“Hay que ver en el capitalismo una religión, es decir, el capitalismo sirve esencialmente a la satisfacción de las mismas preocupaciones, penas e inquietudes a las que daban antiguamente respuesta las denominadas religiones. La comprobación de esta estructura religiosa del capitalismo, no sólo como forma condicionada religiosamente (como pensaba Weber), sino como fenómeno esencialmente religioso, nos conduciría hoy ante el abismo de una polémica universal que carece de medida. [Y es que] no nos es posible describir la red en la que nos encontramos. Sin embargo, será algo apreciable en el futuro”.
Walter Benjamín, El Capitalismo como Religión.
— Más por menos da menos —, escuchó justo antes de desvanecerse.
X había salido de un té canasta metalero, alcoholizada caridad cristiana del confinamiento en pandemia. Mira al piso durante horas de confusión bajo el aguacero tropical, no es el olor al que esta acostumbrado. A su lado, la potencia de los factores está entre paréntesis, son varios, tapados con plásticos bajo la lluvia.
Y no sabe en qué hora de la noche está, susurra un entrevero de máximas sociológicas con enunciados administrativos a manera de rezo mántrico. Aún lleva la chaqueta con la que estaba dando la charla por Zoom. Lo último que recuerda es haber recitado todos los títulos que logró en Francia. Ya no tiene el flash con las claves de acceso a la data estadística con la que su red de tecnócratas especulaba.
— ¡Despejar la variable antes del amanecer, señor corchete! — fue lo que escuchó antes de quedar en blanco.
Atrás, A se divide entre el impulso de gritar su rango y apellido para preguntar cuánto es, o sollozar mientras acaricia el crucifijo que lleva en la cadenita de oro colgada en el cuello. Tenía todo bajo control en el ministerio, los edecanes lo acompañaban a firmar la venta de armas antes del cóctel en la embajada. A su lado, Z es otra incógnita, suda frío, no había tomado el analgésico. Su vacío se multiplica por los molares de la deconstrucción pueblerina de Loyola. En su escritorio acababa de hablar con la gerencia general para su promoción, no sabe qué pasó o dónde está.
Sobre la proa se abre un túnel pluvial hacia una boca selvática de insectos.
Toda la noche navegamos río abajo, fondeando con palos el lecho del agua para no encallar. Al amanecer, justo antes de la tormenta eléctrica, saltamos de las pangas a lo indivisible. Entramos en la zona del coeficiente de desterritorializacón con los primeros rayos de luz.
Flagelo de Miel marca el paso trochando la maleza del camino. Guarda el tabaco en el bolsillo del pantalón para que no se moje. Bajo las hojas gigantes tomamos agua de lluvia con nuestras lenguas. Desde el filo espeso del Aguarico vemos pasar troncos y ramas, arrancados por el caudal.
— El tambo esta cerca — dijo Fugitivo Concurrido, a cuyo cargo están los cuatro citadinos que jadean soberbia en cada paso.
Caminamos mirando al piso para no resbalar.
— En unos años esto se convertirá en destino para el turismo psicodélico — dijo Flagelo de Miel. ¿Qué es peor, un neo indigenista snob o un banquero?
— ¡Ambos trabajan juntos! — dijo alguien desde atrás.
Ante nosotros se abrió colina abajo el descampado de las casas circulares. Abrazados por el olor a leña y el sudor de tierra entramos a la Asamblea Comunal sin tomar descanso. Los decibeles del río se entrelazan con las voces congregadas.
Pasamos adelante, al centro del circulo con los cuatro citadinos.
—La ecuación gira en torno a las estructuras invariantes, — dijo Papá Soroche, con la pipa encendida después del saludo.
—Soy su legítimo representante mis amigos, — dijo A, después de enunciar su rango y apellido —. Trabajo por y para ustedes. Soy su servidor de carrera, creemos en el diálogo, ustedes pongan un precio y enseguida se hará la transacción.
—¿Los gobiernos de los que habló Locke hace quinientos años? — lo encaró Flagelo de Miel —. ¿El electoralismo no es el gobierno de unos pocos que va a servir a unos muchos?
— Gracias a funcionarios como yo y mi partido ustedes pueden estar tranquilos, pueden dedicarse a su familia, a sus gustos personales y desentenderse del tedio de la acción política, nosotros nos encargamos de lo público, — les respondió A.
— ¿No es acaso el egoísmo la fuerza ideológica del modelo de representación? —respondió Flagelo de Miel al auditorio —. Estos gobernantes de oficio se apropian de la vida pública desde hace cinco siglos, supuestamente luchan por nosotros, para que no nos preocupemos.
— No nos confundamos, el problema es estético, no social — dijo Z, con una calculadora en la mano —. Debemos definir la escena contemporánea desde una deconstrucción exofilosófica encriptada en una master class del aura meta realista. Los pagos son por PayPal o tarjeta de crédito.
—Individualismo, comodidad y culpa, ese es el pensamiento servil para justificar estructuras de poder — dijo Fugitivo Concurrido y acalló las carcajadas —. La estética no tiene sentido sin la entrega al ritmo, al pulso de las imágenes simbólicas desde lo intransferible. Ustedes acumulan conocimiento parasitario, abstracto, mientras más especialistas son, entienden menos.
Ya sobrio del té canasta, X se levantó enérgico:
— No se metan conmigo, tengo treinta mil likes en tan solo diez años en mis redes oficiales y soy cague de risa. Ustedes no son tan extremos como yo, mi originalidad personal es de culto. Todos compran mis camisetas retro.
— Compañeros, la democracia esta bajo asedio por un capitalismo malvado — dijo Y — , necesitamos ubicarnos en un horizonte utópico que propicie muchos votos para una democracia administrada para todas, todos y todes. Juntos lo lograremos con una planificación reflexiva que dispute reivindicaciones consagradas en los objetivos del milenio. El capitalismo puede ser bueno, responsable y ecológico. Multifamiliares con una baja tasa de interés, tod@s podemos ser titulados, ocho horas en un trabajo digno, auto propio para una infinita rutina lógica de calles bien asfaltadas.
— La democracia formal esta blindada, es una estructura vacía en horario estelar, no es real — respondió Flagelo de Miel.
— No podemos ser absurdos — dijo Y — , yo los puedo guiar, para eso tengo el conocimiento, todos podemos tener un horizonte con más dinero, con capitales buenos e instituciones mejoradas. ¡Cuidado!, el pueblo no puede equivocarse en las urnas y respaldar a estos políticos de siempre.
— Lógicas fálicas de sumisión paternalista — dijo Flagelo de Miel. Condicionamiento ideológico por el dinero, el consumo y el poder adquisitivo —. Masas de potenciales proletarios de la razón ilustrada vagan por el mundo y no garantizan más sabiduría. Piensan que todo se resuelve con ciencia, datos y procedimientos, son el vacío instrumentalizado que le da plusvalor semántico al fetiche mercantil.
— ¿Se trata de la culpa de clase? — dijo Fugitivo Concurrido —. ¿Culpa por el privilegio, con los gobernantes y con la institución democrática? Nos adoctrinan para sentirnos culpables por existir, para estar agradecidos por ser representados.
Acto seguido, Flagelo de Miel sacó la flor fractal y activó la combinación órfica con el antídoto de Chusig. El reactivo culpógeno fue extraído de los cuatro factores. Los cuerpos cayeron al piso para renacer en las coordenadas de origen, dos minutos antes de su cooptación.
— En el centro del reactivo está el polinomio: X, Y, A y Z se multiplican sobre el fetiche elevado a la mercancía, — dijo Papá Soroche y dio otra calada a su pipa.