Antena Matriota

Irrupciones sacudiendo la tormenta

Retra­to por Fran­cis­co Galár­ra­ga.

—Entre­vista a Anahi Durand—

Bajo esta atmós­fera and­i­na com­par­ti­da, una con­ver­sación nece­saria con Anahi Durand, docente de la Uni­ver­si­dad Nacional May­or de San Mar­cos y Sec­re­taria de Rela­ciones Inter­na­cionales del Movimien­to Nue­vo Perú, nos llevó por var­ios temas de la coyun­tu­ra políti­ca peru­a­na, en los que inevitable­mente sub­y­a­cen: el pul­so y la sed­i­mentación de las causas, con­tradic­ciones, debates, reflex­iones y aportes que en trans­for­ma­ción, resig­nifi­cación o sim­ple­mente en obso­les­cen­cia de actu­al­i­dad, son el humus y mate­ria de estos tiem­pos, aparente­mente mar­ca­dos por una mod­ernidad inacaba­da, entre expe­ri­en­cias y expec­ta­ti­vas, entre reg­u­lación y eman­ci­pación. A pesar del embate neolib­er­al, al telón de fon­do de Jean-François Lyotard sobre el fin de los grandes relatos, es bueno con­tra­pun­tear­lo con Alber­to Flo­res Galin­do, cuan­do cita en el prin­ci­pio de su libro La agonía de Mar­iátegui (1980), al pro­pio Mar­iátegui: Agonía no es pre­lu­dio de la muerte, no es con­clusión de la vida. Agonía — como Una­muno escribe en la intro­duc­ción de su libro — quiere decir lucha. Agon­i­za aquel que vive luchan­do con­tra la vida mis­ma Y con­tra la muerte”.

Mucha agua ha pasa­do bajo el puente del pen­samien­to críti­co peru­ano y lati­noamer­i­cano. Des­de el siglo XIX, con nom­bres como Manuel González Pra­da y Manuel Atana­sio Fuentes, pos­te­ri­or­mente, el anar­co sindi­cal­is­mo de prin­ci­p­ios del siglo XX, y en la déca­da de 1920, la het­ero­dox­ia marx­ista que plante­a­ba José Car­los Mar­iátegui des­de la Revista Amau­ta, apor­tan­do para Améri­ca Lati­na la necesi­dad de pen­sar vías propias hacia un hor­i­zonte social­ista que respon­dan a nues­tra real­i­dad cul­tur­al e históri­ca. Después, la con­for­ma­ción de una cul­tura políti­ca de izquier­da en los sesen­tas, con el ago­tamien­to del rég­i­men de Juan Velas­co Alvara­do, la mov­i­lización campesina en la región and­i­na, el sindi­cal­is­mo del mag­is­te­rio SUTEP, las elec­ciones para la Asam­blea con­sti­tuyente de 1978, pre­si­di­da por Víc­tor Raúl Haya de la Torre, en la cual el diri­gente campesino Hugo Blan­co tuvo el ter­cer lugar. La elec­ción de Alfon­so Bar­rantes Lingán como alcalde de Lima en 1984, con­fig­uró en aquel momen­to una izquier­da con gran fuerza elec­toral. Sin embar­go, el frac­cionamien­to pro­pio del las izquier­das, car­ac­terís­ti­ca lati­noamer­i­cana, con­jun­ta­mente con la irrup­ción de la vio­len­cia sal­va­je de Sendero Lumi­noso, pre­cip­i­taron la caí­da en pic­a­da de la izquier­da peru­a­na, que con el adven­imien­to del gob­ier­no de Alber­to Fuji­mori en 1990, se con­sumó. Había caí­do el social­is­mo real en el mun­do, bajo el cer­co amar­il­lista de la espec­tac­u­lar­ización del miedo y el escán­da­lo, Fran­cis Fukuya­ma canta­ba el supuesto fin de la his­to­ria. Los saberes se espe­cializaron cada vez más, las cien­cias sociales inves­ti­ga­ban real­i­dades par­ciales bajo mod­e­los heurís­ti­cos, se erguía el impe­rio de los tec­nócratas del desar­rol­lo en la pro­lif­eración de organ­is­mos mul­ti­lat­erales de asis­ten­cia téc­ni­ca y oenegés con consignas vari­adas de dis­eño proyec­ti­vo estandarizado. 

La mil­i­tan­cia, el arte, la filosofía y la prax­is social quedarían sep­a­radas en casilleros difer­en­ci­a­dos has­ta la fecha, como meras espe­cial­iza­ciones para foros y mesas redondas, o para el que­hac­er buro­cráti­co del indi­vid­u­al­is­mo, la admin­is­tración, y la auto explotación, hoy cono­ci­da como emprendimien­to. Por la con­jun­ción entre lit­er­atu­ra, cien­cias sociales, filosofía, psi­coanáli­sis y la acción políti­ca, la visión de Mar­iátegui sobre Revista Amau­ta que Flo­res Galin­do señala en su libro, se nos pre­sen­ta como un camino de recon­struc­ción: “Amau­ta no fue pen­sa­da como la obra exclu­si­va de Mar­iátegui; por el con­trario, esta­ba des­ti­na­da a ser el órgano de una gen­eración, el mecan­is­mo para agru­par a los int­elec­tuales peru­anos y cohe­sion­ar­los frente a la cul­tura dom­i­nante. Resul­ta sin­tomáti­co que el proyec­to surgiera en una  revista y no des­de los claus­tros uni­ver­si­tar­ios. Fue una gen­eración antiacadémica…”

Después de trein­ta años de neolib­er­al­is­mo dev­as­ta­dor, el Perú vive la irrup­ción de las fuerzas pop­u­lares, rep­re­sen­tadas por el profe Pedro Castil­lo, un mae­stro rur­al del inte­ri­or y líder sindi­cal, que encar­na el hastío de las may­orías con la clase políti­ca, con la pre­cariedad económi­co social en la que viv­en, agudiza­da dramáti­ca­mente por la pan­demia. Ausen­cia de debate pro­gramáti­co, voto reac­ti­vo, una artic­u­lación hegemóni­ca de poder de derecha dis­pues­ta a todo, rep­re­sen­ta­da nada menos que por Keiko Fuji­mori, con Vladimiro Mon­tesinos hacien­do lla­madas des­de la cár­cel para incidir en la procla­mación de resul­ta­dos; un enorme deja vu. De esto y más char­lam­os con Anahi. 

Matri­o­ta: Pedro Castil­lo irrumpe en el radar del sis­tema políti­co lib­er­al peru­ano y region­al. No encar­na a ninguno de los actores políti­cos en con­tradic­ción del esce­nario de la democ­ra­cia lib­er­al del siglo XXI: por un lado, el mod­e­lo neolib­er­al bajo la rec­eta per­iféri­ca, y por otro, la socialdemoc­ra­cia que bus­ca may­or redis­tribu­ción, pro­gre­so, for­t­ale­cer el Esta­do medi­ante la políti­ca públi­ca y la garan­tía de dere­chos bási­cos. Sin embar­go, parece que esa enorme población del inte­ri­or del Perú no se vio rep­re­sen­ta­da por ningu­na de estas posi­ciones. ¿Qué pis­tas nos arro­ja en cuan­to a los alcances y límites de este esce­nario: neolib­er­al­is­mo ver­sus pro­gre­sis­mo? ¿Cuál es tu lectura?

Anahi Durand: Creo que el caso peru­ano es par­tic­u­lar en varias líneas. No es nece­sari­a­mente otro tri­un­fo pro­gre­sista, ni de derecha ver­sus izquier­da; estos resul­ta­dos elec­torales son sólo entendibles com­pren­di­en­do la mag­ni­tud de la cri­sis políti­ca que desató el caso Ode­brecht, al que le sucedió la trage­dia de la pan­demia. Fueron unas elec­ciones sin un cen­tro políti­co, sin espa­cio para las grandes dis­cu­siones ide­ológ­i­cas y pro­gramáti­cas. Ante todo, se tra­ta de un voto muy reac­ti­vo, muy deman­dante en tér­mi­nos de cam­bios. Eso es lo que logra encar­nar PERÚ LIBRE; que ya se había pre­fig­u­ra­do en las elec­ciones com­ple­men­tarias al Con­gre­so que tuvi­mos en 2020. Hay que ver un poquito más atrás, en esas elec­ciones del 2020 ya hubo estas fuerzas emer­gentes que rep­re­senta­ban muy bien el descon­tento, sobre todo de los sec­tores pop­u­lares menos favore­ci­dos por el mod­e­lo. En ese momen­to, el ascen­so del FREPAP las últi­mas dos o tres sem­anas, un par­tido reli­gioso, o de Antau­ro Humala y la UPP ya nos daban una aler­ta de cómo serían las pres­i­den­ciales de 2021. En ese entonces aún no había lle­ga­do la pan­demia, pero ya esta­ba la cri­sis políti­ca. Creo que en el tri­un­fo de Pedro Castil­lo se expre­sa un voto muy de protes­ta, de impu­gnación al mod­e­lo, pero tam­bién de iden­ti­fi­cación; de votar a alguien como yo, antes que los grandes debates o las dilu­ci­da­ciones pro­gramáti­cas o de políti­ca públi­ca. Quizás en la segun­da vuelta eso ya jugó un poco más, pero en la primera vuelta, ese 19 % que sacó el profe Castil­lo, en un esce­nario de frag­mentación tremen­da, con diecio­cho par­tidos, vino del núcleo de las zonas rurales más empo­bre­ci­das, menos favore­ci­das por este mod­e­lo pri­mario expor­ta­dor, que se iden­ti­f­i­can con Castil­lo, dán­dole un voto en clave muy identitaria.

Tal como está el mun­do parece imposi­ble escapar a la lóg­i­ca de la gob­er­nan­za glob­al y su entra­ma­do tec­no-buro­cráti­co insti­tu­cional. Al lle­var a cabo las refor­mas insti­tu­cionales que la bur­guesía local sub­de­sar­rol­la­da fue inca­paz de con­ce­bir para lograr un mín­i­mo de Esta­do de bien­es­tar, uno de los errores de los pro­ce­sos pro­gre­sis­tas fue caer en la lóg­i­ca de la efi­cien­cia tec­nocráti­ca guber­na­men­tal. Bajo la dinámi­ca elec­toral­ista estas refor­mas pueden venirse aba­jo, como esta­mos vien­do en Ecuador. ¿Sería posi­ble admin­is­trar el Esta­do ver­ti­cal­ista, cuya nat­u­raleza es garan­ti­zar intere­ses cor­po­ra­tivos, y pro­mover simultánea­mente otras for­mas de Esta­do des­de aba­jo, que garan­ti­cen un repliegue a las fuerzas pro­gre­sis­tas cuan­do no alcan­cen a for­mar gobierno?

Aquí en Perú ten­emos un Esta­do mafioso y ahori­ta lo esta­mos vien­do en acción. Todavía no se procla­ma a Pedro Castil­lo como pres­i­dente elec­to. El 15 de junio la ONPE ter­minó de con­tar los votos, y lo que se vino es una andana­da legal del fuji­moris­mo para impug­nar las elec­ciones, cues­tionar las dis­tin­tas actas en zonas rurales, sobre todo, y la reac­ción de diver­sas insti­tu­ciones donde hay oper­adores del fuji­moris­mo. Si algo hizo el neolib­er­al­is­mo en Perú no fue sola­mente mon­tar un apara­to tec­nocráti­co, como lo ha hecho en otros país­es, sino cor­romper a las insti­tu­ciones, enquis­tar una red de cor­rup­ción que aho­ra vemos muy vigente, por eso esta reac­ción tan deses­per­a­da de no quer­er respetar los resul­ta­dos elec­torales. Saben que el pres­i­dente Pedro Castil­lo no va a ser sum­iso a sus intere­ses, ni a sus for­mas de gob­ernar y admin­is­trar, con sus dosis de cor­rup­ción y tec­noc­ra­cia. Pero en el caso peru­ano la cor­rup­ción ha per­me­a­do a todos los poderes del Esta­do, lo esta­mos vien­do en el Jura­do Nacional de Elec­ciones (JNE), en el sis­tema de justicia.

Desmon­tar todo eso ya es una tarea muy grande en sí mis­ma, además de hac­er­lo en un con­tex­to adver­so, porque no lle­gas a la pres­i­den­cia con un 80% de votación, sino ape­nas con 50.2 %, con 44 mil votos de difer­en­cia. Esto te obliga a plantear muy bien los pasos a dar. No aban­donar esa platafor­ma de cam­bios que te llevó a donde estás, pero ir pen­san­do los pasos que siguen para lle­var­la ade­lante. Con­sen­suan­do, artic­u­lan­do, hacien­do políti­ca con los diver­sos actores que te van a per­mi­tir sobre­vivir. Creo que el primer obje­ti­vo de este gob­ier­no tiene que ser el de durar, sólo así podrá enfrentar a los poderes enquis­ta­dos en dis­tin­tos espa­cios, que ya están impi­di­en­do su procla­mación. O sea, no es que van a obsta­c­ulizar al Gob­ier­no, ya están hacien­do lo imposi­ble para que no se dé su procla­mación, inclu­so han lle­ga­do a pedir nuevas elec­ciones. Es un esce­nario muy com­ple­jo, que exige una acción muy pen­sa­da, muy artic­u­la­da y con­sen­sua­da del pres­i­dente Pedro Castillo.

Perú evi­den­cia una enorme frac­tura cen­tral­ista entre Lima y el inte­ri­or andi­no. Los pos­tu­la­dos en la políti­ca son un indi­cador de tal con­traste ¿Cómo ves a las agen­das de género? ¿Se lim­i­tan a los cen­tros urbanos o hay un fem­i­nis­mo en las comu­nidades indí­ge­nas y campesinas del interior?

El Perú es abso­lu­ta­mente cen­tral­ista. No hay una ciu­dad que haga de con­trape­so a Lima, como Guayaquil a Quito, o Cali a Bogotá. Lima con­cen­tra casi diez mil­lones de habi­tantes, el 30 % de la población nacional. Además, Lima ha cre­ci­do sin ningún orden, con­cen­tra muchos pro­ce­sos urbanos y de poli­ti­zación dis­tin­tos a las regiones del sur andi­no, donde sí ha habido otra dinámi­ca de mov­i­lización, más vin­cu­la­da a deman­das socio ambi­en­tales, por ejem­p­lo, en el caso de las comu­nidades and­i­nas indí­ge­nas, la may­oría de luchas son por la defen­sa del ter­ri­to­rio ante el avance de la indus­tria extrac­ti­va. En el caso de los fem­i­nis­mos en Perú, hubo un movimien­to fem­i­nista pop­u­lar muy impor­tante en las ciu­dades, surgió en la déca­da de los 70, con un teji­do social muy amplio, pero que lam­en­ta­ble­mente tuvo que enfrentar la arremeti­da de Sendero Lumi­noso, que asesinó a diri­gen­tas pop­u­lares como María Ele­na Moy­ano. Después, al clien­telis­mo y la vio­len­cia fuji­morista arrin­conaron com­ple­ta­mente al fem­i­nis­mo pop­u­lar que surgió en los 70, se replegó en algunos cen­tros de pen­samien­to, de oenegés. Pero con esta olea­da lati­noamer­i­cana fem­i­nista que sale de Argenti­na, tam­bién hay un ascen­so en Perú, sobre todo en las gen­era­ciones más jóvenes, más uni­ver­si­tarias, más urbanas. No sé qué tan­to hay un fem­i­nis­mo comu­ni­tario, indí­ge­na, campesino. La cuestión indí­ge­na aquí tiene otro recor­ri­do, no ten­emos las orga­ni­za­ciones indí­ge­nas que hay en Bolivia, Ecuador o Chile. Aquí están la FENMUCARINAP o la ONAMIAP, que son orga­ni­za­ciones de mujeres indí­ge­nas que están en pro­ce­so de con­sol­i­dación des­de la per­spec­ti­va fem­i­nista, no solo en lo post mate­r­i­al, como la reivin­di­cación sex­u­al y repro­duc­ti­va, sino tam­bién en mate­ria de economía fem­i­nista, de uso del tiem­po, de economía de cuida­dos. Todavía es un ter­reno en construcción.

Pese al embate neolib­er­al y a la vio­len­cia inter­na de otras décadas, ¿todavía quedan sindi­catos fuertes? ¿Crees que hay una revi­tal­ización del sindi­cal­is­mo en el Perú?

El sindi­cal­is­mo fue abso­lu­ta­mente ata­ca­do por el fuji­moris­mo, en 1992 se impu­so la refor­ma lab­o­ral asesinan­do líderes sindi­cales, como a Pedro Huil­ca, diri­gente de la Con­fed­eración gen­er­al de tra­ba­jadores del Perú (CGTP), asesina­do por el Grupo Col­i­na, al igual que a otros líderes regionales del sec­tor minero. Así avanzó la refor­ma neolib­er­al en Perú, con el sindi­cal­is­mo penal­iza­do con­stan­te­mente por las empre­sas. La agroin­dus­tria, por ejem­p­lo, no per­mitía la sindi­cal­ización. Entonces, en un país con un 70 % de infor­mal­i­dad, si eres un tra­ba­jador infor­mal, ¿cómo te vas a sindi­calizar si “tu patrón eres tú mis­mo”? Esa estruc­tura de explotación lab­o­ral impi­de ten­er un movimien­to sindi­cal fuerte. Entonces, ¿qué sindi­catos fuertes hay?, el de mae­stros, el de los tra­ba­jadores estatales que quedaron luego de los pro­gra­mas de ajuste. La ley que aprobó Fuji­mori en los noven­ta es com­ple­ta­mente lesi­va, pero después de los últi­mos cin­co o seis años, con todas las refor­mas que la OIT ordenó imple­men­tar al Perú, a pesar de esto, llegó un nue­vo momen­to para poten­ciar la activi­dad sindi­cal. De hecho, el SITOBUR de las tra­ba­jado­ras de la limpieza en Lima es muy rep­re­sen­ta­ti­vo, lid­er­a­do por la com­pañera Isabel Cortez, que viene de lograr un escaño en el Con­gre­so del Perú; o la FENTTRAHOP de las tra­ba­jado­ras del hog­ar tam­bién. Pero siguen sien­do sec­tores minori­tar­ios porque la infor­mal­i­dad y el desem­pleo aquí son tremen­dos, las tra­ba­jado­ras for­males que pueden sindi­calizarse deben ser ape­nas el 20 %. Lo mis­mo ocurre con las tra­ba­jado­ras de limpieza públi­ca, la con­stante ter­cer­ización y la infor­mal­ización del tra­ba­jo va en con­tra de la sindi­cal­ización. Lo que sí hay es un reconocimien­to al aval del sindi­ca­to como organ­is­mo legí­ti­mo para pelear derechos. 

Anahí Durand jun­to a Pedro Castil­lo, Pres­i­dente elec­to del Perú.

Nosotros en Perú ten­emos una tradi­ción de int­elec­tuales orgáni­cos muy valiosos, como José Car­los Mar­iátegui, o Alber­to Flo­res Galin­do, ellos te recuer­dan que puedes estar pen­san­do el país, hacien­do lit­er­atu­ra, hacien­do soci­ología, antropología y a la vez acti­van­do políticamente. 

El lega­do político/cultural del neolib­er­al­is­mo en el Perú fue insta­lar el dis­pos­i­ti­vo del ter­ror: reivin­di­cación social = ter­ror­is­mo ¿Esta opor­tu­nidad históri­ca con el gob­ier­no de izquier­da lid­er­a­do por el pres­i­dente Castil­lo podrá al fin dejar atrás el “ter­ruqueo”?  

El “ter­ruqueo” como eje de despres­ti­gio o de anu­lación del adver­sario ya perdió fuerza en la sociedad peru­a­na. Ya la población no lo cree, de hecho, el tri­un­fo de Castil­lo en medio de tan­to “ter­ruqueo” demues­tra que perdió toda cred­i­bil­i­dad. Aunque perdió su fuerza impug­nado­ra hacia el adver­sario de izquier­da, es una prác­ti­ca que las élites han asum­i­do y no van a soltar, se volvió parte de su reper­to­rio de críti­ca, de crim­i­nal­ización, de despres­ti­gio a los movimien­tos sociales. En el Perú somos los pio­neros del “ter­ruqueo” por lo que sig­nificó Sendero Lumi­noso, un caso más bien atípi­co de lucha arma­da. Ter­minó afectan­do a los movimien­tos pop­u­lares, a sus líderes, dañó direc­ta­mente a la población, por eso hay un rec­ha­zo muy grande a lo que fue Sendero Lumi­noso. Este aprovechamien­to de la “ter­ruquización” como estrate­gia de crim­i­nal­ización cuan­do hay una huel­ga de mae­stros, un paro cocalero, una protes­ta estu­di­antil, lo usaron con­tra diri­gentes como Pedro Castil­lo y Veróni­ka Men­doza

El ter­ror­is­mo ya no es una ame­naza real para la gente en el Perú. En estas elec­ciones se demostró que la pre­ocu­pación cen­tral era sobre­vivir, la cri­sis económi­ca es ter­ri­ble, se han per­di­do tres mil­lones de empleos, el Perú es uno de los tres país­es con may­or letal­i­dad por COVID-19. El “ter­ruqueo” ya perdió su fuerza para liq­uidar al adver­sario, ya no es acept­able, no vamos a per­mi­tir que siga sien­do parte del paisaje. El tri­un­fo de Castil­lo lo rep­re­sen­ta clara­mente, aunque le hayan dicho senderista, MOVADEF, ter­ror­ista, igual ganó. 

El hecho de que un gob­ier­no de izquier­da suba al poder en el Perú en un momen­to region­al en el cual las expe­ri­en­cias pop­u­lares pre­vias de Brasil y Argenti­na fueron inter­rump­i­das por gob­ier­nos neolib­erales. El chav­is­mo lucha con­tra una guer­ra de ase­dio impe­r­i­al para man­ten­erse en el poder. Tabaré Vázquez, más mod­er­a­do, sucedió a José Muji­ca en Uruguay ¿Qué sig­nifi­ca esto para la com­pren­sión del fenó­meno pop­ulista de izquier­da en la región? ¿Cómo dar la batal­la cul­tur­al en una población que vota con­tra sí mis­ma, está despoli­ti­za­da y es pre­sa del con­trol mediático?

Los pro­gre­sis­mos, enten­di­dos como gob­ier­nos con­trar­ios, o por lo menos dis­tin­tos al mod­e­lo neolib­er­al tal cual se ha apli­ca­do, han tenido momen­tos de flu­jos y reflu­jos. Perú no estu­vo muy acom­pasa­do con esos flu­jos. En 2011 Ollan­ta Humala ganó la pres­i­den­cia con una platafor­ma pro­gre­sista, pero a los pocos meses se cam­bió de camise­ta, se alineó con todos los poderes y no hubo un movimien­to social que lo hiciera volver a sus prome­sas de cam­paña.  Por eso hay som­bras que se cier­nen sobre Pedro Castil­lo. No es que él haya gana­do con una platafor­ma ide­ológ­i­ca pro­gre­sista, es un pro­fe­sor que ha gana­do sobre todo por un voto críti­co, de descon­tento sí; pero tiene a la mitad de la población en con­tra. Esto no hay que descono­cer­lo. Ganó con un 50.02 % del elec­tora­do, va a ten­er que pen­sar muy bien los pasos a dar para lle­var a cabo un gob­ier­no pro­gre­sista. Esa es la línea en que ha tra­ba­ja­do para la segun­da vuelta, porque su par­tido, Perú Libre, reconoce que no esta­ba en sus planes lle­gar al gob­ier­no; es un par­tido region­al, chico, sus planes eran pasar la val­la elec­toral y entrar al Con­gre­so. Al verse en ese esce­nario, no es que ten­gan el plan quin­que­nal para gob­ernar y trans­for­mar el Perú. Va a ten­er que desar­rol­lar un plan de gob­ier­no en un entorno hos­til y polar­iza­do. A difer­en­cia de Ollan­ta Humala, pien­so que Castil­lo no va a cam­biarse la camise­ta, tam­bién hay otro momen­to en el país, ese prece­dente nefas­to no sería tol­er­a­do tan fácil­mente. Aunque esa es la rec­eta que le está dan­do la derecha: ¿Quieres que te proclamem­os? Des­hazte de Perú Libre, des­hazte de todos los izquierdis­tas, acá hay téc­ni­cos que van a hac­er el trabajo. 

Perú Libre no es un movimien­to de masas arraiga­do. Esa tam­bién es la pre­ocu­pación, cómo gob­ier­nas sin un par­tido sóli­do. En Nue­vo Perú podemos ser un soporte en cier­ta medi­da, eso tam­poco ase­gu­ra un esce­nario de may­or arrai­go para facil­i­tar los cam­bios. Por ello van a ser clave dos ele­men­tos: el primero, la Asam­blea Con­sti­tuyente; el segun­do, las luces que hay en el esce­nario region­al: Bolivia y Argenti­na están en la mis­ma línea. En el caso peru­ano, hay que ten­er políti­cas redis­trib­u­ti­vas, cam­biar la matriz neolib­er­al, desmon­tar poco a poco un mod­e­lo que ha fun­ciona­do por 30 años. Así, por ejem­p­lo, un sec­tor como las AFP, ¿cómo desar­mar un mod­e­lo de pen­siones de ese tipo, que fuga cap­i­tales y están apoyan­do a Keiko Fuji­mori? Hay incer­tidum­bre, los gru­pos de poder ni siquiera lo han deja­do subir al profe Castil­lo y ya están impi­di­en­do su procla­mación. Hacien­do un ejer­ci­cio de imag­i­nación, ¿cómo desmon­tar el mod­e­lo para hac­er algunos cam­bios sin una cor­relación sól­i­da, con esta pre­cariedad? El esce­nario region­al podría jugar a favor: Méx­i­co, Argenti­na, Bolivia serían favor­ables en temas claves como la vac­u­nación, cosas que lleguen muy pron­to a la gente y le den seguri­dad en medio de este ambi­ente de polarización.

¿En este con­tex­to cómo con­cibes la mil­i­tan­cia, qué retos de resig­nifi­cación adviertes? 

Perú no tiene un teji­do social den­sa­mente orga­ni­za­do en el cual se pue­da respal­dar Pedro Castil­lo. El con­flic­to arma­do y el neolib­er­al­is­mo pul­verizaron a un teji­do social muy vig­oroso que se con­struía des­de los años 70 y 80; la infor­mal­i­dad y la pre­carización vacia­ron al sindi­cal­is­mo. Las orga­ni­za­ciones indí­ge­nas y campesinas son muy pre­carias. Entonces, ¿en qué se apoya este gob­ier­no para lle­var a cabo su platafor­ma de cam­bio? Habrá que hac­er un ejer­ci­cio de mov­i­lización, de poli­ti­zación. Vuel­vo al tema de la Asam­blea Con­sti­tuyente: puede darnos un debate sus­tan­ti­vo con la gente, explicar las políti­cas de Esta­do, nos per­mi­tiría ten­er un mar­co garan­tista que aquí no ten­emos. Claro, el ries­go va a estar siem­pre en reple­gar en una tec­noc­ra­cia más orga­ni­za­da, en un buen mane­jo del gas­to públi­co, que efec­ti­va­mente son impor­tantes, pero no te garan­ti­zan un pro­ce­so de cam­bios. La cor­relación es adver­sa, hay una sociedad poco orga­ni­za­da, la cri­sis actu­al es tan grande, se pre­sen­ta un enorme desafío. Vien­do las expe­ri­en­cias de otros gob­ier­nos pro­gre­sis­tas ¿cómo no se defrau­da a quienes votaron por ti y a la vez se con­vence un poco más a quienes no lo hicieron? La mitad no votó por ti y tienes que hac­er cosas por ellos, pero no puedes dejar a la gente que sí votó por ti y está esperan­do lo que prometiste. Ojalá que una vez procla­ma­do como pres­i­dente elec­to Pedro Castil­lo pue­da ten­er un hor­i­zonte más claro, lo digo como parte del equipo de gob­ier­no que se ha arma­do en la coali­ción con Jun­tos por Perú y Nue­vo Perú. No hemos tenido la tran­quil­i­dad de mirar post elec­ciones el esce­nario que ven­dría. Hay ideas, se ha pub­li­ca­do un Plan bicen­te­nario, se han hecho dis­tin­tos doc­u­men­tos, pero ya con la procla­mación final esper­amos que el profe siente líneas de gob­ier­no más firmes, defi­na su gabi­nete, las áreas pri­or­i­tarias para esta eta­pa serían la economía y la salud. Tam­bién la relación con las orga­ni­za­ciones sociales, el viene del gremio docente, esa es su base, se ha reunido mucho con ellos, pero hay otros espa­cios que tam­bién ten­drán que ser aten­di­dos para ampli­ar el arrai­go pop­u­lar que per­mi­ta lle­var a cabo las reformas.

Vivi­mos un momen­to en que la espe­cial­ización del conocimien­to ha sec­u­lar­iza­do la políti­ca, el arte, la acad­e­mia, etc. Todo está com­par­ti­men­tal­iza­do, sin embar­go, estos ele­men­tos, si bien mane­jan lengua­jes especí­fi­cos, son uno solo. ¿Cómo romper esa brecha per­ni­ciosa entre el per­fil del “gob­er­nante de ofi­cio”, como señal­a­ba Weber, el “arte por el arte” del indi­vid­uo, y la acad­e­mia autor­ref­er­en­cial ahoga­da en papers sin val­or de uso social?

Este es un desafío abier­to, en el caso peru­ano, con una acad­e­mia despoli­ti­za­da, paupér­ri­ma en tér­mi­nos de recur­sos, cómo empren­des pro­ce­sos de gob­ier­no que te den esa nue­va relación. Ahí el caso boli­viano es impor­tante de mirar, Evo Morales no viene de la acad­e­mia, su cír­cu­lo más inmedi­a­to tam­poco, al igual que Pedro Castil­lo, viene del mun­do rur­al. El caso boli­viano es ejem­plar en con­stru­ir un entorno de gob­ier­no que a la vez sea capaz de pen­sar lo que se va tra­ba­jan­do, las medi­das que se van adop­tan­do, en una clave dis­tin­ta a la com­par­ti­men­tal­iza­da. Ese fue el desafío de int­elec­tuales orgáni­cos como Álvaro Gar­cía Lin­era. Pero en gen­er­al, con­stru­ir toda una capa de admin­is­tración del Esta­do más allá de la tec­noc­ra­cia que ya cono­ce­mos y que no sale de la lóg­i­ca neolib­er­al. Por otro lado, está la acción y el pen­samien­to en clave trans­for­mado­ra de int­elec­tuales y pro­fe­sion­ales. Ese es el gran reto que vamos a ten­er en Perú, en un esce­nario muy adver­so, donde se le nie­ga la procla­mación, lograr con­sol­i­dar el gobierno.

Esta hiper espe­cial­ización que aho­ra te pide el mer­ca­do lab­o­ral, el ejer­ci­cio de la labor académi­ca, los paper a entre­gar, estos títu­los de nobleza académi­ca cul­tur­al que uno tiene que cumplir si quiere estar en el cam­po. Dónde te va a dar la vida para dedi­carte a la políti­ca, al arte, a la nov­ela, sal­vo que seas mul­ti­mil­lonario. Esto nos pasa sobre todo entre los que somos docentes de la uni­ver­si­dad públi­ca, como yo, que ten­go que hac­er mil cosas ori­en­tadas a la sobre­viven­cia antes que para afir­marme en el cam­po int­elec­tu­al. Mira, uno de los retos de la época es que las gen­era­ciones más jóvenes no ter­mi­nen ensimis­madas en el nar­ci­sis­mo académi­co int­elec­tu­al, donde entre ellos se lean y se comenten, vien­do por enci­ma del hom­bro y cíni­ca­mente a quienes hacen políti­ca. Tam­poco desconec­tarte en la prác­ti­ca mil­i­tante de la parte más reflex­i­va. Me costó mucho, más en estos tiem­pos de pan­demia, que mis alum­nos sal­gan a la calle, jus­to aho­ra que nos están roban­do la democ­ra­cia. Ten­er una visión mul­ti­di­men­sion­al de las cosas poten­cia la parte artís­ti­ca al com­ple­men­tar­la con la reflex­ión soci­ológ­i­ca, con la activi­dad políti­ca, que final­mente nos com­pete a todos. Cuan­do for­mamos el movimien­to Nue­vo Perú jun­to a com­pañeros de muchos años, aspirábamos a ten­er una reflex­ión int­elec­tu­al, a estar en un par­tido de cuadros. Hemos logra­do cier­tas cosas, pero tam­bién hemos sido sobrepasa­dos por la coyun­tu­ra, por un país que no está esperan­do eso aho­ra. Mien­tras Veróni­ka Men­doza sacó el 8 %, Pedro Castil­lo lo duplicó con otra trayec­to­ria, con reivin­di­ca­ciones más vin­cu­ladas a sec­tores rurales empo­bre­ci­dos que esper­a­ban una voz como la suya, des­de donde ellos hablan. 

Tien­do a ser opti­mista, se viene un pro­ce­so intere­sante para el Perú, que ojalá con­tagie a las uni­ver­si­dades, a las cien­cias sociales. Estos pro­ce­sos tam­bién det­o­nan la inves­ti­gación para las cien­cias sociales. El pro­ce­so que se abre en Perú, si se lle­ga a com­ple­tar, va a sig­nificar un enriquec­imien­to de la dis­cusión, va a poli­ti­zar a la acad­e­mia en tér­mi­nos pos­i­tivos. Nosotros en Perú ten­emos una tradi­ción de int­elec­tuales orgáni­cos muy valiosos, como José Car­los Mar­iátegui, o Alber­to Flo­res Galin­do, ellos te recuer­dan que puedes estar pen­san­do el país, hacien­do lit­er­atu­ra, hacien­do soci­ología, antropología y a la vez acti­van­do políticamente. 

Anahí Durand en Lima. 

En el caso de los fem­i­nis­mos en Perú, hubo un movimien­to fem­i­nista pop­u­lar muy impor­tante en las ciu­dades, surgió en la déca­da de los 70, con un teji­do social muy amplio, pero que lam­en­ta­ble­mente tuvo que enfrentar la arremeti­da de Sendero Lumi­noso, que asesinó a diri­gen­tas pop­u­lares como María Ele­na Moy­ano. Después, al clien­telis­mo y la vio­len­cia fujimorista…