— Entrevista a Gabriela Rivadeneira—
“en región asolada por la sequía
en año que se pierde la cosecha
son ricos ¡oh querida! los que
no presencian la ruina de su país
la destrucción de su familia
la pérdida del vuelo hacia adelante”
Juan Gelman
En la historia de nuestro continente, el exilio y la persecución política constituyen una reiteración que produce la ruptura entre los principios de ciudadanía y nacionalidad otorgados por el Estado, vulnera de facto el ejercicio de los derechos políticos de una persona, pero a contramano, esta experiencia traumática y violenta permite una oportunidad que resignifica sentidos y potencialidades en distintos espacios y geografías, crecen nuevas formas de identidad, de concebir la democracia y el sentir a Latinoamérica. El exilio posibilita también renovadas formas de lucha por los derechos humanos, por la organización política en torno a un proyecto nacional vigente con el arraigo a una nación dispersa por la tozudez de las prácticas autoritarias.
Por su parte, la práctica de las élites capitalistas de acusar a los líderes populares o de izquierda de corrupción como un mecanismo de cancelación, es un truco de vieja data; ya en 1860, la inteligencia de Luis Bonaparte pagó a uno de sus agentes para que acusara al mismísimo Karl Marx de haber malversado fondos ante el movimiento popular europeo. El año precedente a este hecho, en 1859, Marx había publicado la Contribución a la Crítica de la Economía Política. Karl cometió el error de afectarse y mordió el anzuelo de las injurias en su contra y permaneció distraído de su quehacer investigativo durante todo un año, elaborando una respuesta voluminosa a un fulano intrascendente, El Señor Vogt (1860), un libro menor dentro de la obra de Marx.
Gabriela Rivadeneira, la primera mujer presidenta de la Asamblea Nacional del Ecuador, una de las lideresas de izquierda más importantes de la región, interviene desde el exilio en una larga conversación con Matriota, para escozor de una derecha a la que le sobran inversionistas, pero carece de integridad. Rivadeneira es la directora ejecutiva del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (Ideal). Su podcast Lo personal es político, aborda el feminismo desde una perspectiva geopolítica, la lucha de clases y el anti imperialismo. Tuvimos la oportunidad de charlar con Gabriela en vísperas de su viaje a la Habana para participar del Coloquio Internacional Patria, en el cual pronunció un sentido discurso ante miles de jóvenes, intelectuales, políticos y expertos de la comunicación. Durante un par de horas que pasaron volando, abordamos, entre otros temas, la militancia, el exilio, la participación y organización política, los desafíos de los feminismos, la verdad, la convicción y la vida misma.
Matriota: La Revolución Ciudadana parece renuente a construir espacios de formación política que sean diques contra la avanzada de la vulgata libertaria, pero el Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (IDEAL), desde el exilio, pretende ser el espacio de formación política que le hacía falta ¿Cuáles son sus enfoques para la formación política?
Gabriela Rivadeneira: Esa es una falencia de todos los partidos políticos y movimientos de los últimos tiempos, salvo, quizá, el Partido Comunista en cada uno de nuestros países, con su línea vertical, ortodoxa, proveniente de la escuela china; ningún otro partido ha tenido procesos de formación realmente ideológica y política. Ahora mismo vemos como Xi Ji Ping es nombrado por tercera como Secretario general del Partido Comunista Chino y también Presidente de China, consecuencia de la formación político ideológica del Partido Comunista chino para funcionarios de gobierno, es una línea que se ha desarrollado durante 100 años, con sus bemoles. Me atrevería a decir que la falta de formación y de organización política es culpa de los partidos y organizaciones políticas. Aterrizando esto al Ecuador, los partidos y movimientos políticos hemos observado una línea más electoral, antes que organizativa; los procesos electorales son tan recurrentes que la organización política se toma como una herramienta electoral más, no como una verdadera herramienta de organización territorial.
La R.C. cambió esa dinámica al lograr, en su momento, que los comités de la Revolución Ciudadana pudieran llegar hasta las células territoriales más pequeñas, pero sin un acompañamiento en los temas de formación. Quienes venimos de otra historia paralela, de la militancia en nuestras organizaciones políticas, junto a viejos referentes que sabían que la formación era fundamental para los cuadros políticos, comprendemos de otra manera las cosas. Este es un dilema que tenemos hoy en la RC; hay una escuela de formación que recién se está gestando, IDEAL va a participar dentro de estos procesos de formación.
El Instituto para la Democracia Eloy Alfaro, IDEAL, nace en México a raíz de la derrota en la elección presidencial del 2021, los que estamos en el exilio seguimos muy atentamente la campaña presidencial, nos decíamos, si ganamos, tenemos la posibilidad de volver. Cuando perdimos, nos dimos cuenta que vamos a estar acá un tiempo más prolongado, por lo tanto, surgió la tarea de hacer algo, tenemos que militar en algún espacio, más allá de que algunos de los compañeros ya militamos en Morena, en la 4 tª Transformación.
¿Cómo tener un pie en el Ecuador estando fuera? Decidimos formalizar el Instituto Ideal acá en México, con la presidencia de Rafael Correa. No se trata de un instituto que dependa del partido, tampoco es una organización anexa a UNES, IDEAL es un instituto de formación de alcance regional. Después de tantos años de participación política en Latinoamérica, en este segundo ciclo progresista, logramos construir una red de actores políticos, de gente que está en el ejercicio de gobierno, o en la dirigencia partidaria de nuestros países. Hemos logrado que IDEAL sea el espacio de las compañeras y compañeros que tienen nuestra misma preocupación sobre la formación y la capacitación, pero además tenemos un plus: en IDEAL son los propios actores, los protagonistas de la política pública en cada uno de nuestros países, los que generan el cómo ir de la teoría a la práctica, algo que no lo sistematizamos en la primera década de este siglo. Una de las grandes falencias de nuestros gobiernos fue que no apostamos a la transversalidad del cambio de la matriz cultural, al no hacerlo, dejamos de sistematizar, de valorar la razón del quehacer de la política. Teníamos mega indicadores, estadísticas, pero no siempre expusimos las razones del por qué tomábamos las decisiones. Tener el concepto de cambiar los paradigmas de desarrollo, llevarlos a la práctica, esa es la conexión que trata de hacer IDEAL. Hasta ahora hemos realizado cuatro cursos de formación, está abierta la inscripción para Abajo y a la izquierda, nuestro curso sobre gobiernos locales. Lo que buscamos es generar conceptos, incorporar teorías de desarrollo, que además sean anticapitalistas, anti neoliberales. Nuestra línea es muy clara, somos un instituto de izquierda, dentro de la lógica del progresismo. El ejercicio es traer la teoría a la práctica, conceptualizar las herramientas prácticas que se ejecutan en la política pública, aportar herramientas de formación para las nuevas generaciones. IDEAL ya tiene una red de más de 70 organizaciones sociales y políticas, en más de 20 países del continente. Terminamos el año anterior con poco más de 3000 estudiantes, el 80% tienen título de tercer y cuarto nivel. No es un proceso exclusivo de formación de base, es una formación de cuadros políticos, de incorporación de herramientas de gobernabilidad y de política pública.
Este enfoque está en nuestras primeras publicaciones: Mujeres, Poder y Política en América Latina (2022), que es resultado del primer curso; contiene una crítica a los feminismos, al quehacer de la política pública para las mujeres. Nuestro segundo libro, Economía como ideología disfrazada de ciencia (2022), su título es autoría del propio Rafael Correa; aborda las prácticas no ortodoxas de la economía como herramientas de política pública. Ahora estamos generando la tercera publicación, que está relacionada con el curso de comunicación, este tema nos parece fundamental, enseguida vendrá el curso sobre geopolítica. Este año también vamos a tratar sobre culturas contra el fascismo en la región, lo vamos a hacer con Casa de las Américas de Cuba y con la Secretaría de Cultura del Gobierno de México. Después, haremos un curso sobre seguridad, en contraposición a los “modelos bukelistas”, con otras experiencias, bajo un enfoque de derechos humanos, en política del bienestar. Terminaremos con un curso sobre salud, con un enfoque alternativo al mercantilismo de las farmacéuticas. Esta es nuestra malla curricular para este año, todos estos cursos son virtuales, por obvias razones; también llevamos a cabo actividades presenciales acá en México, con diputados de Morena, con militantes de la 4ta Transformación. Nos interesa seguir promoviendo estas herramientas, esto nos ilusiona mucho, porque es el espacio de la militancia, del aporte, para encauzar al Ecuador y al proyecto de la Revolución ciudadana a una dinámica de formación más profunda, más ideológica, algo que nos hace muchísima falta. Tenemos también una propuesta para hacer actividades conjuntas en Honduras, con el gobierno de la compañera Xiomara Castro, después en Argentina llevaremos a cabo actividades. Esta es nuestra forma de militar desde el exilio.
¿Qué experiencias de organización nacional popular de Latinoamérica nos pueden servir para construir organización política?
Reivindico la experiencia más potente de organización popular y política de los últimos años: la Revolución Bolivariana de Venezuela, el PSUV. Pero no puedo dejar de citar el legado de la Revolución Cubana, también lo que fue el proceso organizativo del Sandinismo nicaragüense en sus inicios. Hoy por hoy, creo que la experiencia que hay que compartir y estudiar es la experiencia venezolana. A diez años de la muerte del Comandante Hugo Chávez, frente al criminal bloqueo económico, la experiencia de organización territorial venezolana es inspiradora. El modelo económico basado en la renta petrolera que tuvo Venezuela, antes de Chávez, no generó industria, e incluso con Chávez, fue muy difícil generar y diversificar la producción, sin embargo desarrollaron mucha política pública, generó mayor bienestar para la gente; lo primordial fue el pago de la deuda social. Después, con el bloqueo, obviamente todo se complicó muchísimo, bajaron las importaciones. Los importadores y exportadores venezolanos impulsaron al bloqueo como una forma de desestabilización política, estos sectores, inmersos en la salvaje disputa por los recursos naturales, eligieron la violencia paramilitar y el apoyo a los fallidos intentos de invasión norteamericana. Sin embargo el pueblo venezolano ha sabido resistir, poco a poco se ha estabilizado la economía, con muestras mucho más palpables que otros países de la región en el ámbito del respeto a los derechos humanos.
También reivindico al movimiento feminista de Argentina porque constituye una nueva experiencia en el campo de la organización social. Estás dos experiencias, la de Venezuela, con su alcance organizativo, partidario, político, territorial; la de Argentina, como una experiencia organizativa, social, incluso estética, son las que están marcando un nuevo debate sobre la organización social y popular.
Hablar de mujeres es hablar de la sociedad en su conjunto, el feminismo es quizá la lucha que en esta época ha logrado más avances que otras causas, precisamente porque es un asunto abarcador. ¿Cuál es tu visión al respecto?
Sí, pero no deja de estar amenazado. Hay un legado funesto, que pegó muchísimo en nuestras sociedades como parte del neoliberalismo, el artificio de segmentar las luchas. Nosotros teníamos absolutamente claro que la lucha fundamental para erradicar la desigualdad social era la lucha de clases, pero el neoliberalismo nos convenció que era la lucha por segmentos. Ahora tenemos a las mujeres luchando por las mujeres, a los indígenas luchando por los indígenas, a los jóvenes luchando por los jóvenes, a los sindicatos luchando por los trabajadores, nos olvidamos que en todas estas áreas hay quienes explotan y quienes son explotados. Porque hablar de mujeres no es hablar de una población homogénea, al hablar de mujeres nos encontramos con mujeres explotadoras y mujeres del campo popular que son explotadas, es evidente que esto se expresa también en los feminismos. Es decir, no estamos excluidas de la amenaza neoliberal, con el crecimiento tan importante que han tenido los feminismos, ahora tienes a un feminismo liberal, absolutamente contradictorio con su propio origen histórico. Entonces tienes a mujeres de derecha, conservadoras, explotadoras, hablando de feminismos, hablándote de sororidad. Esta problemática es parte de las contradicciones que enfrentamos a la interna de las organizaciones feministas.
Me adscribo totalmente al feminismo popular, a quienes militamos nos interesa mucho recalcar que nuestra lucha es anticapitalista, es anti patriarcal, por lo tanto, también es una lucha de clases. A propósito de la semana del 8 de marzo, hemos participado en las movilizaciones correspondientes. Por otra parte, cada domingo sacamos un nuevo episodio de Lo personal es político, esta vez hicimos mención a las militantes históricas que nos influenciaron, que fueron y son un cable a tierra de lo que realmente es la lucha de los feminismos, sabiendo que no todas las mujeres luchadoras necesariamente se declararon feministas, sin embargo, al cabo de los años son un referente, por ejemplo, la misma Clara Zetkin no se declaraba feminista, hoy es una de las principales referentes del feminismo. Una de mis grandes referentes es Rosa de Luxemburgo, porque la tenía clarita, tuvo la lucidez necesaria para ubicar los límites de la socialdemocracia, la consideraba un peligro para el establecimiento de transformaciones sociales más profundas.
Somos muy susceptibles al esnobismo, esa es una de las preocupaciones que tengo, especialmente en las nuevas generaciones, hay una tendencia a la trivialidad del debate político, te quedas con el slogan, como pasa con muchos temas que se ponen de moda. A veces, para ciertos sectores de nuestra sociedad, las consignas que promueve el feminismo se convierten en esnobismo, nos aísla de una aproximación analítica, de la verdadera lucha y su contexto histórico, que consiste en erradicar las brechas de desigualdad social. Esto solo lo podemos hacer abordando los temas estructurales del sistema. Por eso lo que pasa en Argentina es muy interesante; la ola nace con la exigencia del derecho al aborto, se va desarrollando hacía una organización más abarcadora que ha incorporando reivindicaciones laborales por salarios dignos. Trascendimos el cerco de una consigna, para que la lucha por la igualdad nos una.
Un claro ejemplo del fenómeno de vaciamiento de los significantes, es la manipulación por parte del feminismo liberal del término sororidad. Me duele, porque la palabra sororidad es maravillosa, tiene mucha potencia y profundidad, pero ahora está siendo manipulada para hacernos ver como si todas las mujeres fuéramos iguales, como si tuviéramos que ser sororas por el simple hecho de ser mujeres. Hay mujeres que se llenan la boca de sororidad para justificar su obsecuencia con el estatus quo. Caemos mucho en este juego resbaladizo de palabras, de términos que inevitablemente tienen que ser debatidos y reflexionados. Creo que la lucha del feminismo, y más allá del feminismo, la lucha por los derechos de las mujeres y de la sociedad entera está atravesada por la violencia estructural de un sistema de acumulación suicida. Cuando tengamos claro que el enemigo principal constituye este orden al servicio del capital y no de la vida, volveremos a tener avances históricos más amplios.
A fines de marzo habremos lanzado desde México la plataforma de La Internacional Feminista, con compañeras de la región como Karol Cariola de Chile, Citlali Hernández de México, Elizabeth Gómez Alcorta de Argentina. Hemos concebido un espacio para debatir sobre estos temas que nos preocupan, para no sucumbir bajo las modas del momento. Contamos con cerca de 60 cuadros de mujeres del mundo, hay mujeres de África, de Europa, estamos tratando de acercarnos hacia Asia. En la plataforma de la Internacional Feminista debatiremos la dimensión de la organización del feminismo en tanto un frente de combate directo a las tendencias fascistas que están surgiendo en el mundo, será un espacio que aborde la interseccionalidad, que es importante para el fortalecimiento de los feminismos en el mundo. También vamos a proponer una agenda mínima de acciones para tener consignas de lucha en cada uno de nuestros países. Estamos dispuestas a dar la batalla desde el lenguaje, desde la reflexión de los conceptos y desde la acción política.
¿Crees que hay un feminismo popular en el Ecuador? ¿Cómo ves esto en el contexto multicultural, especialmente en las culturas indígenas?
El feminismo en el Ecuador es incipiente, está concentrado en un sector claramente urbano. Creo que es un buen comienzo, me encanta que surjan más expresiones de las causas feministas, que en la marcha del ocho de marzo participen niñas, personas de la tercera edad, madres que dicen “estoy preocupada y salgo a marchar porque quiero que mi hija llegue segura a la casa”. Es decir, hay nuevas expresiones que se están gestando, pero sigue siendo un tema concentrado en las capitales, Quito y Guayaquil, tal vez algo en Cuenca. Pero si vas a Cotacachi, o a una parroquia de Napo, hablar del feminismo todavía es una cosa muy extraña, con mucha carga negativa. Nos pasamos décadas tratando de aclarar por qué el feminismo no es sinónimo de machismo al revés, sin embargo esa es todavía una creencia generalizada, que el feminismo es la lucha de las mujeres por encima de los hombres, o que ojalá desaparezcan los hombres, ese tipo de disparates lastimosamente aún están arraigados en ciertos sectores y grupos etarios de la sociedad.
Veo que la organización popular está más ligada al derecho de las mujeres que al feminismo en sí mismo. Entonces, si vas a una comunidad y dices, vamos a organizarnos porque tenemos que reclamar los derechos de las mujeres, van a estar todas. Pero si vas y dices vamos a organizarnos porque el feminismo popular es nuestra salida, van a huir. Es necesario hacer mucha pedagogía popular.
Fui la primera presidenta mujer de la Asamblea Nacional del Ecuador, tuve que enfrentar el estigma de ser la “sumisa de Correa”. Fue justamente por el tema del Aborto, yo he batallado mucho por el derecho al Aborto libre, pero, por no haber podido dar ese paso en la gestión legislativa por los limites culturales aún imperantes en ese momento en la sociedad ecuatoriana, este hecho fue una cortina de humo sobre lo que si logramos en temas de género y de mujeres. Esta es una carga dolorosa que aún llevo, porque en su momento no tuvimos la adecuada pedagogía para comunicar tantos logros que nos han empoderado en el proceso, logros que para mí son un asunto de justicia social, logros que implican cambios estructurales, por ejemplo; el derecho a la legalización de la tierra de las mujeres campesinas e indígenas, la seguridad social para las amas de casa, o sea que todas puedan tener una jubilación digna cuando sean ancianas, cuando estén solas, cuando estén divorciadas, cuando hayan sido madres solteras. Además, hoy la mujer puede establecer en el acta de matrimonio que ella es la administradora de los bienes conyugales. Son temas sustanciales que no supimos, — y esto es un mea culpa—, comunicarlos adecuadamente, logros que constituyen avances significativos en la calidad de vida de las mujeres ecuatorianas.
Otro factor por el cual no pudimos dar el paso hacia el Aborto libre, en su momento, fue por la democracia interna del partido, por diferencias conceptuales, ideológicas, que son parte de la dinámica democrática para la toma de decisiones. Finalmente, por no haber trabajado más a profundidad para que el Aborto libre constituya una demanda social, más allá del requerimiento del grupo de compañeras que estábamos en el espacio legislativo, y pequeños grupos organizados en la sociedad. En definitiva, se conjugaron muchos factores para que no podamos lograr la legalización del aborto libre, más allá de la causal por violación; muchas planteamos, y lo vamos a seguir defendiendo, que el Aborto legal sea abierto, sea por cualquier situación, como tenemos acá en México, cómo se consiguió en Argentina. Son atavismos arcaicos, pero los seguimos debatiendo, en algún momento daremos ese paso, porque los tiempos van hacia allá. Así como ahora estamos luchando y seguimos luchando por el Aborto libre, que ya en muchos países es una normalidad, vamos a ir luego por la Cannabis para uso medicinal.
Última canción de la exiliada
Miguel Donoso Pareja llegó a México en 1964, expulsado por la Junta Militar, luego de diez meses de detención arbitraria. Mientras escribía Día tras día (1976), su novela del exilio, dirigió los talleres literarios de la UNAM y del Instituto Nacional de Bellas Artes, allí se iniciaron varias generaciones de escritores mexicanos. Existe una historia de exilio político y literario de ecuatorianos en México: Bolívar Echeverría, Fernando Nieto Cadena. Luego del Paro Nacional de Octubre de 2019, muchos dirigentes políticos, que condenaron la represión, llamando a reagrupar fuerzas, fueron encarcelados o partieron al exilio. Gabriela Rivadeneira se refugió en la Embajada de México en Quito, al llegar a la CDMX, su padre fue capturado por testaferrismo con pruebas falsas, los latifundios mediáticos se ensañaron contra él, al no poder detener a su hija.
¿Cómo ha sido tu experiencia del exilio en México en estos años?
Pienso siempre en mi familia, de un momento a otro el sentido de la vida cambia cuando tienes hijos. Pienso desde ellos, cómo la participación política de tu padre o de tu madre transforman tu vida, cómo marcan las etapas de crecimiento, la infancia y la adolescencia. Pienso mucho en mis hijos, que llegaron acá de 13 y 9 años, imagínate, ahora tienen 16 y 13. Al principio, me generó una culpa con la que tuve que batallar, pues mis hijos me reclamaban: “No me digas nada porque por tu culpa estoy acá, no me digas nada, que por tu culpa dejé a mis amigos…”
Una de las cosas que más me pesó, que hasta ahora me duele mucho, fue que mi papá terminó preso injustamente. El exilio te toca fibras sensibles, las fibras más íntimas se resienten, son cargas muy difíciles de subsanar, son duelos que terminas llevando, no sé por cuánto tiempo. Al llegar a México tuve mucha suerte, a pesar de todo, creo que soy una privilegiada del exilio, porque México evitó que pudiera estar en la cárcel, o en una condición todavía peor, que sin duda habría afectado aún más a los que amo. Mis hijos han sido mi soporte fundamental en el ámbito emocional. Llegamos a un país absolutamente solidario, con una historia ejemplar de acogida al exiliado. Además, los vínculos que una va haciendo en el transcurrir de la vida, me permitieron tener muchos amigos y amigas mexicanos, antes, mucho antes de saber que mi destino domiciliario iba a ser en México. Esto ha permitido que no nos sintamos solos, generar con los demás ecuatorianos en el exilio una comunidad que ya es bastante amplia. Sin embargo, paradójicamente, si algo te da el exilio, es una soledad muy particular. Los que tenemos historias de exilio, como los republicanos españoles en su momento, los militantes contra las dictaduras de los años 70 y 80 del Cono Sur, durante el siglo pasado, gente que huyó de una represión mucho más cruenta, se encontraron con esta soledad del exiliado. Muchas de las historias de políticos, de artistas, de poetas, de músicos latinoamericanos, habitaron inevitablemente esta particular soledad. Sin embargo, al haber una razón vinculada a las convicciones y compromisos políticos, hay una dimensión comunitaria, la de la identidad de los principios; esa identidad compartida te acoge, hace que no te caigas; y si te caes, hay alguien al lado animándote. Nos encontramos en los cumpleaños, compartiendo y riendo, también llorando, cantando tus tristezas y alegrías estas se hacen llevaderas, esto es un gran privilegio y entraña mucha riqueza humana. El 9 de enero de este año cumplí tres años en México, en este país que me ha brindado su solidaridad. Creo también que la ventaja de ser militante es que puedes integrarte en la militancia de donde estés porque las causas que nos hermanan no tienen fronteras. La militancia me ha cobijado mucho, porque llevo a la política en las entrañas.
Al inicio, cuando llegué a México, me aislé de todo, fue una etapa muy dura, salí de la estructura formal del partido, no quería ir a las asambleas, me convocaban los compañeros, y yo les decía que no, les daba largas. Acá me invitaban a Morena, a los eventos, también les decía que no, mi primer año fue de negación total. Cada una atraviesa sus propios procesos, pero luego me sobrevino el ahogo. No era solamente por la salida del país, la separación de mi familia, de la militancia en Ecuador, la separación de los sabores, de los olores, de los colores, de todo lo familiar, era también por el sentimiento de vacío sin la militancia política. Mis hijos me decían: “No aprendes, deja eso, por eso estás así…” Pero había un vacío tremendo. Comprendí que hay cosas que no puedes dejar, porque son imprescindibles, y poco a poco germiné otra vez, empecé a involucrarme de nuevo y pude equilibrar de mejor manera mi vida. Esto me ha permitido el exilio mexicano concretamente, a diferencia quizá de la situación de exilio en otros países, porque Andrés Manuel López Obrador ha dicho con absoluta claridad que quién llega a este país, incluso en calidad de exiliado, tiene toda la libertad de poder decir y de actuar, por esto planteó al Congreso de la Unión que se derogue el artículo 33, el que nos impide a todos los extranjeros participar en política. Cuándo yo llegué a México, lo primero que me dijo el encargado de Cancillería fue:” Te damos a conocer que el artículo 33 prohíbe hablar de política…”. y coincidió con que esa misma noche encarcelaron injustamente a mi papá en Ecuador, enseguida me llamaron ellos mismo a decirme: “Si tienes que dar declaraciones, tienes que darlas”. Para AMLO México es un país de libertades, por lo tanto, por más que tengas condición de exilio, ese artículo ya es arcaico. Así he vivido estos tres años, mi soundtrack cuando manejo por la CDMX va desde Lhasa de Sela, su música tiene mucho exilio, mucho de la tristeza propia de Violeta Parra, hasta Karol G, soy fan de la Bichota. También me he dedicado a la lectura de los libros de Gioconda Belli, de Milan Kundera, de Gabriel García Márquez entre otros autores. Siempre me gustó cantar, pero ahora también descubrí la escultura, que me relaja muchísimo. Así, entre dolores, duelos, reactivación, volver a sacudirnos, reorganizar la vida. México es el lugar donde he podido hacer todo eso, sentirme no tan lejos de casa, más cobijada.
En México hay exiliados ecuatorianos, pero también hay exiliados de El Salvador, en su momento hubo exiliados de Bolivia. En estos últimos años, México se convirtió nuevamente en un centro del exilio, como lo fue en décadas pasadas. Ahora estoy escribiendo un libro, que espero salga a mediados de este año, lo escribo desde mi experiencia personal, mis reflexiones políticas, sobre los avatares de este segundo ciclo progresista. Justamente he estado trabajando el capítulo sobre el exilio, hay que reconceptualizar lo que significa el exilio para los derechos humanos, lo que significa México como un destino de acogida.
Te acusaron de llamar a la insurrección popular, al igual que a tantos líderes populares de la historia latinoamericana, durante un Paro nacional indígena en el que confluyeron amplios sectores de la sociedad. Un proceso de conmoción social en un contexto de mayor deterioro de la calidad de vida, de abuso y de desinstitucionalización paulatina del Estado por parte de la restauración plutocrática en el Ecuador. ¿Pero instigar a la “insurrección” o a la protesta social cuando la situación ya no da más, es la tarea de un líder popular, no es más bien un rasgo de coherencia y compromiso, más que un valor negativo?
Que la derecha te diga que eres una instigadora, bueno, gracias por la medallita (risas). Mi proceso judicial por instigación sigue abierto, por más que prescribió, aunque el denunciante retiró su denuncia, sin embargo, la Fiscal General de la Nación, Diana Salazar, lo mantiene abierto, es como una amenaza tácita, o sea, cuidado vayas a hacer algo, porque tu proceso sigue abierto ¿no? Es una forma de mantenernos en el exilio en consonancia con las corporaciones mediáticas, que tratan de convertirlo en un estigma de descalificación sobre la vida del exiliado, obviamente esto tiene una conducción política de persecución dentro de nuestro país con el objetivo de manchar, de incriminar a todos, desde Rafael Correa, hasta el último de los involucrados en los procesos judiciales; porque se el exilio es para los corruptos, supuestamente; este es el relato forjado de la judicialización de la política; les funcionó para mantener a Lenin Moreno cuatro años y les sirvió para que Guillermo Lasso gane con las justas. Esta la retórica de la persecución.
Sin embargo, la derecha no sale de su asombro, no entiende porque después de habernos golpeado tanto, la Revolución Ciudadana ha tenido un pequeño triunfo en las últimas elecciones seccionales, digo pequeño, porque si bien es una responsabilidad y un desafío gigantesco, el que nos pusieron sobre los hombros, hay que ir dando pequeños pasos para recuperar la Patria, dadas las condiciones de destrucción del país al que nos han llevado en estos últimos años. Después de haber masacrado la imagen de Rafael Correa, hoy sigue siendo el actor político más importante del Ecuador, el que define el debate político. Entonces, mientras este escenario hostil ha sido aprovechado para la sobrevivencia de la derecha en el Estado, nosotros hemos contrastado la retórica oficial del odio y el desencanto con la esperanza, con la verdad, con la convicción política de que lo hicimos, y lo que vamos a volver a hacer, para recuperar lo ya vivido y seguir adelante. La memoria generalizada de que se puede estar mejor y encaminarnos hacia el Buen vivir, es la ventaja irrefutable que tenemos, y el reflejo de ello es la verdad que se expresó en las últimas elecciones seccionales.
El exilio sirve para construir una teoría del poder, para imaginar un proyecto de poder. ¿Cuál sería el sueño de ese proyecto por venir?
Partiendo desde una frase muy utópica: del mundo soñado hacia el país posible. Realmente lo que ya dijimos que teníamos que hacer, volver al Buen Vivir, a la teoría de la Constitución de Montecristi. Esto puede sonar muy institucional, muy frío, pero no, haber plasmado en el marco constitucional del Ecuador el Buen Vivir, fue un paso trascendental en la lógica de la comprensión del desarrollo. No es un proyecto desarrollista, no es un proyecto industrializador, es un proyecto de convivencia. Creo que el proyecto posible para el Ecuador, hoy más que nunca, debe ser un proyecto de convivencia, de derechos humanos, de pacto social. En la convivencia tienes que hablar sí o sí de soberanía, porque la convivencia es el respeto, por lo tanto, la injerencia norteamericana, o de cualquier otro imperio en ascenso, tiene que ser manejada con soberanía. Creo que hay que recobrar la convivencia que te plantea el concepto del Buen Vivir, ese es el proyecto posible. Tengo muchas reflexiones personales sobre esto, porque los dilemas de la gobernanza implican debates y contradicciones. Es decir, todo lo quieres hacer, frente a cuánto es lo que realmente puedes hacer, ya en el ejercicio de una estructura institucional burguesa, liberal, al fin y al cabo. Hay muchas contradicciones que todavía se deben subsanar. Álvaro García Linera nos alerta sobre los dilemas de la gobernanza, sus tensiones al momento de plantear lo posible, que no siempre va a ser lo ideal. Pero si me preguntas cómo resumirlo, es la convivencia que te plantea el Buen Vivir, para mí ese es el proyecto posible.
¿La palabra latinoamericanismo, lo latinoamericano, ahora desde el exilio, se resignificó para ti?
Totalmente. Imagínate, en pleno siglo XXI todavía hay exilio político, esto nos plantea una nueva lógica de las disputas del poder. Latinoamérica entera se ha visto atravesada por una nueva dictadura, la dictadura judicial. Cuando doy clases acá en México, para sistematizar las últimas décadas de Latinoamérica, digo que se basan en tres dictaduras: la dictadura militar durante las décadas de los 70 y los 80, la dictadura económica de los 90, y la dictadura judicial que tenemos actualmente. Toda dictadura ha traído como contraparte momentos de profunda conexión latinoamericanista, porque lo que enfrentamos no son proyectos aislados, estas dictaduras son orquestadas desde los Estados Unidos. Cuando tienes tres momentos dictatoriales comandados desde un solo polo, de este lado, los pueblos tenemos que unirnos, abrazar el latino americanismo que se va fortaleciendo en base a estas nuevas construcciones sociales, en base a la memoria y la reivindicación de símbolos compartidos. Si algo han querido hacer las dictaduras en estos tres momentos es la aniquilación de los símbolos de emancipación de los pueblos, de las organizaciones sociales, porque en ellos reside la memoria y la identidad, ahí están, no solamente, los rostros de personajes emblemáticos de nuestra historia, sino que habitan en la música, la poesía, la pintura, la tradición cultural. Son símbolos de unidad, son símbolos de convicción, son símbolos de Latinoamérica. En Ecuador, estos procesos de descolonización, de reconocimiento y construcción de identidades en la diversidad tienen confluencia latinoamericanista. Por ejemplo, nuestra música es también la música mexicana, no hay fiesta de 15 años, o un matrimonio en Ecuador, sin mariachis. O el rock argentino, o la música folklórica de Chile y Bolivia que en su momento fue también equipaje de los exiliados; los ecuatorianos estamos atravesados por un cúmulo de rasgos culturales de la región que nos enriquecen. Manuela Sáenz decía que ella es de Latinoamérica, de la Patria grande, que pertenece a este gran territorio. Creo que cada vez más para nosotras y nosotros, quienes militamos en el latino americanismo, ese es nuestro territorio de defensa en común. Al final, cuando nos reunimos, hablamos igual, hablamos de lo mismo, de la misma historia, de las mismas heridas, del mismo presente, de los mismos desafíos a futuro.
El mapa y el territorio
Hoy en día, Latinoamérica tiene un enemigo tremendo, la cartelización y la destrucción de los Estados Nacionales. La necropolítica ha llegado al Ecuador de una forma impactante y vertiginosa; una política de muerte desde el mismo Estado, del llamado Estado Privado Indirecto, un fenómeno que obviamente, no se produce por generación espontánea. ¿Cómo ves este fenómeno?
Además, esta necro política tiene un mismo origen. Cuando ves la batalla que está dando Andrés Manuel frente a Estados Unidos, que, para variar, nos dice: “Ah, es que ustedes tienen que hacer controles”. ¿Oigan, para dónde va el fentanilo? ¿Quiénes lo están consumiendo? Cuando Gustavo Petro dijo ya basta de su política anti drogas, porque nunca ha funcionado, significa que esta es la nueva discusión continental, porque estos gobiernos están confrontando directamente una política de muerte que es la principal herramienta de financiamiento de los Estados Unidos: la droga, el tráfico de personas, a través de grandes mafias instauradas en las sociedades latinoamericanas, cuyo objetivo es el control político. Los Estados Unidos nos convencen que van a erradicar las drogas, a las mafias, a las pandillas, y que para ello cerrarán las fronteras; nos dicen que ellos son la solución para todos los conflictos, pero ellos mismos son los promotores de la violencia en el sur, paradójicamente ellos son la enfermedad. Este año, en IDEAL, vamos a promover algunos foros a propósito de los 200 años de la vigencia de la Doctrina Monroe.
La vigencia de la doctrina Monroe en el continente atraviesa también la política antidrogas, la política de injerencia, la política militarista. Me quedé absorta escuchando a una congresista de la mafia terrorista cubano americana amenazar a la Argentina de una manera tan prepotente, por una posible compra de aviones a China y por la instalación de una misión satelital en la Patagonia. Les dijo: “Si no me entienden en inglés se los voy a decir en español. Esto es una amenaza para los Estados Unidos, están haciendo un pacto con el diablo”. Es increíble que en pleno siglo XXI, la doctrina Monroe tenga más vigencia que nunca. Es fundamental que los pueblos creen conciencia de hasta qué punto la política injerencista nos atraviesa, hasta qué punto determina incluso la vida cotidiana de nuestros pueblos, a quien le conviene la destrucción de los Estados nacionales. Por ejemplo, ¿por qué el gobierno de Guillermo Lasso está ligado a la Mafia albanesa, provocando todo este caos en Ecuador? ¿Por qué desbarataron el sistema carcelario y la política de justicia? ¿Por qué eliminaron los ministerios y desmantelaron sistemáticamente las instituciones del país? Para ellos es mejor que los pobres se maten entre sí, al final son pobres.
Esta degradación es provocada desde una línea política de injerencia. Si durante el gobierno de Lenin Moreno no hubiéramos tenido el conflicto en la frontera entre Ecuador y Colombia, seguiríamos siendo soberanos. Ese fue el conflicto que permitió que Estados Unidos regrese “mesianicamente” al Ecuador. Este fue el conflicto que permitió que Estados Unidos ponga una oficina de cooperación militar en el Palacio de Carondelet, cuando eso está prohibido en la Constitución. Esto ha permitido que las Islas Galápagos se conviertan en “el portaaviones natural” de los vuelos militares norteamericanos. Lo que estamos viviendo hoy es parte de esa misma política de injerencia brutal. Salvo Andrés Manuel, que tiene frontera con Estados Unidos, o el cambio de la política antidrogas que está planteando Gustavo Petro, pocos mandatarios de la región se han atrevido a denunciar y problematizar el tema.
A propósito de este tema, soy fan de Kate del Castillo, empecé a ver La Reina del Sur. Es brillante, es una serie muy política sobre cómo funciona la injerencia de los Estados Unidos en nuestros países: las redes de espionaje, la Escuela de las Américas, las Fuerzas Armadas, los gobiernos, los sistemas de inteligencia. La participación de la DEA directamente en cada uno de los países, aborda el modus operandi de cómo ponen y sacan presidentes.
En Latinoamérica hay dos ejércitos de ocupación desplegándose. El narcotráfico y sus fuerzas de ocupación paramilitar, el otro, son las iglesias evangélicas. Funcionan en tándem, uno ocupa el territorio, los otros hacen control de daños. ¿Cómo articular una respuesta política contra esta invasión?
La doctrina Monroe instauró con mucha naturalidad el hecho que los Estados Unidos tengan control militar sobre nuestros territorios. Para mi este tema es de especial interés. Hay un nuevo documento del Pentágono, se llama El mapa del Pentágono, donde se ve cómo ha cambiado la relación de los circuitos petroleros a los circuitos minerales dentro del territorio latinoamericano. Es decir, hubieron unos circuitos de explotación de materias primas que ahora han cambiado de estrategia militar. Resulta que, de las 800 bases militares reconocidas formalmente por Estados Unidos en el mundo, 550 están en nuestra región. Entonces, si sólo en nuestra región hay 550 bases militares reconocidas por el Pentágono, sin contar las oficinas de cooperación, los proyectos de pilotaje, la base experimental de Manaos, insertada durante el gobierno de Michel Temer, después del impeachment contra Dilma Roussef, que echó abajo la tradición que Brasil mantuvo de proteger su territorio sin bases militares norteamericanas, se entiende mejor lo que le paso a Dilma, y el nivel de injerencia de Estados Unidos en la región.
Mientras estábamos debatiendo sobre el bloqueo a Venezuela, en Guyana, un país poco visibilizado en la retórica del continente, pese a tener frontera con Venezuela, se triplicó la presencia militar norteamericana en ese país. ¿Qué pasó con las bases en Colombia? ¿Qué está pasando ahora mismo en Panamá, dónde hay un incremento sustancial de militares en su territorio, un fenómeno basado en este nuevo anillo que marca el Pentágono como estratégico en nuestra región, justamente por las fuentes de agua dulce y de las reservas de minerales? Por eso hubo el golpe militar contra Evo Morales en Bolivia en 2019; la lucha que ahora mismo va a enfrentar México por la nacionalización del litio. Obviamente hay una lógica de control militar sobre nuestros territorios y nuestros recursos naturales, porque Estados Unidos necesita mantener su competitividad geoeconómica. Estados Unidos mantiene la principal deuda externa con China, estaba previsto que para el 2030, China sea la mayor potencia mundial. Ahora, según datos y estadísticas de las proyecciones macroeconómicas, en el 2025, China sería la primera economía del mundo.
Estados Unidos no va a soltar el sur del continente porque lo necesita para sobrevivir. Entonces, no es casual, como dice Enrique Dussel, que se ha pasado investigando los últimos 30 años el desarrollo de la iglesia evangélica en nuestro continente, que este grupo esté ligado justamente a esta nueva forma de hegemonía y dominación sobre Latinoamérica. Porque la Iglesia evangélica viene comandada desde los Estados Unidos, por el poder que tiene sobre la política norteamericana, que ya se evidenció en la época de Bolsonaro y Trump. Brasil es el país de mayor claridad sobre la injerencia de la Iglesia evangélica sobre el poder político. Esto no es ajeno a Ecuador. Yo soy una otavaleña nacida en Quito, pude vivir en carne propia la incursión de la iglesia evangélica, presencié como han destruido la cultura de las comunidades campesinas, rompiendo todas las costumbres y tradiciones de los pueblos y las nacionalidades. La iglesia evangélica se presenta como un pacificador social, un pacificador de la familia; los alcohólicos van supuestamente a recuperarse en la iglesia evangélica. Como resultado, en las fiestas de matrimonio, de bautizo, o de cohesión familiar, se ha cambiado la chicha por el Tampico, por litros de jugo de fruta transgénica mega azucarada. En las comunidades más pobres de nuestros territorios, como no hay presencia del Estado, tienes a la iglesia evangélica, que se convierte en el espacio de conjunción comunitaria. Al leer el libro de Enrique Dussel, te das cuenta que hay un hilo conductor que viene instalándose en la región desde hace 30 años, una nueva matriz de disputa de creencias, que destruye las tradiciones y los rituales de nuestros pueblos. En Quito, por ejemplo, los migrantes de las provincias de la Sierra Centro, se congregan en la iglesia evangélica. Pero esto tiene una injerencia ideológica directa, un efecto de destrucción y enajenación del pensamiento; cuando atas los cabos sueltos, te das cuenta que es la nueva empresa de la hegemonía imperial para la región.