce, sobre Kaf­ka, o sobre Cer­vantes, el vuelve a dar las car­tas; después, está lleno de ton­terías, en el fon­do, su proyec­to políti­co no son las estu­pid­e­ces políti­cas que dijo, ni las  posi­ciones reac­cionar­ias que siem­pre tuvo, sino el de Pierre Menard, autor del Qui­jote (1941), es decir, se puede escribir El Qui­jote (1605) de nue­vo, el orig­i­nal no es tan impor­tante porque la copia lo puede mejo­rar. Esto, en un país como la Argenti­na, que vive obse­sion­a­do por las bue­nas tra­duc­ciones, si la tra­duc­ción es la per­ti­nente, qué se yo, me parece muy interesante. 

En cam­bio, Saer responde a esto de otra man­era: dice, yo lle­vo el lugar en mí, estoy frac­tura­do y divi­di­do por ese lugar, y lo pon­go a tra­ba­jar, es un paisaje lati­noamer­i­cano, es un lugar de llu­vias, de fies­tas pop­u­lares, de ríos; el río es muy impor­tante en Saer, ríos que además arras­tran muchísi­ma locu­ra. Eso me parece muy impor­tante, la pres­en­cia de la locu­ra, que Borges nun­ca quiso asumir, pero en Saer, si uno lee El ente­na­do (1982), te impone esa pre­gun­ta, de qué está hablan­do este tipo, qué le está pasan­do. Fíjate, tuve la opor­tu­nidad de via­jar una vez en tren con Saer, sin cono­cer­lo, resul­ta que su esposa era psi­coanal­ista, lam­en­ta­ble­mente yo no conocía su obra. Hice un via­je Madrid-Barcelona y no tuve la opor­tu­nidad de trans­mi­tir nada de la admiración enorme que aho­ra sien­to porque todavía no lo había des­cu­bier­to. Me enteré hablan­do con él que era un gran jugador, que le interesa­ba mucho el juego, el juego de jugar es jugar por dinero, como pasión per­son­al. Pero después ya lo empecé a leer. El prob­le­ma de los escritores después de Borges fue como salir de la tram­pa bor­giana. Hay otras respues­tas en Améri­ca Lati­na, pero en el caso de Argenti­na, la man­era en que Saer tra­ta el lugar, topológi­ca­mente, no hay nada de cos­tum­bris­mo, ese lugar puede estar en cualquier lugar del mun­do, sin embar­go, no tiene nom­bre porque sobre ese lugar Saer exper­i­men­ta un modo de nar­rar, de con­stru­ir nar­ra­ciones con la lengua extra­or­di­nar­i­a­mente cuida­doso. Además, muy difer­en­ci­a­do del tron­co español, o lati­noamer­i­cano que podrían seguir otros autores como Var­gas Llosa, Gar­cía Márquez.

Ide­ología. Nosotros en la época. La época en nosotros (2021)

“Me parece que la difer­en­cia abso­lu­ta está en la igual­dad, pero está en la igual­dad en la medi­da en que no tiene ningún atrib­u­to, surge como un vacío que el poder todavía no ha col­o­niza­do, no ha logra­do inter­venir en él, aunque inmedi­ata­mente lo haga. Pero me parece muy impor­tante señalar ese hia­to, esa distancia”.