Antena Matriota

Por una crónica comunal I

Ilus­tración por Fran­cis­co Galárraga

— Entre­vista a Mar­co Teruggi—

“Hay que con­ver­tirse en escritor fuera del cír­cu­lo de la lit­er­atu­ra. Sólo los libros y la vida. Ir a la vida (con libros en la mochi­la) y volver para escribir (si se puede volver)”.

Ricar­do Piglia

Mar­co Terug­gi (París, 1984), poeta, sociól­o­go y peri­odista, cubrió el golpe de esta­do en Bolivia en 2019 y la vic­to­ria del MAS el año pasa­do. En un café en ter­ri­to­rio vol­cáni­co, la llu­via y los truenos no pudieron evi­tar la char­la que Matri­o­ta tuvo con Mar­co sobre Mañana será his­to­ria. Diario urgente de Venezuela, (Edi­to­r­i­al Sud­esta­da, Buenos Aires, 2018), su libro sobre el país más ase­di­a­do y descono­ci­do de la región, donde vivió durante cin­co años. 

MATRIOTA: Mar­co, eres poeta, sociól­o­go argenti­no francés, tienes un com­pro­miso de mil­i­tan­cia con un pro­ce­so rev­olu­cionario lati­noamer­i­cano, tam­bién pre­sum­i­mos que eres un mil­lenial, otro habi­tante de esta época pos­mod­er­na llena de ambigüedades. La políti­ca y la sen­si­bil­i­dad lit­er­aria jun­tas sue­nan pecu­liar en un tiem­po donde todo pre­tende estar com­par­ti­men­tal­iza­do. Den­tro de este uni­ver­so de izquier­da ten­emos un gran antecedente de com­bi­nación de la políti­ca, de la sen­si­bil­i­dad poéti­ca y el inter­na­cional­is­mo, Ernesto Gue­vara, el emblemáti­co Coman­dante de la Rev­olu­ción cubana. Empezamos pre­gun­tán­dote: ¿Cómo encar­ar la pro­duc­ción artís­ti­ca y lit­er­aria en el mar­co del pro­ce­so de con­struc­ción del social­is­mo des­de un enfoque comunitario?

MARCO TERUGGI: Creo que en Améri­ca Lati­na hay toda una tradi­ción, un espa­cio de cruce, de sín­te­sis, de diál­o­go entre la políti­ca y la lit­er­atu­ra. Den­tro de la lit­er­atu­ra, la poesía ha tenido momen­tos de mucho auge y luego momen­tos de may­or descen­so, que a su vez se cor­re­spon­den con momen­tos políti­cos. Toman­do en cuen­ta el caso de Argenti­na, un momen­to clave son los años sesen­ta y seten­ta en tér­mi­nos de esta pro­duc­ción, donde vas a encon­trar grandes escritores y políti­cos. Se pueden nom­brar muchísi­mos, des­de los her­manos Raúl y Enrique González Tuñón, has­ta Leopol­do Marechal, o en la expe­ri­en­cia más de los seten­ta, a Juan Gel­man o Harol­do Con­ti, para nom­brar algunos que expre­san una época que luego se dis­olvió por la dic­tadu­ra cívi­co mil­i­tar, pero es un camino que sigue traza­do, siem­pre disponible como búsque­da. Me parece que tiene que ver con inten­tar aunar lo políti­co y lo colec­ti­vo, con lo sub­je­ti­vo de la búsque­da cre­ati­va en sí. Es la tradi­ción que con­cibe a los pro­ce­sos políti­cos y eman­ci­pa­to­rios acom­paña­dos de músi­ca y poesía, cre­an su pro­pio lengua­je, de hecho, casi todos los pro­ce­sos lo tienen. Luego no nece­sari­a­mente hay per­sonas que logran encar­nar eso, hubo pro­ce­sos políti­cos con grandes escritores que de algu­na man­era con­den­saron ese pro­ce­so políti­co y otros pro­ce­sos en donde no.

En el caso vene­zolano, la prop­ues­ta que se desar­rol­ló en la época de Chávez era un social­is­mo con una fuerte dimen­sión estatal y una fuerte dimen­sión comu­ni­taria. Entonces había una gran parte de la políti­ca que pasa­ba por el Esta­do y otra gran parte de la políti­ca que pasa­ba por la orga­ni­zación de la comu­nidad. Des­de ambos espa­cios había prop­ues­tas, las más clási­cas, por ejem­p­lo, el Esta­do creó edi­to­ri­ales como El per­ro y la rana, que hizo una pro­duc­ción masi­va de libros a un pre­cio de com­pra muy bajo. Esta pro­duc­ción se conecta­ba con la orga­ni­zación pop­u­lar, por ejem­p­lo, las edi­to­ri­ales cre­an colec­ciones espe­cial­mente para los Con­se­jos Comu­nales que eran las for­mas más avan­zadas de orga­ni­zación en las comu­nidades. Siem­pre vas a encon­trar a estos dos nive­les: una vol­un­tad políti­co estatal y una vol­un­tad comu­ni­taria. Luego, la trans­for­ma­ción cul­tur­al más grande tuvo que ver con el ejer­ci­cio de la orga­ni­zación, o sea, recu­per­ar una cul­tura colec­ti­va, pon­er esa cul­tura colec­ti­va bajo un for­ma­to de orga­ni­zación, de auto­go­b­ier­no, de auto­gestión del ter­ri­to­rio y los medios de pro­duc­ción. Este es el hecho de trans­for­ma­ción cul­tur­al máx­i­mo que impli­ca el pro­ce­so del social­is­mo vene­zolano, así fue con­ce­bido teóri­ca­mente y se avanzó en algunos ensayos, como la con­for­ma­ción de las radios comu­ni­tarias, los gru­pos teatrales de la comu­na, la orga­ni­zación de la juven­tud para fes­ti­vales de músi­ca, los escritores de una comu­na, en defin­i­ti­va una orga­ni­zación comu­nal de las expre­siones artís­ti­cas. Me parece que eso fue lo más intere­sante que se planteó, el for­ma­to del social­is­mo que con­cibió Chávez no era un for­ma­to estatal exclu­si­va­mente, ahí se abrían todas estas potencias.

Con­stru­ir poder es un pro­ce­so par­tic­i­pa­ti­vo de recreación de sen­ti­dos que impli­ca una batal­la sim­bóli­ca. ¿Cómo super­ar la pro­pa­gan­da y el mar­ket­ing políti­co por un ver­dadero pro­ce­so de par­tic­i­pación sim­bóli­ca que enriquez­ca los pro­ce­sos rev­olu­cionar­ios en Améri­ca Latina?

Creo que siem­pre hubo dos miradas: La primera mira­da con­cibe a la trans­for­ma­ción des­de un Esta­do fuerte, que eje­cu­ta una serie de leyes, las cuales incluyen la democ­ra­ti­zación de la cul­tura, del con­sumo y la vivien­da; con­cibe a la políti­ca como un ejer­ci­cio des­de el apara­to estatal, des­de el gob­ier­no. La segun­da mira­da con­sid­era que esto debe ir com­bi­na­do con un pro­ce­so de aper­tu­ra al empoderamien­to pop­u­lar, es decir, que el Esta­do no es el fin, el par­tido no es el fin. El fin o uno de los fines es jus­ta­mente la recu­peración del ejer­ci­cio del poder en la comu­nidad orga­ni­za­da. Entonces, bajo esas dos grandes con­cep­ciones, que están ahí a veces en fric­ción, en sín­te­sis, otras veces, esto va implicar que haya cada vez más par­tic­i­pación, más pro­tag­o­nis­mo, que haya un poder que se escape has­ta cier­to pun­to de las manos del gob­ier­no. Esta es la famosa trans­fer­en­cia de poder. En esta ten­sión vas a encon­trar gran parte de las respues­tas al porqué hay deter­mi­na­dos tipos de comu­ni­cación o de apues­tas a difer­entes for­mas de con­struc­ción. Esto lo podemos ras­trear en el pro­ce­so rev­olu­cionario chileno, en el pro­ce­so cubano, siem­pre están estas dos posi­ciones en los pro­ce­sos de Améri­ca Lati­na. Siem­pre hay una ten­den­cia que va a cer­rar filas en la idea del Esta­do-Par­tido, una con­struc­ción de arri­ba para aba­jo; y otra ten­den­cia que va a plantear el des­bor­de al Esta­do, des­bor­dar el par­tido, hay que con­stru­ir por afuera, y que de allí se vayan recre­an­do otras for­mas de política.

Toman­do en cuen­ta que la real­i­dad urbana impli­ca un reto de incor­po­ración de los lengua­jes artís­ti­cos de la glob­al­ización para los proyec­tos pro­gre­sis­tas y social­is­tas en Améri­ca Lati­na ¿qué difer­en­cias ves entre la real­i­dad agraria y la urbana?

Bueno, depende mucho de los país­es y sus con­for­ma­ciones, me parece que la real­i­dad urbana está mucho más atrav­es­a­da por men­sajes, for­matos y dis­cur­sos exter­nos que pueden ser resig­nifi­ca­dos inter­na­mente. Pero tam­poco hay que pen­sar lo rur­al como al mar­gen de. Es mucho más rápi­do des­cubrir cuál es el pun­to de unidad de una comu­nidad campesina para con­stru­ir orga­ni­zación, que en un bar­rio donde hay más his­to­rias de frag­mentación y des­en­cuen­tro. Esta­ba pen­san­do en un grupo vene­zolano, Campesinos Rap, com­bi­nan el joropo y la llan­era tradi­cional con el Hip Hop. La idea de incur­sion­ar en lo otro sin dejar de ser lo que se es. En cam­bio lo urbano está más atrav­es­a­do por la  difi­cul­tad económi­ca en cuan­to a lo lab­o­ral, a lo ter­ri­to­r­i­al; los espa­cios de orga­ni­zación se ven enfrenta­dos a los pro­ce­sos de desclasamien­to de Améri­ca Lati­na; la democ­ra­ti­zación del con­sumo, el pasar de la clase baja a una clase media sin el acom­pañamien­to de una cier­ta for­ma­ción políti­ca, pro­duce una fuerte degradación en el modo de pen­sar y aspi­rar, ese es un fenó­meno muy fuerte en las ciu­dades. Después, insis­to, va a depen­der mucho de cada país, es muy difer­ente la real­i­dad agraria argenti­na, con la real­i­dad de la población rur­al en Bolivia, que además es indí­ge­na, es una con­fig­u­ración abso­lu­ta­mente difer­ente, se parece más al caso ecu­a­to­ri­ano. Cada país tiene su par­tic­u­lar­i­dad, en la ciu­dad habrá espa­cios de con­flu­en­cia y muchas veces tam­bién de pér­di­da para la recreación de lo nue­vo. Hay una situación com­ple­ja en las migra­ciones, que además son a destiem­po, pero tam­bién hay en lo urbano la posi­bil­i­dad de hac­er una sín­te­sis muy intere­sante, el encuen­tro para la emer­gen­cia de lo nuevo.

Siem­pre hay una ten­den­cia que va a cer­rar filas en la idea del Esta­do-Par­tido, una con­struc­ción de arri­ba para aba­jo; y otra ten­den­cia que va a plantear el des­bor­de al Esta­do, des­bor­dar el par­tido, hay que con­stru­ir por afuera, y que de allí se vayan recre­an­do otras for­mas de política.

¿Es posi­ble hac­er una apues­ta por nuevas for­mas estatales y de gob­ier­no comu­ni­tario que hagan con­tra peso a la lóg­i­ca del Esta­do cor­po­ra­ti­vo cen­tral, en nuevas for­mas de con­struc­ción artís­ti­ca y estéti­ca frente a los sen­ti­dos hegemónicos? 

Creo que es posi­ble, pero sobre todo es nece­sario, cada pro­ce­so ha logra­do incur­sion­ar o no en nuevas prop­ues­tas, muy desiguales, porque final­mente se enfrentan a actores con mucho poder y mucha capaci­dad para insta­lar estéti­cas hegemóni­cas. Hay una asimetría muy grande, es innegable, por ejem­p­lo, la indus­tria musi­cal parte de dis­pos­i­tivos muy poderosos, no hay igual­dad en el ter­reno de batal­la. Aho­ra me parece impre­scindible que todo pro­ce­so políti­co ten­ga su propia estéti­ca, su pro­pio lengua­je, se lo tra­ba­ja según cuán­ta impor­tan­cia se le dé. En un pro­ce­so como el vene­zolano, tan mar­ca­do por el Esta­do, la con­for­ma­ción de lo comu­ni­tario fue muy impor­tante. Aho­ra en otros pro­ce­sos más mar­ca­dos por las resisten­cias de afuera del Esta­do, esa creación ha venido total­mente enfrenta­da a la estatal­i­dad. Mucha gente que ha hecho pro­duc­ciones mar­avil­losas en la lit­er­atu­ra, en el cine, en la pin­tu­ra o en la escul­tura, lo ha hecho enfrenta­dos a los peo­res esce­nar­ios políti­cos. Aho­ra, cuan­do han habido esce­nar­ios políti­cos pro­gre­sis­tas, nacionales y pop­u­lares de izquier­da, han habido gob­ier­nos con la con­cep­ción de que es impor­tante desar­rol­lar crea­ciones muy potentes. Por ejem­p­lo, en el perío­do ante­ri­or al gob­ier­no de Macri en la Argenti­na, hubo una apues­ta en muchos sec­tores, pro­ce­sos con su propia estéti­ca, su propia iden­ti­dad, su pro­pio lengua­je, su propia dis­pu­ta históri­ca que se tra­duce en pelícu­las, en prop­ues­tas para los chic@s, en gru­pos de músi­ca, todo eso va cre­an­do una gran nar­ra­ti­va que va pele­an­do una asimetría, porque además es algo que nun­ca se detiene, así como podés ten­er un avance, estás enfrenta­do a una maquinar­ia que nun­ca se va a deten­er, la indus­tria cul­tur­al hegemóni­ca tienen mucha fuerza. 

Por ejem­p­lo, cuan­do fue el 23 de febrero del 2019, el inten­to de invasión des­de Colom­bia a Venezuela, del lado colom­biano armaron un concier­to donde esta­ba toda la plana may­or: Maluma, Shaki­ra, Miguel Bosé, Diego Tor­res, casi todos los Latin Gram­mys, respal­dan­do la entra­da por la fuerza a ter­ri­to­rio vene­zolano. Del  lado vene­zolano en San Anto­nio hubo un concier­to donde estu­vo Pablo Hasél el rap­ero español que aho­ra lo metieron pre­so, o el por­tor­riqueño Intifa­da, esta­ba tam­bién la Bersuit Ver­gara­bat. Ahí tienes la fotografía de la asimetría, un pro­ce­so políti­co gol­pea­do como el vene­zolano, ver­sus la maquinar­ia MTV en su total apo­teo­sis. Nosotros ten­emos que lograr en tér­mi­nos musi­cales ten­er prop­ues­tas que entu­si­as­men a los jóvenes más de lo que pueden entu­si­as­mar Chi­no y Nacho o Maluma. Ahí tenés la fotografía, a eso te enfrentás.

¿Cuán­do lle­gaste a Venezuela, qué pasa­ba en su cam­po int­elec­tu­al, cuáles eran sus disputas? 

Hubo un parte aguas des­de el prin­ci­pio con Chávez, gran parte del mun­do académi­co e int­elec­tu­al le dio la espal­da al pro­ce­so chav­ista, muchas veces des­de una posi­ción mar­cada­mente de clase, que era a su vez la expli­cación de su propia posi­ción políti­ca. Pero a su vez el chav­is­mo incor­poró a una can­ti­dad de com­pañeras y com­pañeros que venían des­de antes, de difer­entes resisten­cias de los seten­tas, ochen­tas y noven­tas. El chav­is­mo es una creación propia, mil­lones de per­sonas que nun­ca habían par­tic­i­pa­do en políti­ca y que de repente forma­ban parte de un pro­ce­so con una poten­cia extra­or­di­nar­ia. Entonces ahí vas a ten­er un gigan­tesco momen­to de creación, lo vas a ver en ensayos políti­cos, en libros de poesía, en las edi­to­ri­ales que te comenta­ba, que pub­li­can y pub­li­can y pub­li­can, con may­or o menor cal­i­dad, pero era la democ­ra­ti­zación. Así como se democ­ra­ti­za el con­sumo o la vivien­da, se democ­ra­ti­za la pro­duc­ción artís­ti­ca. La alta cul­tura deja de ser una cuestión inal­can­z­able, que solo puede hac­er una per­sona que tienen un deter­mi­na­do recor­ri­do o car­ac­terís­ti­cas. Con la creación pasó lo mis­mo que con la políti­ca, esto es para todos, ya no es pat­ri­mo­nio de alguien. Los teatros, por ejem­p­lo, que antes eran un espa­cio exclu­si­vo, de repente se llenaron de bar­rio. Evi­den­te­mente, la gente que esta­ba acos­tum­bra­da a esa exclu­sivi­dad se con­sternó y se llenó de espan­to. Vas a encon­trar mucha gente que ha crea­do muchas cosas y con una cal­i­dad muy alta. Se rompe la cuestión de “el artista”, “el políti­co”, como alguien inal­can­z­able, intocable. 

Por otro lado, Chávez era el gran orde­nador, si un día decía, hay que leer Los Mis­er­ables (1868) de Víc­tor Hugo, todo el mun­do leía Los Mis­er­ables de Víc­tor Hugo. Pero no la int­elec­tu­al­i­dad, miles y miles de ejem­plares de la nov­ela de Víc­tor Hugo eran leí­dos por las clases pop­u­lares. Si Chávez decía, hay que leer a István Mészáros, se pub­li­ca­ban miles y miles de libros de Mészáros, la gente iba y los com­pra­ba. Las ferias del libro en Venezuela son super pop­u­lares y la gente com­pra un mon­tón de libros. 

Después, en los últi­mos años hubo un retiro del análi­sis de la int­elec­tu­al­i­dad sobre Venezuela. Por dis­tin­tas razones, ahí lo pien­so más en tér­mi­nos inter­na­cionales. Hay todo un sec­tor que se ale­jó políti­ca­mente porque vio que ahí ya no esta­ba lo que se pre­tendía que fuera, por razones vál­i­das y gen­uinas, o porque tam­bién es cier­to que muchas veces hay un efec­to de com­er­cio de la int­elec­tu­al­i­dad. Es decir, está bueno estar en algunos lugares, pero no en otros, para el pres­ti­gio, para la acad­e­mia, para el cur­ricu­lum. Entonces, estar en Venezuela en el 2010 es una cosa, estar en Venezuela en el 2016, es otra cosa. Y si alguien aspi­ra a un cier­to ascen­so no es muy bien vis­to estar cer­ca de Venezuela. Entre todas las per­sonas que se ale­jaron hubo estas dos vari­antes. Com­pañeros y com­pañeras que hacen críti­cas, que son vál­i­das y debat­i­bles. Y algunos que optaron por ir pega­dos a donde se pue­da cap­i­talizar. Aho­ra, Chávez era el gran expli­cador de la Rev­olu­ción, el gran autocríti­co, el ped­a­gogo, esa figu­ra ya no está más en Venezuela. Y muchas per­sonas que antes eran muy acti­vas en la pro­duc­ción int­elec­tu­al en los últi­mos años se han lla­ma­do a silen­cio. No han escrito más. O no han tenido más lugar en los espa­cios ofi­ciales del chav­is­mo y han queda­do en un segun­do plano, vien­do cómo resolver la situación económi­ca. Entonces la mis­ma pro­duc­ción int­elec­tu­al del chav­is­mo ha disminuido. 

Por eso lo decía, hoy hay pocos libros que expli­can lo que pasa en Venezuela. Por ejem­p­lo, des­de octubre o noviem­bre del año pasa­do, hay un pro­ce­so ya ofi­cial de aper­tu­ra a los cap­i­tales pri­va­dos. Esto no es nue­vo en la his­to­ria de los pro­ce­sos de trans­for­ma­ción, pero ameri­ta una serie de reflex­iones teóri­c­as en el mar­co de un país blo­quea­do. Para darte otro ejem­p­lo: ¿Qué ha pasa­do con el ensayo de la tran­si­ción al social­is­mo? Casi toda la pro­duc­ción int­elec­tu­al está vol­ca­da a estu­di­ar el ataque del ene­mi­go: ¿Cómo es el blo­queo, a qué zonas afec­ta, cuál es la estrate­gia, la guer­ra de cuar­ta gen­eración, la infil­tración para­mil­i­tar, todo lo que se te pue­da ocur­rir, etc.? Pero no hay un análi­sis del pro­ce­so, hay muy poca pro­duc­ción sobre el par­tido, sobre la for­ma de gob­ier­no, etc. Además, la int­elec­tu­al­i­dad que acom­paña el pro­ce­so tiene pocos insumos para el análi­sis, para ser muy honesto. 

Mi cam­po, que es el de haber esta­do ahí, vivien­do ahí, y ponien­do el cuer­po ahí, es, hay que estar, pero hay que debatir. Ten­emos que enten­der lo que está pasando.

En Mañana será his­to­ria (2018) escribí que había una cre­ciente ten­den­cia a la restau­ración; en la zona rur­al se esta­ba desmon­tan­do el ensayo de la refor­ma agraria, donde hubo un avance de tier­ras coop­er­a­ti­vas, a tier­ras del esta­do, se esta­ba regre­san­do al sec­tor pri­va­do, o sea, un orden que vuelve pau­lati­na­mente a re con­fig­u­rarse como lo esta­ba antes. Entonces, el epi­cen­tro de la políti­ca pasa a ser la agroin­dus­tria, toda la inge­niería insti­tu­cional que acom­paña­ba al campesina­do empieza a ser aban­don­a­da. Esa mis­ma ten­den­cia uno la puede ras­trear en la políti­ca y la economía. ¿Ten­go razón o no ten­go razón? Eso no lo voy a decir yo. En todo caso es parte de la reflex­ión teóri­ca sobre lo qué está pasan­do en Venezuela. Creo que la int­elec­tu­al­i­dad ha queda­do en gran parte bajo el cli­va­je de se está o no se está. Mi cam­po, que es el de haber esta­do ahí, vivien­do ahí, y ponien­do el cuer­po ahí, es, hay que estar, pero hay que debatir. Ten­emos que enten­der lo que está pasan­do. Y el gob­ier­no tiene una comu­ni­cación de sobre­viven­cia ante un blo­queo. Aho­ra, ¿cuál es el rol de la int­elec­tu­al­i­dad? ¿Aca­so sería ese el tema? ¿O cuáles son los roles posi­bles en deter­mi­nadas cir­cun­stan­cias? ¿El rol de la int­elec­tu­al­i­dad es repro­ducir el dis­cur­so ofi­cial? Alguien podrá decir, en estos tiem­pos de guer­ra, sí. Voy a ver el debate como una suerte de mamush­ka, yo tam­bién diría que sí, pero en parte. Porque en ese caso perdés tam­bién tu razón de pro­duc­ción. Creo que hay mucha paráli­sis, muchas veces no se sabe qué hac­er, todo eso for­ma parte de la meta­mor­fo­s­is del pro­ce­so venezolano. 

No sé a dónde va a desem­bo­car, pero estoy seguro que el país ha cam­bi­a­do. Llegué el 2013, por evi­dentes razones el pro­ce­so ha cam­bi­a­do muchísi­mo. Y sigue en ese trán­si­to, como si hubiera una tran­si­ción inte­ri­or, que no tiene que ver con si es maduris­mo o chav­is­mo, esos son debates mediáti­cos para que se peleen los gru­pos al inte­ri­or del pro­ce­so. El pro­ce­so está yen­do hacia una sal­i­da que no se hace muy explíci­ta, pero que en parte se puede ras­trear en la aper­tu­ra a cap­i­tales pri­va­dos, que a su vez se ras­trea en las nuevas con­for­ma­ciones del empre­sari­a­do vene­zolano. Porque al final la economía expli­ca gran parte de la política. 

Bueno, sen­té­monos a debatir qué está pasan­do con hon­esti­dad, sin la urgen­cia de twit­ter. Venezuela está enfrentan­do un ase­dio que ningún otro país de Améri­ca Lati­na está enfrentan­do. A su vez hay una meta­mor­fo­s­is del pro­ce­so rev­olu­cionario, sobre eso tam­poco hay muchos libros escritos. Bueno, creo que por haber esta­do ahí, por haber­lo vivi­do, res­pi­ra­do, hace que ten­ga necesi­dad de salir, no a rendir cuen­tas, sino a explicar lo que está pasan­do. Venezuela es el país del que más se habla para satanizar­lo o defend­er­lo, pero al que menos se lo expli­ca. Inclu­so diría para mi pro­pio cam­po: Cuán­ta gente defiende hoy Venezuela, pero tam­poco tiene mucha clar­i­dad sobre cómo ha ido evolu­cio­nan­do el pro­ce­so. Hace ocho años que hay un nue­vo gob­ier­no, es un pro­ce­so históri­co que tiene veinte y dos años, casi un cuar­to de siglo. El pro­ce­so nece­sari­a­mente tiene muta­ciones, ¿Cómo es ese cam­bio? ¿Qué ha pasa­do con las comu­nas? ¿Qué ha pasa­do con el Esta­do? ¿Qué ha pasa­do con la tran­si­ción? ¿Cómo el blo­queo influ­en­ció en esto? ¿Qué líneas ganaron la con­duc­ción de la direc­ción? Antes hablábamos sobre aque­l­la visión que plantea al pro­ce­so políti­co del social­is­mo como: Esta­do, par­tido fuerte, eje­cu­ción de políti­ca. Pero hay otra visión que dice: esto tiene que ir acom­paña­do con un pro­ce­so de empoderamien­to pop­u­lar. Ahí tienes dos posi­ciones, pero cuál se ha impuesto, por qué razones. Me parece que eso es parte de la respon­s­abil­i­dad políti­ca, pero hay cosas que, en medio de la lóg­i­ca mediáti­ca sobre Venezuela, en la dinámi­ca del fuego cruza­do per­ma­nente tam­poco apor­tan mucho. Entonces la idea del libro es dar cuen­ta des­de haber­lo vivi­do, creo que uno sí puede escribir tiene que escribir y si uno vivió una expe­ri­en­cia de esa nat­u­raleza, más aún para quienes están ahí ese momen­to y más para quienes vendrán. 

Agradez­co a la gente que escribió cualquier cosa sobre la his­to­ria. Cuan­do hay un pro­ce­so políti­co, agradez­co a la per­sona que se sen­tó a escribir una nov­ela o un ensayo políti­co o lo que fuera. Que lo haya escrito a mí me per­mite, como en Los Detec­tives Sal­va­jes (1998) de Rober­to Bolaño ir a bus­car ahí qué pasó en Chile, qué pasó en Méx­i­co, qué pasó en esos grandes episo­dios a los que uno vuelve per­ma­nen­te­mente, ni hablar que pasó en Argenti­na en los sesen­ta y seten­ta, dig­amos. Que haya habido gente que escribió poesía, nov­ela, nov­ela de no fic­ción, es una opor­tu­nidad úni­ca, creo que la lit­er­atu­ra tiene una fuerza muy par­tic­u­lar para con­tar­lo. Para darte un ejem­p­lo, te puedo hablar de los años seten­ta en Argenti­na y de un fenó­meno como la clan­des­tinidad. Pero si leés Diario de un Clan­des­ti­no (2001) de Miguel Bonas­so, vas a entrar de otra man­era, o te puedo hablar de la resisten­cia per­o­nista como con­cep­to históri­co, pero si leés los retratos que hace Rodol­fo Walsh en Operación Masacre (1957) vas a enten­der­lo de otra man­era. Te van a abrir una puer­ta que ningún tra­ba­jo teóri­co te puede abrir, y eso va a ser váli­do ayer, hoy y siem­pre. Para cer­rar con lo que decía al prin­ci­pio, hay una gran tradi­ción, uno no inven­ta nada, sino que sigue algu­nas líneas matri­ces de gente que lo hizo bril­lante­mente, eso lo vas a poder ras­trear en todos los país­es y pro­ce­sos. Agar­rá Hom­e­na­je a Cataluña (1938) de George Orwell, es un clási­co. Lle­ga a Cataluña, te cuen­ta des­de un café has­ta la trinchera, ahí te enterás que las armas no fun­ciona­ban bien, y vos pens­abas que esa trinchera era una cosa increíble y te cuen­ta que en real­i­dad se morían de frío, la escope­ta esta­ba oxi­da­da, que en real­i­dad nun­ca peleo con­tra nadie, etc., es como un anti héroe. Eso me parece que per­mite la lit­er­atu­ra con la políti­ca, el espa­cio de la síntesis.