Antena Matriota

Identidades ad hoc

Retra­to por Fran­cis­co Galárraga

— Entre­vista a Nan­cy Giampaolo —

El con­trol, la vig­i­lan­cia, la dom­i­nación y la col­o­nización están amal­ga­ma­dos a la cul­tura de masas; los grandes medios y las insti­tu­ciones educa­ti­vas se encar­gan de propa­gar la suje­ción ide­ológ­i­ca: si bien en la antigüedad esta­ba claro que ese rol lo cumplía la religión, hoy, el sub­or­di­na­do se pien­sa como el dom­i­nador, en sus labios nun­ca fal­tan los dis­cur­sos eman­ci­pa­to­rios que oper­an para los intere­ses financieros neolib­erales, un pulpo glob­al de miles de orga­ni­za­ciones sin fines de lucro, finan­ciadas por el lucro; una gob­er­nan­za glob­al lib­er­al con fran­qui­cia local, que mien­tras mas enfa­ti­za en val­ores como la lib­er­tad, la democ­ra­cia, el human­is­mo, los dere­chos, la igual­dad, menos los prác­ti­ca; un cuar­to de espe­jos de dobles y triples sig­nif­i­cantes en el que nave­ga la seg­mentación de causas y sus pri­or­i­dades en la pro­duc­ción de con­tenidos y nar­ra­ti­vas políti­co culturales. 

De esto y más con­ver­samos con Nan­cy Giampao­lo, peri­odista, guion­ista y docente, auto­ra de tres libros fun­da­men­tales para enten­der las derivas de los fem­i­nis­mos de la Argenti­na. Los volúmenes de artícu­los y entre­vis­tas de Género y políti­ca en tiem­pos de glob­al­is­mo (Nomos, Buenos Aires, 2021), Fem­i­nis­mos. Lib­eración y depen­den­cia (Grupo edi­to­r­i­al Sur, Buenos Aires, 2021), y La lit­er­atu­ra frente al mer­ca­do y el Esta­do (Casagrande edi­to­r­i­al, Buenos Aires, 2021). 

Matri­o­ta: ¿Es la políti­ca de género un arma del neoliberalismo?

Nan­cy Giampao­lo: Cuan­do hablam­os de neolib­er­al­is­mo, me gus­ta tomar como ref­er­ente a la filó­so­fa norteam­er­i­cana Nan­cy Fras­er. Ella sostiene que las reivin­di­ca­ciones de minorías en gen­er­al fueron y son absorbidas por difer­entes estruc­turas como ONGs, fun­da­ciones y demás a fin de artic­u­lar jun­to a par­tidos políti­cos y otros actores un cuer­po de políti­cas que, efec­ti­va­mente, ter­mi­naron por ser fun­cionales a lo que enten­demos por neolib­er­al­is­mo. Sitúa el pun­to de par­ti­da de este fenó­meno en los años de Bill Clin­ton, cuan­do la sociedad norteam­er­i­cana empezó a imbuirse en un mar de dis­cur­sos aparente­mente vin­di­ca­to­rios de los gru­pos des­fa­vore­ci­dos mien­tras se cor­roía la indus­tria del país y el sis­tema de tra­ba­jo se pre­cariz­a­ba cada vez más. 

¿Cómo lees a las agen­das glob­al­izado­ras, a sus relatos cor­po­ra­tivos den­tro de las políti­cas de género?. ¿Es posi­ble dar la batal­la al vaci­amien­to de toda causa justa?

Creería que es posi­ble dar una batal­la cul­tur­al apoyán­dome en el hecho de que muchos la están dan­do a lo largo del mun­do. Aho­ra bien, el éxi­to o el fra­ca­so de esa batal­la se verá con el tiempo. 

La Mod­ernidad Mun­do atraviesa al Esta­do, la nación y la clase bajo rela­ciones asimétri­c­as de dom­i­nación. Si solo hay una hege­monía cul­tur­al lib­er­al occi­den­tal: ¿Es factible una agen­da glob­al que sea eman­ci­pa­to­ria y no un dis­pos­i­ti­vo de dominación? 

Por el momen­to, lo que enten­demos como agen­da glob­al está en con­tra de cualquier tipo de eman­ci­pación real de los pueb­los porque se digi­ta des­de las elites. Ante eso, algunos filó­so­fos con­tem­porá­neos, sobre todo fil­i­a­dos a la izquier­da, como el ital­iano Diego Fusaro o un tiem­po antes el español Gus­ta­vo Bueno, han hecho hin­capié en la necedad de seguir cul­ti­van­do la iden­ti­dad nacional y algu­nas tradi­ciones como una for­ma de resisten­cia a la fagoc­itación de las iden­ti­dades que son resul­ta­do de sig­los de his­to­ria por parte de una elite que bus­ca impon­er un pack de iden­ti­dades ad hoc. 

Hay quienes pien­san que la clase no deter­mi­na al suje­to históri­co, ¿es posi­ble la igual­dad de género sin lucha de clases?

Des­de mi man­era de ver no. Pen­sar que las necesi­dades y prob­le­mas de una mujer de país­es per­iféri­cos como los nue­stros es idén­ti­ca a las de una mujer de país­es que for­man parte de lo que enten­demos por primer mun­do es de una ingenuidad escalofri­ante. Lo mis­mo den­tro de un mis­mo país o sociedad, en Argenti­na hay un 50 por cien­to de pobreza, lógi­ca­mente el fem­i­nis­mo debe aten­der a ese fenó­meno con coheren­cia para ten­er algu­na razón valed­era de ser. 

Ante el fem­i­nis­mo hegemóni­co, ¿exis­ten fac­ciones den­tro del fem­i­nis­mo con un ver­dadero proyec­to políti­co pop­u­lar, arraiga­do en lo local,  a quienes sumarse en las mov­i­liza­ciones por venir? 

Exis­ten movimien­tos de mujeres muy diver­sos en todo el mun­do. Están las mujeres de Chi­a­pas y sus luchas lig­adas a la vida campesina y rev­olu­cionar­ia, hay fem­i­nis­mos islámi­cos con car­ac­terís­ti­cas vari­adas a lo largo de todo el mun­do musul­mán, que son fem­i­nis­mos con desafíos int­elec­tuales muy grandes pues deben com­pat­i­bi­lizar con el Corán y la sharía, amén de los intere­ses políti­cos y geopolíti­cos cruza­dos de todo medio ori­ente, hay fem­i­nis­mos indi­genistas… Diría que la clave para detec­tar la aut­en­ti­ci­dad de estos movimien­tos, como de cualquier activis­mo — y con aut­en­ti­ci­dad quiero decir capaci­dad conc­re­ta de mejo­rar la vida de aque­l­los a quienes rep­re­sen­tan en primer lugar — hay que ras­trear la ruta del dinero. Si detrás de un movimien­to indi­genista, por ejem­p­lo, tenés una fun­dación glob­al­ista, estás frente a algo que no va a bre­gar por mucho más que los pro­pios intere­ses glob­al­is­tas que, como ven­i­mos vien­do, no son los de las may­orías, ni las de los gru­pos sub rep­re­sen­ta­dos a los que el glob­al­is­mo pre­tende absorber. Y así en todos los casos: la finan­ciación es clave porque el que paga siem­pre tiene la últi­ma pal­abra. No se puede hablar de empoderamien­to si el dinero para un activis­mo sale de un organ­is­mo o ente con intere­ses que van por otro lado.

Al ser un ref­er­ente en Lati­noaméri­ca, los movimien­tos fem­i­nistas de Argenti­na tam­poco escapan a la gri­eta region­al entre la izquier­da rad­i­cal (Cuba, Venezuela) y el pro­gre­sis­mo (Chile, Argenti­na). Des­de lejos no son apre­cia­bles los ban­dos y las dis­putas que lo intre­gran. ¿Hay deter­mi­na­ciones de clase en su inte­ri­or, hay ten­siones entre glob­al­is­mo y soberanismo?

No veo que en Argenti­na exista un fem­i­nis­mo aten­to a la sober­anía en tér­mi­nos con­cre­tos. Muchas fem­i­nistas hablan en Twit­ter de cosas como la jus­ti­cia social, mien­tras que otras vin­di­can movi­das extran­jer­izantes como el Me too, pero más allá de lo mera­mente dis­cur­si­vo, de la sober­anía no se ocu­pa nadie. O aún peor: la min­is­tra de género se ufana de cada reunión que tiene con los emba­jadores británi­cos ¡Imag­i­nate!  

Cier­tos fem­i­nis­mos pare­cen no ten­er una per­spec­ti­va geopolíti­ca, ni la redis­tribu­ción de la riqueza ni las divi­siones de clase apare­cen en su pro­gra­ma, además, en algunos casos, pare­cen care­cer de un proyec­to ant­i­cap­i­tal­ista o post­cap­i­tal­ista. ¿Qué se viene después de la legal­ización del abor­to? ¿Una agen­da nacional y pop­u­lar o los holo­gra­mas del neolib­er­al­is­mo progresista?

Des­gra­ci­ada­mente tien­do a pen­sar que se vienen esos holo­gra­mas que decís. La geopolíti­ca por el momen­to no parece ser una dis­ci­plina que atraiga a nues­tras ref­er­entes y activis­tas con lle­ga­da a los grandes medios. Más bien se entu­si­as­man con nociones como “respon­s­abil­i­dad afec­ti­va”, “empatía” o el, a esta altura bas­tante hila­rante slo­gan “yo te creo her­mana”. Como mujer, me avergüen­zo bas­tante de ese entu­si­as­mo excluyente por el costa­do vin­cu­lar y o afec­ti­vo, en detri­men­to del pen­samien­to situ­a­do de cara a un mun­do que, geopolíti­ca­mente, se está reconfigurando. 

Por­ta­da de Género y políti­ca en tiem­pos de glob­al­is­mo (Nomos, Buenos aires, 2021), ensayo de Nan­cy Giampaolo. 

Pen­sar que las necesi­dades y prob­le­mas de una mujer de país­es per­iféri­cos como los nue­stros es idén­ti­ca a las de una mujer de país­es que for­man parte de lo que enten­demos por primer mun­do es de una ingenuidad escalofriante.

Después de los escraches, esta puede ser una impre­sión equiv­o­ca­da, el #MeToo sirvió para que los ver­daderos depredadores se blind­en. Se instaló la pre­sun­ción de cul­pa­bil­i­dad para unos pocos. Aún así, ¿por qué muchos de los señal­a­dos gozan de impunidad hoy en día? ¿Has­ta dónde lle­ga la impu­gnación al sis­tema de jus­ti­cia del movimien­to feminista? 

Te diría que el #Me Too no es más que una ver­tiente insignif­i­cante en tér­mi­nos de mejo­rar la vida de las mujeres den­tro del fem­i­nis­mo en gen­er­al. Como dijo la históri­ca escrito­ra fem­i­nista france­sa Cather­ine Mil­let se tra­ta de “un grupo de mil­lonar­ias” que no rep­re­sen­ta ni por aso­mo al con­jun­to de las mujeres. Y coin­ci­do en que la util­i­dad de la movi­da de escrachar hom­bres por parte de actri­ces de Hol­ly­wood ha sen­ta­do mal­os prece­dentes en cuan­to a pre­sun­ción de inocen­cia y demás pero tam­bién per­mi­tió que muchas mujeres se dier­an cuen­ta de que un fem­i­nis­mo de elite no les sirve para nada. 

La últi­ma con­quista de los fem­i­nis­mos en algunos país­es de la región ha sido la legal­ización del abor­to. Pero parece una con­quista en peli­gro, el avance de la ultra­derecha menosca­ba los dere­chos sex­u­ales y repro­duc­tivos. Pero ¿esos mis­mos fem­i­nis­mos podrían pon­er en peli­gro a su propia con­quista? Parafrase­an­do a cier­to per­son­aje de la mil­i­tan­cia rio­platense: ¿Cuán­to le fal­ta al fem­i­nis­mo para salir a mar­char con­tra el aborto?

No creo que pon­gan en peli­gro su propia con­quista porque el énfa­sis puesto en la san­ción de las leyes de abor­to ha sido extra­or­di­nario. En lo per­son­al, lamen­to que ese énfa­sis no se haya puesto tam­bién en otros pun­tos que, como argenti­na y lati­noamer­i­cana, me pare­cen igual de impor­tantes, como la reg­u­lación de leyes que amparen a las madres tra­ba­jado­ras de la pre­carización lab­o­ral extrema que pade­cen muchos país­es, entre otras cuen­tas pen­di­entes. Por otra parte, si bien hay gob­ier­nos locales que pueden hac­er cumplir o no la ley, el abor­to legal y facil­i­ta­do des­de el Esta­do medi­ante la admin­is­tración gra­tui­ta de fár­ma­cos como el miso­pros­tol es algo que responde a un cli­ma de época con­tra el que no se puede ir demasi­a­do en contra. 

Jus­ta­mente, el movimien­to fem­i­nista quiere influir en las políti­cas públi­cas, pero val­ién­dose de datos impre­cisos e incom­ple­tos, como señala la filó­so­fa argenti­na Rox­ana Kreimer. Dichas políti­cas públi­cas de inspiración fem­i­nista son erráti­cas, no lle­gan a quien prom­e­ten ben­e­fi­ciar. ¿Estas políti­cas fal­l­i­das no están alen­tan­do el surgimien­to de un pop­ulis­mo de derechas?

La fal­ta de datos reales o con­cre­tos suma­da en muchos casos a el falseamien­to de los datos es, jun­to a cier­tas ver­tientes extremas que lla­man direc­ta­mente a silen­ciar a los varones o elim­i­nar la pre­sun­ción de inocen­cia para ellos entre otras atro­ci­dades, lo más flo­jo del últi­mo fem­i­nis­mo. Y si, es prob­a­ble — y esper­a­ble y lógi­co — que despierte reac­ciones de todo tipo. En cuan­to a las cat­e­gorías derecha e izquier­da tam­bién pre­fiero remi­tirme a Nan­cy Fras­er y hablar de “neolib­er­al­is­mo pro­gre­sista” o “pop­ulis­mo reac­cionario” dan­do a enten­der cómo se han hib­ri­da­do, y como ya es muy difí­cil hablar de una izquier­da o una derecha puras. 

Muchos movimien­tos cul­tur­ales y políti­cos de Lati­noaméri­ca han sido inter­venidos des­de el exte­ri­or por la agen­da del gob­ier­no norteam­er­i­cano. El fem­i­nis­mo no ha sido la excep­ción. ¿Qué le espera a esos  sec­tores minori­tar­ios, ide­ol­o­giza­dos, para­peta­dos en la acad­e­mia, en fun­da­ciones o en organ­is­mos inter­na­cionales, siem­pre ampli­fi­ca­dos por los medios hegemóni­cos, siem­pre lis­tos a mor­alizar la dis­cusión des­de la cor­rec­ción política?

No soy bue­na para hac­er futur­is­mo, real­mente no sé qué les espera. Pero si advier­to que por fuera de esos espa­cios que men­cionás (la acad­e­mia, las ONGs, los medios hegemóni­cos) son sec­tores que no cuen­tan con un ver­dadero apoyo pop­u­lar. En Argenti­na, fuera de los ínfi­mos cir­cuitos for­ma­dos por insti­tu­ciones, activis­tas de redes sociales, medios finan­cia­dos por la pau­ta ofi­cial o fun­da­ciones y par­tidos políti­cos que ponen dinero des­de las som­bras más algu­nas car­reras de algu­nas uni­ver­si­dades, el éxi­to del fem­i­nis­mo no se ver­i­fi­ca. En tan­to la economía está cada día peor para mujeres, hom­bres, niñas, niños, per­sonas no bina­rias y ancianos por igual, la decla­ma­da “rev­olu­ción fem­i­nista” no encuen­tra un lugar para hac­er valer su pre­sun­ta exis­ten­cia. Has­ta se ha crea­do un Min­is­te­rio de género que a esta altura es para el votante ofi­cial­ista una “opor­tu­nidad per­di­da” y para el resto de los votantes un nego­cio en el que se pone mucho dinero que se gas­ta en cosas innece­sarias o que se pierde por ahí. Para col­mo, con la pan­demia, hubo muchos casos de mujeres vio­len­tadas en sus hog­a­res durante las cuar­ente­nas que no encon­traron amparo estatal de ningún tipo. 

Los dis­cur­sos son inclu­sivos, pero los pre­cios son excluyentes. Deter­mi­na­dos avances de dere­chos se han dado sin inco­modar al poder, de hecho, has­ta pare­cen impul­sar­los. ¿Por qué se conce­den dere­chos a seg­men­tos sociales especí­fi­cos, dejan­do por fuera a grandes sec­tores? ¿Cuán­to más esta­mos dis­puestos a soportar? 

Todo parece indicar que la dialéc­ti­ca de las minorías, la inclusión, los dere­chos y las leyes es la que signa este siglo. El poder, com­puesto a grandes ras­gos por el sis­tema financiero, los gob­ier­nos, los entes transna­cionales que deci­den muchas veces con­tra los mis­mos pueb­los que dicen pro­te­ger y las cor­po­ra­ciones cada vez más oligopóli­cas, encon­traron en esos dis­cur­sos que sue­nan tan humanos y ami­ga­bles, un medio para cre­cer y per­pet­u­arse.  Entonces se reparten dere­chos que luego no se cumplen o que no respon­den al interés de las may­orías y se leg­is­la para algunos sí y para otros no. En esto de pro­mul­gar leyes y ges­tar dere­chos que sólo cor­ren para algunos sec­tores la seg­mentación social encuen­tra su mejor cal­do de cul­ti­vo. Y ya sabe­mos que no hay nada que le sir­va mejor al poder que la división de las may­orías. Divide y reinarás… 

La lit­er­atu­ra escri­ta por mujeres hoy es pre­dom­i­nante. En esas obras, ¿encuen­tras una críti­ca a las nociones de patri­ar­ca­do, algún replanteo de los fem­i­nis­mos frente a la higi­en­ización de las indus­trias cul­tur­ales, o las tra­mas sin aura del neolib­er­al­is­mo pro­gre­sista. ¿En cuáles escrit­uras te recono­ces, qué poéti­cas reivindicas? 

Como lec­to­ra no me fijo por nor­ma en sí algo está hecho por mujeres, hom­bres y disiden­cias sex­u­ales. Tam­poco me intere­san cat­e­gorías como juve­nil, infan­til y adul­tos. Leo la lit­er­atu­ra como una sola. Pero a niv­el mer­ca­do es obvio que las autoras, edi­to­ri­ales y los edi­tores se han col­ga­do del fenó­meno fem­i­nista para encuadrar tra­ba­jos que, cuan­do son pan­fle­tar­ios, sue­len care­cer de cualquier otro val­or. Ten­go un libro pub­li­ca­do, La lit­er­atu­ra frente al mer­ca­do y el Esta­do. Radi­ografía de la cor­rec­ción políti­ca (Casagrande Edi­to­r­i­al, Buenos Aires, 2019), con entre­vis­tas a cua­tro escritores argenti­nos (Alan Pauls, Ana María Shua, Ari­ana Har­wicz y Mar­tin Kohan) con los que trata­mos estos temas. En algunos pasajes Shua y Har­wicz hablan de esto des­de su lugar de autoras en for­ma críti­ca. No puedo parafrasear demasi­a­do pero sí acor­dar con ellas en que difí­cil­mente una obra plan­ta­da des­de una posi­ción sec­taria ten­ga algu­na trascen­den­cia en el tiem­po y la memo­ria de los lectores. 

Por­ta­da de La lit­er­atu­ra frente al mer­ca­do y el Esta­do, un libro de entre­vis­tas de Nan­cy Giampaolo. 

Género y políti­ca en tiem­pos de glob­al­is­mo ter­mi­na con una lec­tura reivin­di­ca­to­ria de Evi­ta, aparente­mente extem­poránea por incómoda. 

No la veo como reivin­di­ca­to­ria, más bien tomo la figu­ra de quien, a todas luces, es la mujer con may­or proyec­ción inter­na­cional de mi país y hablo de ella sin los ses­gos que el fem­i­nis­mo ofi­cial­ista (que es menos per­o­nista que kirch­ner­ista) le impu­so. Llamo a revis­i­tar­la como lo que real­mente fue: un per­son­aje lleno de con­tradic­ciones, tenaz, intrépi­do y ele­gante, ama­do y odi­a­do, pero fun­da­men­tal­mente recor­da­do por todos nosotros aún siete décadas después de su muerte. 

En cuan­to a las cat­e­gorías derecha e izquier­da tam­bién pre­fiero remi­tirme a Nan­cy Fras­er y hablar de “neolib­er­al­is­mo pro­gre­sista” o “pop­ulis­mo reac­cionario” dan­do a enten­der cómo se han hib­ri­da­do, y como ya es muy difí­cil hablar de una izquier­da o una derecha puras.