Néctar Volcanico

Taladrar el cerco

Julian Assange, Mur­al de Bansky

Ola Bini, pro­gra­mador de soft­ware sue­co res­i­dente en Ecuador des­de hace nueve años, fue detenido en el aerop­uer­to de Quito cuan­do iba a tomar un vue­lo Tokio para asi­s­tir a un entre­namien­to de artes mar­ciales. Su arresto sucedió el mis­mo día en que Julian Assange fue expul­sa­do y cap­tura­do en la Emba­ja­da de Ecuador en Lon­dres. Bini fue acu­sa­do por el gob­ier­no ecu­a­to­ri­ano de haber dirigi­do ataques infor­máti­cos con­tra la estruc­tura del Esta­do y de pertenecer a Wik­iLeaks, sin embar­go, estu­vo encar­ce­la­do durante 70 días, sin evi­den­cias, ni for­mu­lación de car­gos. El juicio en su con­tra está reple­to de anom­alías. Des­de que sal­ió libre, la vig­i­lan­cia y el ase­dio en su con­tra se intensificaron.

Ola Bini, pro­gra­mador sue­co, durante la audi­en­cia de Habeas Cor­pus en 2020.

La expul­sión de Assange era una de los propósi­tos de la derecha ecu­a­to­ri­ana, acata­do por el gob­ier­no de Lenin Moreno. Para que sucediera, hubo dos eje­cu­tores en sin­cronía: los lat­i­fun­dios mediáti­cos y la diplo­ma­cia. Las noti­cias fal­si­fi­cadas y las calum­nias de la pren­sa par­ro­quiana con­tra Julian Assange han trata­do de ocul­tar los con­tenidos de Wik­iLeaks. En tan­to edi­tor, Assange preparó un archi­vo ver­az sobre cómo opera en Lati­noaméri­ca la diplo­ma­cia norteam­er­i­cana, secun­da­da por académi­cos y peri­odis­tas locales. La defen­sa de Bini mostró que no se tra­ta de un oper­ador de troll cen­ters, sino de un pro­gra­mador infor­máti­co, chi­vo expi­a­to­rio de un rég­i­men oscu­ran­tista; con la últi­ma refor­mu­lación de car­gos, Bini está sien­do proce­sa­do por hac­er un PING remo­to a una IP. 

Ya todo esta­ba lis­to cuan­do el ex pres­i­dente Don­ald Trump dio la orden de cap­turar a Assange. El emba­jador norteam­er­i­cano en Berlín, Richard Grenelle la coordinó con Jaime Mer­chán, Emba­jador de Ecuador en Lon­dres. Gran parte del ser­vi­cio exte­ri­or ecu­a­to­ri­ano ocultó durante años su repudió por el asi­lo a Assange; quedan pocos trata­dos inter­na­cionales que el ex can­ciller José Valen­cia no haya roto por su tarea de despo­jo y sum­isión. Se per­mi­tió el espi­ona­je de la empre­sa españo­la de seguri­dad UC Glob­al en la Emba­ja­da de Ecuador en Lon­dres, que traficó esa infor­ma­ción para los ser­vi­cios de inteligen­cia norteam­er­i­canos. Además, el acuer­do de coop­eración entre la Fis­calía Gen­er­al del Esta­do y el Depar­ta­men­to de Jus­ti­cia Norteam­er­i­cano se fir­mó para entre­gar­le infor­ma­ción per­son­al de un asi­la­do políti­co, ade­lan­tarse a la estrate­gia de sus abo­ga­dos, pues tam­bién les entre­garon las graba­ciones de sus con­ver­sa­ciones. Aunque la jus­ti­cia británi­ca negó su extradi­ción, Assange lle­va dos años encar­ce­la­do sin la for­mu­lación de un juicio. Mien­tras tan­to la Fis­calía Gen­er­al del Ecuador prosigu­ió con el juicio para quitar­le la nacional­i­dad que le fue otor­ga­da por su esta­tus de refu­gia­do. Días antes del Paro Nacional de Octubre de 2019, las perte­nen­cias de Assange, arrebatadas durante su cap­tura, fueron pre­sen­tadas en una audi­en­cia reser­va­da de la Fis­calía Gen­er­al del Esta­do. Su defen­sa aban­donó la sala como protes­ta, la cade­na de cus­to­dia venía rota des­de Lon­dres. No hay ningu­na seguri­dad de que no se haya implan­ta­do evidencia.

Julian Assange, Mur­al de Cap­tain Bor­der­line en Berlín, 2021.

Días antes del Paro Nacional de Octubre de 2019, las perte­nen­cias de Assange, arrebatadas durante su cap­tura, fueron pre­sen­tadas en una audi­en­cia reser­va­da de la Fis­calía Gen­er­al del Estado.

Los últi­mos meses en la Emba­ja­da para Assange podrían con­sid­er­arse como una antic­i­pación del con­stante esta­do de excep­ción que vive una nación a la que se le impi­de todo sus­ten­to: sea ali­mentación, empleo dig­no, conec­tivi­dad, aten­ción médi­ca y vis­i­tas; ase­dio y vig­i­lan­cia. La expul­sión y la cap­tura de Assange exi­gen una reparación para él y su famil­ia. Cuan­do hay encier­ro y los muros son cada vez más altos, tam­bién hay vol­un­tad de tal­adrar el cer­co, los muros aplas­tan a quienes los levantan.