PostApocalipsis Nau

Ínsula Colectiva

Ilus­tración por Fran­cis­co Galárraga

Las gotas de sudor caían diag­o­nales tras los pasos de aprox­i­mación al río subterráneo. 

— El tor­rente inter­no debe estar alto para que no nos detecten, dijo Fla­ge­lo de Miel.

Cam­i­namos hacien­do óva­l­os de avan­za­da para evi­tar el ras­tro. Con todos los dis­pos­i­tivos desac­ti­va­dos, el jadeo de la mar­cha se entre­laz­a­ba en los arbus­tos. Fla­ge­lo de Miel racionó el agua durante todo el día. En silen­cio, prac­ti­camos el cál­cu­lo arte­sanal de los pasos con el ába­co men­tal de la infancia.

Una vez aden­tro, en el eco de la obscuri­dad, nos dejamos caer a la son­i­ca acuáti­ca que nos suc­cionó furiosa­mente has­ta el fon­do. El repliegue de la iner­cia nos trasladó has­ta el otro lado de la cordillera. Sal­imos bajo las estrel­las por la boca del río hacía la noche bril­lante del valle longevo.

— El poeta debe tomar par­tido entre: can­tar a los Dios­es o a las haz­a­ñas de los hom­bres y las mujeres intrép­i­das — , nos dijo la espar­tana que debía guiarnos al lugar que buscamos.

— El silen­cio que con­denó a Hes­ío­do es el mis­mo para todo este pueblo sub­ter­rá­neo. Hay que recon­fig­u­rar el palín­dro­mo en el cen­tro de la ínsu­la colec­ti­va para no seguir en el para­le­lo cero de la historia.

— Esta noche debe­mos aprovechar, la luna llena sur­ca la médu­la de la acción colec­ti­va, deja una secuela níti­da de ilu­mi­nación sobre los entier­ros de las armaduras zom­bies que con­trolan la Repúbli­ca del Agua Tibia.

Fla­ge­lo de Miel ordenó bajar el rit­mo de la caminata.

Solo pens­a­ba en lib­er­ar la poten­cia nutri­cia ape­nas lle­gar al lugar del entier­ro de la tra­bazón de las pal­abras. La luz noc­tur­nal ilu­minó el vaho de su alien­to, jus­to cuan­do rompió el silen­cio de horas: 

— Este es el lugar donde yace el palín­dro­mo de los saberes autor­iza­dos, ¡es aquí!

Fugi­ti­vo Con­cur­ri­do saco una dosis del antígeno que rescata­mos de los sig­i­los de Chusig.

Cava­mos has­ta encon­trar el depósi­to acu­oso del palín­dro­mo de la amne­sia nacional. Se movía en cír­cu­los infini­tos de mate­ria obscura.

— Esta hecho con aguas de Lete y puña­dos de tier­ra de lat­i­fun­dio para per­pet­u­ar el vacío — , dijo Fla­ge­lo de Miel.

Fugi­ti­vo Con­cur­ri­do inocu­lo el antígeno sobre el hechizo acuáti­co y el movimien­to cir­cu­lar cesó inmediatamente.

La luna evap­oro todo el líqui­do en for­ma de cristales platea­d­os hacia el cielo.

Antes del amanecer debíamos estar de regre­so en una nue­va tier­ra con memo­ria. Al salir el sol nos apos­ta­mos en las mon­tañas de las afueras de la ciudad.

Tres días deber­e­mos esper­ar antes de bajar para comen­zar la acti­vación del nue­vo palín­dro­mo colec­ti­vo con el sus­tra­to de todos los tiem­pos. Dis­pararemos la flecha al fir­ma­men­to y por fin el blan­co ser­e­mos nosotros mismos.